Télam
Una profesora mendocina propone aplicar la risa en el aula para activar el cerebro.
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Un chiste corto, bromas, ejemplos y moralejas que ayudan a reír, pensar y memorizar son herramientas prácticas para utilizar en el aula y claves para motivar a los alumnos a participar y aprender, afirma Mónica Guitart Coria, una profesora mendocina de la Universidad Nacional de Cuyo, que es Doctora en Educación y lleva casi treinta años al frente de entretenidas clases.
“El gran beneficiado es el docente porque el humor alegra la clase, la reaviva y es muy motivante porque los alumnos responden”, agregó.
Guitart Coria, que da clases de Matemática, Física y Cosmografía no solo usa el humor para enseñar sino que además realizó un doctorado sobre el tema.
“No es que con el humor vamos a subir el nivel en la educación o el aprendizaje, pero si estén seguros que algo más los jóvenes van a retener y aprender?, aseguró.
En la semana última, Guitart Coria brindó un curso donde explicó el valor didáctico de la risa y enseñó que el humor en el aula tiene un valor que impacta positivamente a la hora de aprender, “porque cuando se les explica a los alumnos con un chiste, estos entienden mejor que si se les presenta un ejemplo serio”.
"Risas en el aula, una propuesta para aprender con humor" fue la convocatoria donde docentes universitarios y estudiantes de distintos profesorados se rieron por más de dos horas, a la vez que salieron tentados con la propuesta de incidir así en el rendimiento de los alumnos.
Acompañada de historietas de humoristas famosos, pictogramas, gráficos y hasta las irrefutables leyes de Murphy, la profesora dio claros ejemplos a los asistentes de cómo puede impactar el humor como recurso didáctico.
Su concejo a los asistentes fue “tratar de crear un ambiente distendido y ameno, generando un desorden controlable, pero siempre productivo y evitando obviamente aquellos que implican una burla o descalificación del alumno”.
Como ejemplo, dijo que en grupos en los que predominan los varones, se puede acudir al fútbol y analizar, -por ejemplo-, cómo calcular con estadísticas el promedio de goles; o si son mujeres, utilizar como base los pormenores de la novela del momento adaptando conceptos de la materia que se dicta.
Tras casi treinta años de experiencia, la profesora de Matemáticas y también de Probabilidad y Estadística es consciente de las dificultades en materia de educación y no tiene dudas que decir chistes en clase “no sólo hace que los alumnos presten más atención, sino que entiendan mejor conceptos abstractos y recuerden por mucho tiempo lo aprendido”.
Simpática y ocurrente, Guitart Coria comentó que aún se sorprende cuando se reencuentra con ex alumnos que, después de muchos años, aún se acuerdan de determinada broma o comentario jocoso, pero también del concepto formal asociado.
Varias de esas experiencias la llevaron a investigar el tema para su tesis de Doctorado en Educación “Permitido reír, estamos en clas”, que derivó en un subtítulo más formal ya académico como “El humor como recurso metodológico en la enseñanza de la estadística” para que su producción recibiera el aval.
“El humor te activa el cerebro y no es necesario que el alumno tenga un carácter particular para entenderlo”, al a vez que “sirve para distintas etapas de la clase, ya sea como disparador, un aspecto troncal o para cerrar la hora. Muchas veces uno incide en el alumno y este responde con expresiones inesperadas”, dijo la docente.
“Algunos pensarán: ¿Qué te vas a estar riendo? ¿Y así cuándo enseñas?, a ellos yo les digo: simultáneamente”, aseguró.
Años al frente de distintas generaciones le permiten afirmar que el alumno pierde el miedo, hasta cambia la postura, y automáticamente se anima a contestar y participar “porque es una herramienta didáctica y de gran ayuda para el desarrollo integral del estudiante”.
“Rompen el miedo, la timidez y cambian la actitud. Yo no digo que sea fácil, tengo hasta medido cuántos segundos de risa debe haber, dónde cortar y cuándo empezar de nuevo”, confesó la especialista.