Juan Ignacio Novak
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El sábado, la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe concretará un nuevo concierto de su temporada. Será a a las 21, en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457), con entrada libre y gratuita. Esta vez estará presente la maestra brasileña Ligia Amadio como directora invitada y actuará, como solista de cello, el local Jorge Revello. El repertorio estará integrado por obras de Antonín Dvorak y Johannes Brahms. del primero, el trabajo elegido es el “concierto para Cello en Si menor, op. 104, B. 191” y del segundo, la “Sinfonía Nº 2 en Re mayor, op. 73”. en una entrevista por mail, la maestra Amadio expresó que espera interpretar la sinfonía de Brahms “como se lo merece el gran compositor de Hamburgo”.
—Esta será su primera vez al frente de la Orquesta Sinfónica santafesina ¿Cuáles son sus expectativas en relación al concierto del próximo sábado?
—Mis expectativas son las mejores. Una Orquesta con mucha tradición, que está por conmemorar sus 60 años, y que fue y es dirigida por prestigiosos directores y tuvo siempre grandes músicos entre sus integrantes. Estoy segura de que haremos una segunda sinfonía de Brahms como se lo merece el gran compositor de Hamburgo. También será un honor acompañar a Jorge Revello interpretando uno de los más importantes conciertos para violoncello del repertorio para ese instrumento.
—En este concierto se interpretarán obras de Dvorak y Brahms. ¿Qué opinión le merecen estos compositores y qué implica interpretar obras de su autoría?
—Cuando hablamos de Brahms y Dvorak estamos diciendo palabras mayores, exponentes del romanticismo germánico y eslavo. Interpretarlos, además de significar un placer estético inconmensurable, implica una responsabilidad muy grande. Evidentemente Brahms trae grandes desafíos técnicos y expresivos para la Orquesta y Dvorak es, indudablemente, uno de los conciertos más importantes de toda la historia para ese instrumento.
—Se graduó en Dirección Orquestal tras haberlo hecho en Ingeniería ¿Incide de alguna manera este estudio previo en su desarrollo artístico?
—Creo que sí. Todo estudio amplía nuestros horizontes y nos torna más permeables a una visión interdisciplinar. Además, para organizar un ensayo, mis estudios de tiempos y métodos siempre fueron muy útiles; la matemática y la física están muy próximas a la música, en lo que se refiere a la estructuración de la composición. Las enormes exigencias del curso de Ingeniería en la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo también me dieron resistencia para afrontar el complejo estudio de las grandes obras. de igual manera, empecé con la música estudiando piano desde los cinco años, y nunca dejé de estudiarla pese al período de Ingeniería.
—Usted fue la primera mujer galardonada en el Concurso Internacional de Tokio, en 1997 y posee gran trayectoria internacional. ¿Todavía representa un desafío para una mujer el rol de directora en una Orquesta?
—Sí, el rol de directora todavía representa un desafío muy grande para las mujeres. Directoras como la maestra Urrutia y yo somos muy pocas. La mayor parte no tiene oportunidad de hacer una carrera.
—Posee experiencia previa en nuestro país, concretamente en Mendoza. ¿Qué lugar ocupa hoy la Argentina en el panorama internacional de la música clásica?
—No solamente actué en Mendoza, en este país que tanto amo. Dirigí muchísimas veces la Filarmónica de Buenos Aires, entre 2000 y 2005, y también la Orquesta Estable del Teatro Colón. Dirigí las Orquestas de Salta, del Teatro Argentino de la Plata y de Neuquén y acompañé a los mayores solistas argentinos, incluyendo a Martha Argerich y Bruno Gelber en múltiples y honrosas oportunidades. Mendoza es mi segunda casa, ya que frecuento esa ciudad desde 1996 y fui la única, hasta hoy, fue titular de las dos orquestas. Yo veo Argentina con ojos enamorados; por eso, mi apreciación no es de las más objetivas. Pero puedo afirmar, sin benevolencia, que este país sigue manteniendo una fuerte tradición Sinfónica, estructurada hace más de cincuenta años, y que sigue siendo un país líder en contextos culturales. Argentina continúa exportando músicos extraordinarios a todo el mundo.
Las obras
El “Concierto para Cello en si menor, op. 104, B. 191” de Dvorak, es el más conocido concierto para violonchelo compuesto por ese compositor. Pertenece al repertorio general de piezas para violonchelo y es uno de los más interpretados del mundo. Está dedicado al violonchelista HanuÜ Wihan, quien debía estrenarlo en Londres, aunque finalmente se estrenó el 19 de marzo de 1896, bajo la batuta del propio compositor, con Leo Stern como solista.
La “Sinfonía Nº 2 en Re mayor, op. 73” fue compuesta por Brahms en el verano de 1877 durante una visita a los Alpes austríacos. La gestación de este trabajo es sorprendentemente corta en comparación a los quince años empleados por el compositor para completar su Primera Sinfonía. Es a menudo comparada con la Sexta Sinfonía (Pastoral) de Beethoven.