Roberto Schneider
Veinte mil espectadores para 33 obras en más de 70 funciones. Cifras que dicen que el FTR17 fue una vez más un éxito que nadie, absolutamente, puede discutir. El Feliztival que celebra al teatro.
Roberto Schneider
La posibilidad de que durante seis días una ciudad modifique su ritmo de permanente crecimiento no es frecuente en el mapa de nuestro país. Por el característico y cuidado empedrado de las calles rafaelinas, veinte mil personas -casi como hormigas- otorgaban a la ciudad un paisaje propio y bello. Las diversas salas, vecinales, clubes y la ya famosa carpa de circo instalada en la Perla del Oeste dieron cuenta, durante seis días, de un festival del que ya no sólo se apropiaron los espectadores, sino que también lo festejaron, lo disfrutaron, lo discutieron. Lo celebraron. Esa es la nota distintiva del Festival de Teatro de Rafaela: la celebración; la reunión de los espectadores decididos a disfrutar de las artes escénicas provenientes de diversas ciudades del país y también desde Uruguay, Chile y México.
A las 6 de la tarde de la jornada inaugural las calles céntricas se llenaron de música festiva y de color. La Fanfarria Ambulante de Santa Fe y su talentosa propuesta de juego de sonidos y de talento de cada uno de sus integrantes más la creatividad puesta de manifiesto por los bellos y enorme muñecos de Los Venecianos de Lincoln pusieron todo el ritmo y el color para encantar a familias enteras que acompañaron ese desfile lleno de vida y de teatralidad.
Ahí nomás y ante casi mil doscientas personas el acto inaugural con las voces de los anfitriones y los invitados para reflexionar juntos. El primero en hablar fue el director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro, Marcelo Allasino. “El teatro transforma a Rafaela en un gran escenario para el encuentro con las ideas, las emociones, la risa, los aplausos, el encuentro con otros que vienen de los diferentes barrios, de otras ciudades, de otros países. Una vez más nuestra ciudad -puntualizó con indisimulable orgullo- se constituye en el epicentro escénico de la Argentina y reúne a las producciones más destacadas por su calidad y su rigurosidad; una vez más confirmamos que el teatro toma a Rafaela y la convierte en su capital”.
Más adelante solicitó a los ediles rafaelinos reunir fuerzas con el fin de que “quienes nos representan en el cuerpo legislativo propongan una ordenanza que con fuerza de ley respalde la continuidad de este Festival, que este gobierno ha sabido crear y darle continuidad y que ya es parte de la identidad rafaelina... no me cansaré de pedirlo mientras tenga voz en éste y otros escenarios, porque estoy convencido de que el Festival merece trascendernos con la calidad que lo caracteriza, que lo ha colocado entre los principales festivales de Iberoamérica”.
Aquí y ahora
La ministra de Innovación y Cultura de la provincia, Chiqui González, señaló como hecho indudablemente auspicioso que la Nación, la Provincia y el Municipio también hagan los aportes necesarios para concretar el Festival. “Aquí sucede porque todos sabemos que pasa algo importante. Pasa en la calle, no hay adentro y afuera, no hay barrio y centro; hay teatro y teatritos, hay teatro de innovación y hay teatro humorístico y esperpéntico y fabuloso para niños y para adultos y para toda la familia. El ciudadano quiere ser protagonista, no sólo mirar. Y entonces corre de una sala a la otra, y la mitad de los espectáculos es gratis y todos vemos todo y a todos y vemos el mejor teatro del país y del exterior. El teatro es una vocación ciudadana, es el lugar donde los ciudadanos vienen a pensar, a reír, a emocionarse, a construir la seguridad de que están vivos y a decir seamos felices. El teatro no busca imitar la vida sino comprender de qué nervios está hecha; el teatro es felicidad, es tribu, es presente. El único lugar que es aquí y ahora; en el país de los desaparecidos, estar en cuerpo presente en una sala es una fiesta”.
El intendente Luis Castellano fue categórico al poner de relieve que “este Festival es una política de Estado. Comenzó muy pequeño y la ciudad y la región lo hicieron propio: ahora comenzamos a discutir, con ley en mano, el Area Metropolitana de Rafaela, pero este Festival es pionero en la colaboración regional al incluir a las subsedes, así como el teatro mismo fue pionero con el teatro piemontés. El Festival nos unió, nos vinculó, hizo de este territorio una región...”. Más adelante dijo que “el arte y la cultura derriban muros. Este Festival va incluyendo más gente, va sumando espacios públicos”. Entre otros agradecimientos señaló el enorme y fructífero trabajo del equipo de producción del Festival.
El gran Pepe
En su discurso Allasino tributó un sentido homenaje al gran actor rafaelino José Pepe Fanto, recientemente fallecido. “Fue el más grande actor que dirigí; alguien que decidió hacer del teatro su vida y fue inspiración para muchos”, para pedir un aplauso que se hizo pleno y profundo. Castellano mencionó entonces que “yo creo que la Escuela Municipal de Artes Escénicas de Rafaela merece llamarse José Alberto Fanto”.
Lo mejor de lo mejor
William Shakespeare fue el autor más abordado en esta edición del Festival, con estupendos resultados. En la noche inaugural Los Carlinga ofrecieron “Shakespir Show”, una propuesta sumamente inteligente; una kermese con las obras más emblemáticas del bardo inglés. La música, puesta también en el cuerpo de los actores, fue soporte esencial. Juego y fantasía se dan la mano para entretener de la mejor manera posible. Acendrado respeto por el mejor teatro popular en una totalidad construida desde el más absoluto talento con un estallido de múltiples poéticas. Excelentes actuaciones de Nicolás Goldschimdt, Fabián Carrasco y José Powlin.
Dos unipersonales -tal vez el género más difícil en la creación teatral- brillaron en la noche inaugural: “Christiane. Un bio-musical científico” es la vida de Christiane Dosne Pasqualini, una figura fundamental a nivel internacional en la investigación de la leucemia. El disparador del montaje brinda a la actriz Belén Pasqualini la posibilidad de ofrecer un trabajo actoral de magnífico resultado. Maneja cuerpo y voz de manera impecable, bajo la certera mirada del joven director Dennis Smith.
Igualmente conmovedora es la interpretación de Luis Machín, que dicta cátedra de actuación en “El mar de noche”, un texto doloroso y poético, sumamente emocionante, de Santiago Loza, quien basa su trabajo nada menos que en “De profundis”, de Oscar Wilde, y en “La montaña mágica” de Thomas Mann, para plasmar en la escena la historia de un hombre que ha sido abandonado por el amor. El director Guillermo Cacace logra plasmar una puesta en escena rica y poética, a partir del inmenso trabajo actoral de Machín. Lenguaje teatral de primer nivel.
Sin duda alguna una de las mejores propuestas escénicas de este Festival fue “Rauch”, una sinfonía de la fiesta. La historia es la próxima inauguración de un restaurant... en el medio de la nada. Los cuatro intérpretes son payasos que entretienen a la familia con los más genuinos recursos de clown, sin dejar de lado una historia de fuerte contenido político, en la que víctimas y victimarios construyen una perfecta simbiosis. El espectáculo, sumamente divertido, construye una crítica magnífica a esos sistemas de poder desde el humor más contundente. Altos índices de teatralidad, con gags trabajados desde la soberbia interpretación de sus actores. Fred Raposo, Cecille Caillon, Marcelo Katz y Rosina Fraschino, dirigidos por Julieta Carrera -autora asimismo del texto- se sacan chispas entre ellos; se divierten y divierten a los espectadores que los premian de la mejor manera: una larga ovación.
Desde México llegó el elenco de la Universidad Veracruzana, con “Béisbol”, de David Gaitán, integrado por actores de más de 70 años. La obra es vehículo para que la poesía y la belleza se instalen en la escena para hablar del teatro dentro del teatro. Son actores y actrices viejos que siempre tendrán cosas para decir, para demostrar una vez más que el teatro es para todos. Una totalidad con riesgo, que tiene al azar, el juego y el ego de los actores como eje dramático, con precisión excelsa en el manejo de las voces y desplazamientos perfectos del numeroso elenco.
“Farra” es una propuesta singular basada esencialmente en el talento de sus dos actores protagonistas, Francisco Benvenuti y Andrés Garnier, que construyen una propuesta escénica sobre lo lúdico, lo bizarro, el disparate. La historia de Ana Gurvanov y Virginia Leonza trabaja de manera brillante los vínculos amorosos latentes entre dos seres que buscan el amor, provocando altas dosis de poesía teatral. Es una obra que sumerge al espectador en un mundo de ensoñación que nunca se diluye. El ritmo propuesto desde la dirección y el talento indiscutido de ambos actores son bases incuestionables de una totalidad sumamente enriquecedora.
“Volver a Madryn” conmocionó a los espectadores que llenaron la sala en sus dos presentaciones. Rodrigo Cuesta es el autor y director de una propuesta escénica en la que se produce un incuestionable estallido de teatralidad. Quedan grabados el fuerte impacto formal de la totalidad y el excelente trabajo actoral de Ale Orlando, Hernán Sevilla e Ignacio Tamagno. El suceso narrado tiene multiplicidad de relatos. La lógica propia del cine está traspolada a la escena, en la que las sombras reinan para crear lenguaje. La repetición juega en el resultado de alta emotividad en una totalidad magnífica. El director narra una maquinaria feroz para contar una historia fascinante que interpela al espectador. Será difícil olvidar el momento en el que un personaje recuerda cómo el agua del mar se junta con el agua de la lluvia para mojar su rostro. Hay que agregar sólo la humedad de las gotas de llanto, que también nos conmueven.
Más de lo sobresaliente
“Los corderos”, de Daniel Veronese, es un absurdo demoledor, con una textualidad que remite a las dramaturgias de Griselda Gambaro y Tato Pavlovsky. En la escena, un lenguaje de las palabras escritas traducidas de manera contundente al lenguaje escénico a partir de un elenco sobresaliente en el que se destaca la contundente María Onetto, brillantemente acompañada por Luis Ziembrowski, Patricio Aramburu, Gonzalo Urtizberea y Flor Dysel. Una lectura singular de profunda vigencia respecto del tema de la mujer y la violencia se instala en una escena con capas que se superponen con estallido de teatralidad, con personajes de carnadura poética y riesgo orgánico. Realismo perverso e inquietante, en un teatro de la acumulación sumamente contundente, que pone en cuestionamiento mandatos sociales de clara vigencia.
“Descenso” es una aplanadora teatral de fuerza indiscutible. Altas dosis de violencia contemporánea en una historia que refuerza vínculos entre seres abandonados. Desde la dirección del espectáculo Jorge Eiro provoca a partir de una historia de desencuentros de fuerte vigencia, para poner en escena signos de teatralidad contemporánea, en el mejor sentido de estas palabras. Lo mejor: un elenco de soberbios actores entregados a la totalidad. María Hermida, Alberto Antonio Romero, Facundo Aquinos, Cristian Jensen y Facundo Livio Mejías construyen con sus trabajos una historia sumamente provocativa, con mucho de verdad.
Otra de las mejores propuestas del FTR17 fue “Las horas negras. Trilogía de Shakespeare en miniatura”, que trajo la Compañía de Teatro Microensamble, de Chile. Son tres escenas de cinco minutos para un solo espectador, con tres de los mejores monólogos shakespirianos convenientemente adaptados: Otelo, Rey Lear y Macbeth a partir de miniaturas, marionetas y figuras dentro de espacio a escala. Romina Herrera es la creadora, directora y una de las manipuladoras junto con Anai Nuñez y Samanta Pizarro. Lenguaje escénico apabullante, con explosión de sentidos. La mirada es esencial en esta propuesta de estallido poético que encuentra en los mejores textos y en una idea magnífica la razón de una poética con altas dosis de teatralidad.
“Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar” arribó desde México con Vaca 35 Teatro. Basado lejanamente en “Las criadas” de Jean Genet, el espectáculo estremece a partir de la exasperación en el manejo de los cuerpos. Hay provocación en la dirección de Damián Cervantes, que encuentra en el magnífico trabajo de sus actrices sus más relevantes resultados. Diana Magallón y Mari Cruz Ruiz construyen teatralidad a partir de interpretaciones contundentes, en las que cuerpo y voz se ponen al servicio de una totalidad por muchas razones inquietante y reveladora.
“Encuentro”, de Santiago Gobernori, vino desde San Juan con toda la fuerza del talento para contar el desgarramiento de dos seres con ausencia de amor. El director Fabricio Montilla maneja con sutileza a sus dos magníficos actores: Andrea Collado y Emiliano Voira, que ofrecen dos interpretaciones para el recuerdo, a partir de una historia que pone en jaque los contradictorios sentimientos del ser humano. La propuesta conmueve con altas dosis de verdad teatral.
“Deleite circense” fue uno de los tantos espectáculos de la Carpa de Circo del Festival. De la nutrida programación de este espacio la elegimos por la contundencia puesta de manifiesto en la elaboración de una propuesta infantil que no toma a los chicos como tontos, sino que los hace participar de juegos, malabares y risas del mejor estilo. Rudy Guemes y Tita Pipistrela encantan a los chicos con alta calidad en lo actoral y en los aspectos lúdicos de una totalidad de altos valores estéticos.