Lía Masjoan
Magalí Mancini y Constanza Bacigalupi estudiaron Diseño Industrial en la Universidad Nacional de Córdoba. Ganaron un premio nacional y recibirán $ 20 mil para desarrollar un prototipo. Será un aporte para trasladar órganos de modo más seguro y preservarlos por más tiempo.
Lía Masjoan
Disparador
Hasta el momento, los órganos se trasladan en conservadoras iguales a las que se utilizan en los picnics familiares. “Las condiciones son muy precarias y tienen muchas falencias. No sólo no conservan el órgano como corresponde sino que lo dañan porque se coloca en bolsas estériles y con precintos sobre rolitos. El contacto directo sobre el hielo hace que se vaya perdiendo la calidad de los tejidos”, explicó Magalí.
Durante la investigación, las jóvenes (Magalí tiene apenas 27 años) recibieron asesoramiento de la delegación del Conicet en Córdoba y del Ecodaic, Ente Coordinador de Ablación e Implante de Córdoba, dependiente del Ministerio de Salud de la provincia y organismo jurisdiccional de Incucai. Además, entrevistaron a familiares de niños trasplantados: “Un papá nos contó que le impactó mucho ver cómo llevaban el órgano de su hija en una conservadora común”.
Ventajas
El diseño que lograron estas jóvenes es muy superador de las condiciones actuales. En primer lugar, permite conservar los órganos por 12 horas (podría llegar a 24) cuando en la actualidad el tiempo máximo es de 3, destacan. Además, es autónomo y tiene un regulador de temperatura para programar el frío entre los 4º y los 10º, una incorporación trascendente porque cada órgano necesita una graduación específica para optimizar su conservación. Por último, puede utilizarse para el traslado en cualquier tipo de medio de transporte: avión, auto, etc..
Consta de un contenedor externo, otro contenedor primario donde se coloca el órgano dentro de una bolsa y una tapa ensamblada con el sistema de frío que tiene una batería con placas eutécticas (con geles) y ventilación por coolers. (Ver infografía)
Dificultad
Quizás el punto de mayor dificultad en el desarrollo del proyecto es llevar del diseño a la práctica el dispositivo de refrigeración. Se pusieron en contacto con un equipo francés que usa un sistema de frío similar en el rubro de la alimentación: “Para validar el sistema de frío en nuestro producto nos pasaron un presupuesto de 22 mil euros, una suma muy costosa para afrontar”. Es por eso, que decidieron avanzar con el equipo del Centro de Criobiología de la Universidad Nacional de Rosario para ver si pueden desarrollar el primer prototipo.
“Hay mucho entusiasmo por parte del ámbito médico pero estamos analizando opciones de financiamiento para ver cómo podemos empezar a fabricarlos”, definió Magalí al principal desafío que tienen por delante.
Si lo logran, habrán cumplido el sueño: realizar un aporte sustancial para la preservación de la vida. El primero, quizás, de una larga lista de proyectos de dos jóvenes argentinas, investigadoras y talentosas.
Objetivo. “Quería hacer un diseño para el ámbito médico, que sirva y que se pueda aplicar” en mejorar la calidad de vida, contó Magalí Mancini a El Litoral. Foto: Guillermo Di Salvatore