Enrique Cruz (h)
Nicolás es un delantero con proyección. Tuvo un 2016 cambiante y se ganó un lugar en Colón. Oscar, su papá, fue un defensor sacrificado que jugó en Unión.
Enrique Cruz (h)
Papá Oscar llegó a Santa Fe cuando ya había jugado en Central Córdoba de Santiago del Estero, Belgrano de Córdoba y Maipú de Mendoza. Unión lo trajo en el 91. “Ya estaba de entrenador Carlos Trullet. Vine junto a Talarico, ¿te acordás de él?... En realidad, tendría que haber venido antes. Zuccarelli me iba a traer cuando lo vendieron a Altamirano, pero al final llegó Carmelo Villalba”, cuenta. Nicolás, su hijo, llegó a Colón cuando tenía apenas 14 años. Entre Ricardo Valli y “Chupete” Marini se encargaron de darle el visto bueno definitivo, pasó el tiempo, llegó a la reserva y Ricardo Joahnsen, que lo conocía de haberlo dirigido en esa categoría, lo llevó enseguida a Primera apenas asumió la conducción técnica del equipo. En el caso de Nicolás, las buenas actuaciones en el final de la temporada anterior, avizoraban un buen destino para la presente. Pero Montero lo ignoró durante varios partidos, inclusive sugiriendo o autorizando que juegue el “famoso” clásico de Liga en el que marcó cuatro goles. Y como la necesidad tiene cara de hereje, no le quedó otra alternativa que llevarlo al primer equipo y fue el único delantero de punta que jugó el partido ante Boca, en el cierre del 2016, marcando el tanto sabalero y siendo figura del equipo en aquella derrota.
—¿Cómo tomaste aquello de que te bajaran a jugar en la Liga, Nicolás?
—En ese momento, entendí que era un clásico, no era un partido más y como no había fútbol ese fin de semana porque había fecha de Eliminatorias, me pareció que era una buena oportunidad para mostrarme. Marqué cuatro goles y creo que no hay antecedentes, que es algo histórico... En pocas palabras, lo aproveché.
—¿Charlás con tu papá de estas cosas?, ¿lo consultás, le pedís consejos?
—Siempre... Hablamos mucho de fútbol y como él jugó, muchas de las cosas que le comento que pasan, ya las vivió en forma personal o las vio de cerca.
—El puesto que él ocupa es diferente al tuyo en la cancha cuando jugabas, Oscar. ¿Lo vas a ver, lo analizás?
—Sí, claro que lo voy a ver. Tiene 22 años y lo que veo es que ahora los delanteros son muy rápidos. En los tiempos en que jugaba, iban más al choque. ¿Si están más armados físicamente ahora?, no creo. Yo los veo más flaquitos.
—Daría la impresión de que Nicolás es un delantero, como se dice ahora, moderno. Es decir, no se queda estacionado adentro del área sino que trata de buscarse los espacios...
—Siempre le digo que lo peor que le puede pasar a un defensor, es que no tenga referencia del delantero. A mí, cuando jugaba, me gustaba que el delantero se quedara quieto, por más bueno que sea, porque había una referencia clara. Además, a mí me tocó jugar en los cuatro puestos de la defensa, así que debía adaptarme a características diferentes de los delanteros.
—Pero en algún puesto te gustaba más...
—Sí... A mí me gustaba jugar de líbero.
—Nico, ¿qué diferencias hay entre Montero y Domínguez?
—Es muy prematuro decirlo todavía. Hemos jugado pocos amistosos como para sacar conclusiones. Con Eduardo (por Domínguez), la orden es tratar bien la pelota en el medio y nos pide movilidad a los delanteros. No hay nada raro en lo que pretende.
—¿Se piensa en Olimpo, que es el primer partido, o en el clásico, que viene después?
—Primero, ojalá se arregle rápido y se confirme que el torneo empieza el primer fin de semana de marzo. Después habrá que pensar en Olimpo, pero no te discuto que el clásico es un partido aparte y la verdad que me muero de ganas de entrar a la cancha ese día para jugarlo.
—Anduviste bien contra Boca, los complicaste pero no alcanzó porque el equipo se equivocó mucho en defensa...
—Yo no sé si los problemas fueron nuestros o si realmente se trató de virtud del rival. Para mí, Boca jugó un muy buen partido, nos costó mucho quitarles la pelota y así fueron llegando los goles. Pero no sé si todo pasó por defectos defensivos de Colón.
—Recién te preguntaba, Oscar, sobre los consejos que vos, como ex jugador, podías darle a tu hijo...
—A veces le advierto que se cuide, aunque en realidad, lo que veo es que hoy al jugador de fútbol se lo cuida mucho más que antes. Esa es una de las grandes diferencias que noto con lo que era antes, al margen del ritmo, que ahora es superior. Y la otra es lo que siempre decía Kuki Vega cuando era dirigente de Unión. “Muchachos, en Unión no van a ganar la plata grande, pero si andan bien, nosotros nos vamos a encargar de que ustedes se vayan a un club que les pague mucho dinero”, nos decía.
—Y vos Nico, ¿te fijás por ejemplo en lo que le pasó a Alario y te imaginás con un destino similar?
—Yo sé que si hago las cosas bien en Colón, puedo colaborar con el club en lo deportivo y en lo económico. Y que eso me permitirá crecer. Hoy sólo pienso en convertir goles y en ser útil al equipo. Obvio que lo que ha pasado con Alario o con Meli me permite pensar que todo puede ser. No sólo pasa por mi cabeza, sino por la de Conti, la de Poblete, la de Sandoval y el resto de los chicos que surgimos de las inferiores.
Y se fueron después de compartir una hora de TV en Café con Fútbol, por Cable y Diario. Oscar, el padre, pensando en un inminente y deseado viaje, y despuntando el vicio de todos los sábados jugando en la Liga de Profesionales. Nicolás, el hijo, esperando que todo lo que sembró en el cambiante 2016 se consolide este año que, por lo visto, asoma distinto en su propio horizonte. Los une la sangre y el fútbol. Oscar jugaba al tute cabrero en las concentraciones, cuando no existían los celulares y la play. Nico asiente cuando se le pregunta si le enseñó al padre. “Lo intenté... Pero no hubo caso”, dice entre sonrisas cómplices. Pertenecen a distintas generaciones y también son diferentes. Oscar era un esforzado, sacrificado y temperamental defensor; Nicolás sólo heredó esto último, el temperamento (que lo tiene), porque juega en otro puesto de la cancha y apunta a llegar más alto que su papá. Y seguramente, a Oscar nada le importará porque es lo que íntimamente más desea.
>> Por ahora, nada
Los directivos sabaleros tienen en sus manos una lista de nombres para reforzar el plantel en los puestos que el técnico pretende.
Sabido es que Eduardo Domínguez quiere un marcador central y un jugador de ataque. “Había una prioridad pero no queremos decirlo porque ya quedó descartado”, confió un allegado a la dirigencia, a la vez que descartó totalmente el nombre de “Viruta” Vera, el uruguayo que está en Independiente y que posiblemente se vaya del club ante la llegada de Gigliotti y el interés manifestado por Lanús.
Pereyra, el primero
Está claro que Colón aprovechará los tres cupos que tiene para reforzar el plantel y que la búsqueda, ahora, apunta a un marcador central y un atacante. Por los pronto, Facundo Pereyra es la primera cara nueva que tiene el plantel de Eduardo Domínguez. En la foto, el ex delantero de Gimnasia y Racing, que viene de jugar en el Paok de Grecia, posa junto a los dirigentes Fleming y Rivero. Cuando la jueza autorice, se hará oficial la contratación de este jugador que llega a préstamo por seis meses, con opción a favor de Colón por el pase definitivo.