Luciano Andreychuk
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Twitter: @landreychuk
Fue llamativo el número de presentaciones de estudiantes de posgrado. También de investigaciones sobre Ciencias Sociales, que siempre vinieron detrás de las Ingenierías y Ciencias Exactas.
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La ciencia joven volvió a ser la protagonista, inundando con stands, pósters y presentaciones orales los pasillos de Rectorado. Culminó ayer el 20° Encuentro de Jóvenes Investigadores (EJI) que organiza la UNL y que en esta edición contó con 247 trabajos de investigación presentados y 300 estudiantes participantes.
El segmento de trabajos que más creció fue el de estudiantes de posgrado denominado el “grupo X” (50 producciones, que son avances de tesis de maestrías o doctorados), aunque el grueso de los trabajos fueron de alumnos que estudian una carrera de grado (cientibecarios, becarios de iniciación, etc.), llamados “grupo Y”. Hubo 80 evaluadores -que son profesores de esa universidad- que analizaron los trabajos. Se entregaron unas 40 menciones.
“Todas las presentaciones (pósters) tienen una evaluación, se hacen observaciones y una devolución. Esto es parte del aprendizaje de los jóvenes científicos, que deben empezar a consustanciarse con una exposición oral, saber argumentar y defender sus producciones. No es fácil y por eso, esta instancia también es entrenamiento”, dijo a El Litoral Érica Hynes, secretaria de Ciencia y Técnica de esa casa de estudios.
La funcionaria académica destacó la participación de los jóvenes y volvió sobre las tres funciones sustantivas de la universidad: la enseñanza, extensión e investigación.
“Éste es un evento de formación, una herramienta de los jóvenes investigadores para aprender a transmitir sus conocimientos en un contexto amigable, porque se hizo dentro de la propia institución".
"De esta forma hacen sus primeras prácticas, porque después les tocará seguramente ir a un congreso de sus disciplinas y enfrentar situaciones ante un jurado, que serán estresantes. Esto es entrenamiento”, resaltó.
Estimativamente, las áreas de la ciencia donde se presentaron más trabajos fueron el clúster de investigación en Ingenierías, Tecnologías, Biologías y Ciencias Exactas. “Pero a su vez, los estudiantes de Ciencias Sociales y Humanidades se vieron muy motivados y participaron mucho. Mostraron mucho interés”, cerró Hynes.
Pablo González (32), Juan M. Garrido (31) y Facundo Álvarez (32) se rehúsan a que los llamen investigadores, científicos o “divulgadores”. Son los inventores de El Gato y la Caja (elgatoylacaja.com.ar), un proyecto colaborativo de comunicación pública de ciencia que se vale de una plataforma virtual y de todas las opciones de difusión mediante redes sociales para “decir” la ciencia.
“Creemos que la comunicación científica debe ser horizontal y colaborativa. El Gato es un proyecto multiplataforma de comunicación científica, pero nos dimos cuenta de que no importa tanto el soporte donde apliquemos lo que hacemos, sino cómo describimos lo que hacemos”, contaron los jóvenes a El Litoral.
Las estrategias apuntan no a un receptor pasivo. “Partimos de la premisa de que hay una persona del otro lado que tiene sus intereses y que podemos intentar conectarnos con esa persona para hacerle llegar un contenido. Y el que lee puede apropiarse de esa mirada sobre la ciencia. Que la comparta si quiere. Que sea un lector activo, que se convierta en un emisor. Ese contenido ya no será nuestro, nos desapropiamos de él”, explicó González.
Los formatos de El Gato y la Caja se diseña para cada red social en particular. “Facebook o Twitter, por ejemplo, tiene sus propias lógicas. Y así los contenidos se difunden en función de cada ‘ecosistema’ virtual”. El gran salto del proyecto de los jóvenes fue cuando cada vez más científicos empezaron a interactuar en esa multiplataforma, a compartir u opinar.
Y el “gancho” fueron contenidos originales, bien explicados y recursos visuales como gráficos e infografías, ilustraciones digitales. “Una pieza gráfica siempre puede ayudar a entender el contexto de una nota de comunicación científica. Usar ilustraciones genera mejor retención del contenido a nivel de procesos cognitivos en ese receptor activo. Y eso sumado a que mejora el aprendizaje de lo que se comunica”, coincidieron los Álvarez y Garrido.
“El objetivo fue siempre que el usuario se apropie de la mejor manera y lo retransmita, no como propio de El Gato, sino como propio del propio usuario”, insistió González. Los jóvenes dieron una charla de cierre del EJI, con la intención de incentivar a los nuevos investigadores a iniciaron sus propios proyectos de comunicación de la ciencia.