De la Redacción de El Litoral
Los contaminantes ambientales son una de las causas —también las infecciones virales y los alérgenos— de los ataques de asma.
De la Redacción de El Litoral
La contaminación del aire en las grandes ciudades influye en las crisis asmáticas. Las partículas en suspensión que vienen de los caños de escape de los autos y de las chimeneas de algunas industrias —el esmog— degrada la calidad del aire y es uno de los factores que incide en los ataques de asma, junto a las infecciones virales y los alérgenos.
Por esta razón, la Iniciativa Global para el Asma (Gina, por sus siglas en inglés) eligió el lema “Asma: mejor aire, mejor respiramos”, que también comparte la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC). El objetivo es poner en foco la necesidad de mejorar la calidad del aire como una de las estrategias para reducir las crisis asmáticas en las 300 millones de personas que padecen asma a nivel mundial (4 millones en la Argentina).
El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de la vía respiratoria (bronquios) caracterizada por ataques recurrentes de tos, sensación de falta de aire y sibilancias (silbidos en el pecho), que varían en severidad y frecuencia. Estos síntomas pueden sobrevenir varias veces al día o a la semana, y en algunas personas se agravan durante la actividad física o por la noche.
“En la Argentina, según el estudio Isaac fase III, la prevalencia del asma en los niños y adolescentes es del 15%, aproximadamente. En los adultos, la prevalencia es del 6%, según el trabajo realizado y presentado en 2015 por el Ministerio de Salud de la Nación, la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias E. Coni y la AAAeIC, que se denominó Estudio de Prevalencia de Asma en personas de 20 a 44 años”, informó la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica
Durante una crisis o ataque de asma, los bronquios se inflaman y se estrechan las vías aéreas, lo que provoca una disminución del flujo de aire que entra y sale de los pulmones. “El asmático que presenta crisis y exacerbaciones es un paciente no controlado. Recientes estudios realizados en América Latina evidencian que los factores asociados al asma no controlado son un menor acceso a la medicación, la pertenencia a los sectores socieconómicos más vulnerables, la obesidad y también hay un mayor impacto en las mujeres”, explicó —en diálogo con El Litoral— el Dr. Hugo Neffen, miembro de la asamblea de la GINA.
A menudo el asma no se diagnostica correctamente y no recibe el tratamiento adecuado, lo que provoca una importante carga sobre la calidad de vida de los pacientes y sus familiares, ya que limita la actividad física e intelectual.
La mortalidad por asma, gracias a los adelantos terapéuticos actuales, ha disminuido en las últimas tres décadas; no obstante, en la Argentina fallecen unas 400 personas al año. Lo más grave es que son muertes evitable. “Por tanto debemos hacer más esfuerzos para lograr el objetivo propuesto: el control total de la enfermedad. La terapia en base a corticoesteroides y broncodilatadores inhalatorios constituye la primera línea de tratamiento”, plantea la AAAeIC.
En un gran porcentaje de pacientes, sobre todo en la infancia, el asma es de origen alérgico: en 6 de cada 10 pacientes con asma severa el origen también es alérgico. “Por lo cual el estudio de la sensibilización a alérgenos inhalatorios, tanto del interior de los hogares como del exterior, y el posterior tratamiento específico (inmunoterapia específica) es una herramienta extremadamente útil”, concluyen los médicos de la AAAeIC.
Es indudable que el mejor entendimiento, el diagnóstico temprano, el control ambiental y un tratamiento farmacológico adecuado son cruciales para alcanzar el control de esta enfermedad.