La central hoy genera 280 megavatios. La obra para que llegue a 400 pasó por todo tipo de frustra-ciones: desde el descalabro del dólar del último quinquenio hasta la toma del obrador por la Uocra.
Luis Rodrigo
La construcción de la segunda etapa de la usina termoeléctrica Brigadier López, ubicada en el Parque Industrial de Sauce Viejo, muestra graves atrasos. Los problemas son, sobre todo, de tipo contractual, más que técnicos. Y por otra parte, tampoco la naturaleza ayuda: la actual creciente del río demora la obra para la toma de agua en el Coronda.
Salvo por esto último, desde 2010 hasta hoy, no hubo hechos fortuitos, climáticos o imprevistos técnicos, que justifiquen la demora. Otro detalle es capaz de producir aún más indignación: desde hace 18 meses están en Sauce Viejo todos los equipos necesarios para su construcción.
La obra tiene, según el término utilizado por un vocero de la empresa nacional Enarsa, un ritmo “ralentizado”. Sin embargo, si se tiene en cuenta los objetivos que no se cumplieron pese al paso de los años, no es errado sostener que se trata de, cuanto menos, de un grave atraso: iba a ejecutarse en sólo dos años pero ya lleva seis.
Hoy, la usina produce 280 megavatios y libera a la atmósfera gases de la combustión que llegan a los 540 grados, es de “ciclo abierto”. La tecnología de “ciclo combinado” toma esos gases y los usa para hacer girar una segunda turbina. Y así la termoeléctrica Sauce Viejo podría generar 400 megavatios.
Apariencias y datos oficiales
“Pese a lo que parece, la obra no está paralizada”, se dice a nivel oficial en Enarsa. Hoy cuenta con “140 personas trabajando”, pero, también de acuerdo con esa fuente -y con todo lo que resta hacer- se debería cuanto menos duplicar (y más) esa cifra de trabajadores. “Falta un 30% del contrato”, se resume.
Vale la pena recordar cómo fueron estos cinco años de contrato. La obra comenzó en 2010, cuando el dólar costaba unos $ 4 y la brecha con el blue -del que recién comenzaba a hablarse en los diarios- espantaba a los analistas económicos porque iba acercándose al 3%. Es verdad que era una diferencia irrisoria pero, por entonces, los argentinos lo ignoraban. En octubre de 2011, comenzó el cepo cambiario.
Para fines de 2015, el oficial (de muy difícil acceso) costaba entre $ 9 y 10 pero el informal (que había llegado a tocar los ) iba de 13 a 14.
En una obra en la que la enorme mayoría de sus componentes tiene una cotización en dólares -como en todas las obras eléctricas- es relevante qué dinámica tuvo el tipo de cambio, y qué ha ocurrido ahora, desde el 16 de diciembre, cuando terminaron las restricciones.
De todo
Durante ese quinquenio caracterizado por la devaluación, a la construcción de la segunda etapa de la central, le pasó casi de todo: hubo complicaciones cuando no impedimentos en las importaciones de insumos industriales, dificultades para acceder al crédito de tasas bajas (situación que subsiste), falta de referencias en los precios y -en el colmo de los desbarajustes- una interminable pelea entre facciones de la Uocra que paralizó las labores, durante buena parte de 2013.
El obrador y parte de la planta de la empresa generadora fueron rehenes de un sector gremial (local) enfrentado a la conducción nacional del sindicato. Y el escenario elegido para la disputa fue el predio del Parque Industrial de Sauce Viejo y esa obra nacional.
Desde entonces, los dos últimos años se caracterizaron por la escasa actividad, incluso la UTE que tiene a su cargo los trabajos dejó entrever que estaba estudiando ir directamente a reclamar a tribunales por el cambio en las condiciones contractuales.
Hoy -con el frente cambiario más previsible-, Enarsa negocia cómo seguir adelante con Isolux Ingeniería-Iecsa la Unión Transitoria de Empresas.
La última novedad que afectó la marcha de los trabajos no fue, por fin, antrópica: hoy la inundación impide avanzar con la construcción de una toma de agua del río Coronda.
Un difícil 30%
Según Enarsa, resta el 30% de la ejecución del contrato para que la central termoeléctrica que está en funcionamiento alcance la plenitud de sus posibilidades de generación de energía.
Todas las fuentes que El Litoral ha consultado (dentro y fuera de Enarsa) coinciden en señalar que la obra no tiene problemas de ingeniería, sino contractuales. Y que cada año perdido complica aún más la negociación para salvar al contrato.
“Con tantas complicaciones no es fácil que los contratistas puedan conseguir subcontratistas: en realidad, los ganadores de la licitación son broukers de construcción, que subcontratan todo y con las dificultades en la ejecución del contrato todo se complica... Si se rompe la lógica económica de la obra y los pagos se demoran (según argumenta la empresa) se rompe la lógica del negocio, vamos a seguir conversando”, se dice -ahora- en los despachos de Enarsa.
Las empresas constructoras aducen problemas de todo tipo: variaciones de precios en el mercado interno, variaciones en el precio del dólar, imposibilidad o dificultades para importar equipos e instrumentos, problemas gremiales serios (con Uocra) y en los sectores medios de Enarsa se sabe que -más allá de las magnitudes que planean esas firmas- son hechos que no pueden atribuirse a la responsabilidad empresaria.
Hasta diciembre de 2015, las autoridades nacionales preferían no admitir los reclamos y esperar que las cosas se solucionen. Ahora, ha comenzado un proceso de negociación, con final abierto.
Dos gigantes. La chimenea de la generadora de energía hoy libera gases muy calientes que se podrían aprovechar para mover una segunda turbina (que está en construcción). Foto: Mauricio Garín
En cifras $ 3.000 millones