Ignacio Andrés Amarillo
iamarillo@ellitoral.com
Este jueves en el Cine América se estrenará esta película de ficción inspirada en Juan José Saer, en el marco del año de homenaje al escritor santafesino. En diálogo con El Litoral, el realizador Iván Fund explicó las alternativas de su gestación.
Ignacio Andrés Amarillo
iamarillo@ellitoral.com
Tras su paso por la Feria del Libro y el Bafici (donde participó en la sección Vanguardia y Género), “Toublanc” tendrá su estreno oficial mañana en el Cine América de Santa Fe, con dos funciones, a las 20.15 y a las 22.30. Se trata de una producción audiovisual inspirada en la vida y obra de Juan José Saer, realizada en el marco del programa Señal Santa Fe, con dirección del sancristobalense Iván Fund.
La producción se gestó en el contexto del Año Saer, “programa dedicado a estudiar, difundir y celebrar la figura y la obra de uno de los máximos escritores argentinos nacidos en la provincia de Santa Fe”, según afirman desde el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia, responsable de su programación y concreción. El relato cruza las historias del policía francés Philippe Toublanc y la profesora santafesina Clara Ríos.
El estreno coincide con uno de los puntos más altos de la iniciativa, el Coloquio Internacional sobre el autor nacido en Serodino. Antes del estreno en nuestras tierras, El Litoral dialogó con Fund sobre el camino que lo llevó a su personal tributo al autor de “Glosa” y “Cicatrices”.
Estética existencial
—¿Cómo empezó a gestarse este proyecto?
—En principio fue una convocatoria que me hicieron del Ministerio de Innovación y Cultura, en el marco de la celebración del Año Saer, con diferentes eventos y ediciones que se están programando para celebrar al escritor. Me propuso Cecilia Vallina hacer una película, inspirada en Saer: obviamente me pareció un regalo enorme, porque me gustaba mucho el autor; si bien no había leído mucho, lo que había leído me había quedado dando vueltas. En un momento estuve un poco obsesionado, leyendo muchas entrevistas, viendo videos. Así que me parecía que era ideal la propuesta, para poder seguir satisfaciendo la propia curiosidad sobre el autor.
No lo dudé ni un minuto, le dije que sí, desde luego. Lo primero que había leído de él era “El concepto de ficción”, ni siquiera los cuentos. Así que me puse a leer prácticamente todas sus obras y así empezó todo, en junio del año pasado.
—¿Qué potencias narrativas le encontrás al universo saeriano?
—Lo que primero me resuena, lo que más me entusiasma, es cómo él desde un programa estético muy pulido y muy trabajado tiene una médula misteriosa, donde realmente se conecta con el misterio de la vida. a priori parece que es una obra un tanto fría, pero para mí nada que ver: al contrario, desde esos dispositivos estéticos con un trabajo muy fascinante del lenguaje que él hace consigue incluso trascender el lenguaje y conectarte con una cosa muy llana, muy humana, y profundamente conmovedora. Con esa grieta que a veces deja entrever lo que hay detrás de las cosas.
Hay un montón de cuestiones de interés donde lo relaciono incluso con una autora que me interesa mucho que es Clarice Lispector: esa cosa muy existencial (obviamente no desde lo formal).
Reinvención
—¿Cómo llevaste eso a un guión original, a una historia nueva?
—Desde el momento en que acepté sabía lo que no quería hacer: claramente no quería hacer un documental que trate de contar su vida, no quería que sea una adaptación directa de una de sus obras, que trate de reflejar ese programa estético. Lo que tenía claro de entrada es que como toda película sobre una persona, y más si es un artista grande como Saer, siempre es algo incompleto, como un boceto, “un intento de acercarse a”. Hay una frase de él que dice que todo relato termina en una inconclusión final. Hay algo de esa idea que me interesaba mucho y de inmediato lo tuve claro, que la película iba por ahí: que iba a ser el reflejo de esa impresión que su obra y su vida causaban en mí. Transitar esa nube de vínculos, esas imágenes que a mí me apasionaban.
También me interesaba que parte de la propuesta era proponerle a alguien de otra generación abordar una obra que ya ha sido muy estudiada, pensada, trabajada; desde un lado un poco corrido si se quiere, porque va un poco por fuera de esas voces oficiales que hay sobre el autor, esa cofradía, el núcleo duro de los estudiosos del tema. Me parecía que me tenía que permitir, para hacerle honor a esa propuesta, descubrir al autor y transitarlo con absoluta libertad. Obviamente me entrevisté con mucha gente y aprendí mucho, pero tratando de no verme limitado o cercado por esas opiniones formadas sobre la obra.
—Trabajaste la dinámica del policial. ¿Cómo llegaste ahí y cómo está en la narración?
—Una de las cosas que quería era abordar el costado de sus obras no tan “homologadas” o consideradas como las más grandes: novelas menores como pueden ser “Cicatrices”, “La pesquisa”, o algunos de sus cuentos que conectan más con esa cosa de género; o incluso “El entenado”, que es absolutamente personal, y como de esta narrativa un poco más “amable”, igual está muy presente su programa estético y esa médula que le preocupa.
Entonces estaba bueno encarar por ahí la cosa, desde ahí habilitar todos los vínculos que se me disparaban con su búsqueda y la mía (que es inevitable que esté).
Cruce visual
—¿Cómo fue concretarlo, convocar a la gente, rodar en Francia? ¿Cómo fue el apoyo de la provincia?
—Es absolutamente producción del Ministerio, y una vez que se armó el guión fui a contarles de qué iba, y les estoy profundamente agradecido: acompañaron constantemente el proyecto, cuidando y dando muchísima libertad, que es lo más importante para llegar a buen puerto.
Parte de la idea de firmar casi la mitad de la película en Francia se desprendía obviamente de que Saer vivió 30 años allá, se fue muy joven, y casi toda su obra la construyó desde allá evocando Santa Fe. Dijo que París era la periferia de Colastiné o Santa Fe para él, porque nunca se había ido. Me parecía muy importante hacer un poco esa traslación a la película: un personaje que está en ese lugar evocando una historia que sucede también acá. Hay algo de la evocación y de lo relativo de ese tiempo y espacio: las narraciones se apropian de un espacio y tiempo tan concretos que todo lo otro se empieza a desdibujar un poco, no importa realmente dónde uno está.
La literatura es evocación y el cine es experiencia, uno tiene que estar también ahí. Teníamos que filmar allá y las imágenes chocarse y poner en evidencia esa distancia que a veces no es tal.
Pájaros perdidos
—¿Qué contratiempos o dificultades tuviste que atravesar?
—Como en todo rodaje siempre a veces hay situaciones que hay que resolver, pero fue disfrutable y muy lleno de coincidencias y sincronías: muchas casualidades ayudaron al proyecto. Una cosa simpática que para mí fue muy fuerte fue la nube de pájaros que está en el afiche, era una imagen que me remitía directamente a algo de la obra de Saer. Son estorninos (tordos les decimos acá) que en las épocas de frío empiezan a hacer como una figura, a veces son cientos de miles de pájaros en formas muy complejas en el cielo. Digo en chiste que es como ver la Matrix, ahí hay algo que te revela todo el detrás de cámara de las cosas. Eso tenía mucho que ver con las epifanías en las que se detiene Saer, momentos en los que se ordena y se explica todo por un instante.
Tenía esa imagen de entrada y quería filmarla, sabiendo que era prácticamente imposible: no sabíamos bien dónde encontrar esos pájaros, y si los encontrás no lo hacen todo el tiempo. Entonces era algo realmente muy complejo de producir, hasta llegamos a pensar si había que hacerlo en postproducción.
Finalmente, el último día de rodaje en Francia, ya habíamos terminado la parte de Santa Fe. Me había hecho a la idea de que eso se iba a tener que resolver de otra manera, encontrar alguna equivalencia, alguna imagen que devele eso que quería mostrar. Casi por gusto propio íbamos a hacer unas tomas a Rennes, donde él daba clases en la universidad; ya habíamos guardado la cámara, y quise ir a la biblioteca, donde están todos sus libros (están todos dedicados), fue muy conmovedor: tuve muchas ganas de traerme alguno (risas). Saliendo de la biblioteca estaba atardeciendo, y arriba de nuestras cabezas literalmente estaba sucediendo lo de los pájaros, que se ve que venían a dormir a las plazas cercanas al campus. Estaban haciendo esas figuras increíbles: fuimos corriendo a buscar la cámara y ésa fue la última toma.
Encuentros
—¿Qué devolución tuviste en el paso de la película por el Bafici?
—La verdad es que estamos súper contentos con el equipo: primero por haberla podido mostrar en el marco del festival, que es realmente un prestigio enorme, la sección está buenísima. Fue muy buena la recepción del público, de la crítica. Un poco sorprendidos pero contentos. Además fue casi un alivio recibir comentarios de gente muy relacionada con la obra de Saer, o lectores, o también gente que lo descubría.
—¿Qué expectativa tenés para con el encuentro con el público santafesino?
—Hay niveles de nervios, porque se va a estrenar en el marco del Coloquio Internacional sobre Saer, así que es muy importante. Estamos muy ansiosos de poder mostrarla allá y compartirla con la gente de Santa Fe, que es para lo que se hizo la película. Que finalmente se encuentre la película con gente que quizás tenga relación con la obra del escritor y gente que no, que muy extrañamente (e injustamente) no lo ha leído o no lo conoce. Entonces me parece que también está bueno que una película aportara aunque sea de manera indirecta de la obra de Saer.