Dos santafesinos, que integran el Departamento de Geografía de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), estuvieron una semana en Malvinas para estudiar las características de los pobladores.
Gastón Neffen
En la isla Soledad, Puerto Stanley (Puerto Argentino), la principal “ciudad” de Malvinas, es un pueblo mucho más chico que Arroyo Leyes en la costa santafesina. Apenas supera los 2.100 habitantes, pero tiene una gran diferencia: hay gente de 60 países distintos.
“Es un laboratorio ideal para estudiar migraciones”, pensó Gustavo Peretti, docente de Geografía Argentina del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Por eso, cuando el Ministerio de Educación de la Nación lanzó un programa de becas para realizar estudios en las islas presentó un proyecto de investigación, que fue aceptado.
Volvió de Malvinas hace quince días, después de pasar una semana trabajando junto a Mariano Varisco en las islas (en marzo está previsto que viajen dos integrantes más del equipo: Adrián Carbonetti y Javier Gómez).
El eje del estudio promete. El objetivo es estudiar el rol de las redes sociales en la constitución de los flujos migratorios de población no británica, especialmente chilena y argentina hacia Malvinas.
En una entrevista con El Litoral, Peretti explicó que lo habitual es pensar que la gente viaja sobre todo por trabajo. En realidad, lo que los investigadores descubren cuando analizan estas tendencias en profundidad es que el económico es un factor de peso, pero también influyen los lazos y vínculos entre las personas, que en los últimos años encontraron en las redes sociales un espacio globalizado que conecta lugares tan aislados como este archipiélago al filo del fin del mundo. “En Malvinas viven 15 filipinas que llegaron a las islas porque se contactaron a través de las redes sociales con los isleños y ahora son sus novias y esposas”, ejemplificó.
Según los datos que recopilaron los investigadores de la UNL, el 55 % de la población de las islas —en total 2.840 personas— son isleños; es decir, que nacieron en Malvinas y tienen el estatus de isleños, lo que implica que en el caso de una emergencia de salud, por ejemplo una operación cardíaca delicada, el propio gobierno los lleva a Inglaterra a operarse.
De la isla de Santa Elena, un territorio británico de ultramar que está a 2.800 kilómetros de la costa de África (a la altura de Angola) y que se hizo famosa porque allí pasó sus últimos años —preso de los ingleses— el emperador francés Napoleón Bonaparte, llegó otro 10 % de la población actual a Malvinas.
La cuarta comunidad son los chilenos, que sobre todo vienen con contratos temporarios, que van de los 6 meses a los 2 años (por ejemplo en el rubro de la construcción). En general vienen del sur de Chile, que tiene un clima similar. Este no es un tema menor. “Las ráfagas de viento son muy fuertes y cuesta mucho estar al aire libre, incluso en verano. A nosotros nos nevó dos veces en pleno enero”, destacó Peretti.
La quinta comunidad son los argentinos, a pesar de los duros recuerdos que dejó la guerra de 1982 y de que el gobierno nacional mantiene el reclamo de soberanía argentina en los foros internacionales, un punto que tensiona la relación con los isleños. Hay 18 argentinos que viven en la islas, en muchos casos con trabajos temporarios.
Después vienen las filipinas, los uruguayos (hay diez viviendo en las islas) y pequeños grupos de personas que nacieron en más de 50 países diferentes. En la mayoría de los casos, los que migran vienen porque ya tienen algún conocido que está viviendo en las islas. “Está muy regulada la llegada de la gente a las islas, pero una vez que ingresan, la integración de los migrantes es bastante igualitaria, sobre todo si logran el estatus de residentes y mucho más el de isleños”, aseguró Peretti.
Vida cotidiana. La gente trabaja hasta las 18 y después se van dos horas de bares, sobre todos los hombres. Foto: Gentileza Gustavo Peretti y Mariano Varisco
Una población más adulta
Según los investigadores de la UNL, la composición de la población del archipiélago tiene las características de una población regresiva, en la que hay una tendencia hacia el envejecimiento de la pirámide poblacional (ver cuadro). En palabras sencillas, hay muchos más grandes que chicos.
En 1991 el 20 % de las personas tenía menos de 15 años. Ahora, en cambio, esa cifra cayó al 16 % y el 10 % de la población tiene más de 65 años. El índice de envejecimiento pasó de 44,7 a 66, según el cálculo que realizaron los especialistas de la UNL.
“Es un fenómeno que se ve en la calle. Hay pocos chicos y la tasa de fecundidad es baja”, precisó Peretti. En general, la población de migrantes es la más importante entre los adultos jóvenes y la mayoría de los que superan los 50 años son isleños.
La vida urbana en Puerto Stanley es distinta a la de cualquier pueblo santafesino que apenas pase los 2.000 habitantes porque tiene los servicios de una ciudad más grande. Hay un buen hospital, que incluso cuenta con residencias para ancianos en la misma manzana —para que las enfermeras puedan asistirlos—, oficina de correos, banco y hasta un diario: el Pengwin News. “En el sector médico, les faltan especialistas pero cuando es necesario vuelan a Chile y también a Inglaterra para hacer consultas”, contó Peretti.
Durante los próximos meses, los investigadores de la UNL seguirán analizando los datos que aporta este “laboratorio de migraciones” para profundizar estas primeras impresiones que adelantaron a El Litoral.
" En Malvinas viven 15 filipinas que llegaron a las islas porque se contactaron a través de las redes sociales con los isleños y ahora son sus novias y esposas”. Gustavo Peretti Profesor de Geografía Argentina del Departamento de Geografía de la UNL.
Huertas. En muchas viviendas hay invernaderos para cultivar verduras y hortalizas, a resguardo del clima hostil del archipiélago. Foto: Gentileza Gustavo Peretti y Mariano Varisco
Tendencias demográficas
Postales isleñas. En el archipiélago hay restos de antiguos naufragios y también minas y balas que quedaron de la guerra en 1982. Foto: Gentileza Gustavo Peretti y Mariano Varisco
La vida urbana en Puerto Stanley es distinta a la de cualquier pueblo santafesino que apenas pase los 2.000 habitantes porque tiene los servicios de una ciudad más grande.