De la Redacción de El Litoral
area@ellitoral.com
Vecinos piden mayor presencia policial y que se actúe más rápido.
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Una joven mujer víctima de abuso sexual en un comercio de calle Lavalle al 3600, a metros de bulevar Pellegrini y de la Seccional 3a., y un tiroteo entre la policía y un ladrón son dos hechos extremos de inseguridad que, en los últimos 20 días encendieron el estado de alerta en Candioti Sur y Norte. Y preocupan a los vecinos y comerciantes del residencial barrio.
Si bien los hechos delictivos son “moneda corriente” para quienes residen o trabajan en Candioti -como en gran parte de la ciudad-, van a contramano del estilo que adoptó en los últimos años.
Atravesado por una de las principales arterias de la ciudad y ruta nacional: el bulevar Pellegrini concentra un altísimo tránsito de vehículos y peatones. Recibió inversiones inmobiliarias millonarias en edificios, se abrieron decenas de bares, cafés de estilo, comedores y comercios de indumentaria. Abundan las instituciones educativas y públicas.
Pero perdió la serenidad, por los delincuentes que asaltan negocios a mano armada o arrebatan carteras a mujeres a plena luz del día.
Una de las instituciones que canaliza la inquietud de los habitantes de Candioti ante la ola de hechos delictivos es la vecinal. Su vicepresidenta, Susana Ordiz, le dijo a El Litoral que ante “las demoras y la mala atención policial” las víctimas no denuncian, lo que imposibilita hacer un diagnóstico preciso de la situación.
“Los arrebatos ocurren a cualquier hora, a la siesta no anda gente en la calle por temor, se encierra cada vez más -describió-. Por los impuestos que pagamos somos un barrio residencial, pero no tenemos respaldo del gobierno municipal, ni provincial. O aparecen antes de las elecciones”, afirmó Ordiz, quien además aseguró que, a pesar de que cuesta creerlo, “Candioti es tierra de nadie”.
Respecto del actuar policial, la vecinalista indicó que se ven móviles, pero de noche. “Antes había caminantes, pero sólo en bulevar. Ahora notamos una gran cantidad de asaltos a cualquier hora del día en los negocios. Y de parte de la Municipalidad tampoco tenemos respaldo, pedimos más iluminación y poda de los árboles, pero no pasa nada”, concluyó Ordiz.
El valor de “sentirse seguro”
El costo de alquiler de un local comercial en Candioti va desde los $ 3.500 a los $ 12.000 por mes.
A la inversión inicial ya es indispensable sumarle el gasto en medidas de seguridad: rejas, alarma, vigilancia privada, circuito de cámaras. Más agrega, el que más puede.
“Esperá que dejé el celular en una mesa muy a mano”, pidió Eugenia, la propietaria del tradicional Café Iris, ubicado en la esquina de bulevar y Belgrano. Al negocio ingresaron a robar tres veces y fue blanco de hurtos menores a clientes.
“Tenemos alarma en todo el local, servicio privado de seguridad. Ahora vamos a poner cámaras y vamos a reforzar la puerta de entrada. Pensamos en poner rejas pero no es compatible con el estilo del lugar. Todo es muy costoso, hay que poner plata para que no nos roben, es lamentable”, consideró.
Pilar, una mujer embarazada de 7 meses y medio, fue testigo del tiroteo entre un delincuente y la policía, el pasado viernes 11 a la noche. Estaba en el comedor Don Marco, de Las Heras y Castellanos. Terminó tirada abajo de una mesa.
“De pronto entró una pareja a los gritos diciendo que venían a los tiros. Por suerte en la vereda no había mesas. Se tirotearon en la puerta. Yo sólo atiné a tirarme al piso, fue muy feo. Cuando dijeron que estaba muerto (el ladrón) salimos. Pero fue un caos”, afirmó la mujer que se recupera de las raspaduras que el episodio le dejó en una de sus rodillas.
“Dentro de poco, nos van a robar la ropa en la calle”
Karina es la titular de la rotisería Shambalá, de Belgrano casi bulevar. El viernes 11, a las 23, fue asaltada por un delincuente que fue abatido por la policía a dos cuadras de ahí. Previamente, el ladrón enfrentó a los agentes a balazos en la esquina de bulevar y Belgrano.
“Todavía estoy en shock con lo que nos pasó. Lo ridículo es que la gente te hace notar que uno es responsable de lo que ocurrió. Nos dicen: ‘¿Cómo vas a trabajar con la puerta abierta?, ¿cómo dejás el celular en la mesa?’. Dentro de poco, nos van a robar la ropa en el calle y nos van a decir: ¡Qué estúpido!, ¿cómo salís vestido a la calle? Las mujeres no podemos salir con cartera, tenemos que llevar el celular en la zapatilla, ir con la plata justa. Siento que el tarado es uno. Y estamos en un lugar en el que se supone que se puede andar tranquilo. La policía no hace nada; los llamás y pueden demorar hasta una hora en venir. En el barrio es moneda corriente que rompan los vidrios de los autos para robar, entran a las casas, hay gente mayor a la que golpean en la calle para sacarle una cartera. Lo máximo fue la violación y el tiroteo. Acá hay mucha gente en la calle que vigila, pasa dato y al poco tiempo empiezan los asaltos. Son bandas, pero nadie hace nada”.
“Mientras me apuntaba le hablé como una madre”
Mirta es la propietaria de un local de ropa para niños ubicado en Balcarce al 2100. El sábado anterior al asalto en la rotisería, fue víctima del mismo ladrón.
“Fue a la mañana. Había gente que entraba y salía, por eso me confié y no cerré la puerta con la traba, siempre la tengo con traba. Tuvo suerte, porque esperó a que se fuera la gente y después no entró nadie más. Estaba con mi hija de 17 años y mi nieta de 5. Era flacucho, con mechitas claras en el pelo. Me pidió ropa para una beba de 2,200 kg. Yo empecé a sospechar. Tenía una mochila, ahí guardaba el arma y metió toda la ropa que le mostré. En un momento sacó el arma, me apuntó y me dijo que era un asalto. Yo lo miré a los ojos y mientras me apuntaba le hablé como una madre. Le dije ‘¿por qué no buscás un trabajo decente, tenés buena presencia, podés hacer otra cosa..?’. En un momento se apretó el arma contra el pecho, temblaba, me miraba a los ojos y me escuchaba, le expliqué lo que a mí me costaba tener el local y trabajar. Hasta que volvió en sí, juntó todo y se fue caminando como si nada, con una valija con $ 30.000 en mercadería. Después, me di cuenta de que era el que había matado la policía. Acá se sabe que andan sondeando, merodean y ven qué negocio roban”.