Redacción El Litoral
Su consumo en exceso es el principal factor de riesgo: de 10 pacientes con ACV, 8 son hipertensos.
Redacción El Litoral
area@ellitoral.com
Antes de prender el fuego para poner en marcha el tradicional asado del domingo, es común que el cocinero despliegue los cortes de carne y los bañe en sal. En la cocina y en la mesa familiar, el salero está siempre a mano, sin conocer los riesgos que estos hábitos pueden generar en el cerebro, en su enmarañada red de arterias, y en la salud en general.
Hoy se conmemora el día mundial del ACV, del Accidente Cerebro Vascular. Y son estas fechas especiales, precisamente, las que ayudan a difundir medidas efectivas de prevención para evitar lesiones, daños irreversibles y hasta muertes inesperadas y repentinas.
El Dr. Hugo Valderrama, médico neurólogo y Máster en Neurociencias, es claro: “Es muy simple, es una cuestión de hábitos; hay que disminuir el consumo de sal”, apunta como primera medida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no ingerir más de 5 gramos de sodio diarios para evitar que las arterias se dañen. “La mayoría de los argentinos comemos alimentos con tanto sodio en su elaboración que sólo por eso llegamos a ingerir 9 gramos. Pero como si fuese poco usamos el salero y agregamos más sodio, llegando a los 14 gramos diarios”, detalla. Además, “absolutamente todos los alimentos ya tienen sodio”, agrega Caren Früh, Lic. en Nutrición. Así, se termina ingiriendo el triple de sodio del que las arterias pueden soportar, siendo la principal causa externa por la cual 1 de cada 3 argentinos padece de hipertensión arterial, el principal factor de riesgo para un ACV.
El daño más frecuente por aumento de presión arterial no se produce por un valor aislado, pero sí es un signo de alarma para controlar la frecuencia con que se repiten y evitar una hipertensión arterial crónica. Cuando esto sucede los vasos sanguíneos intentan adaptarse aumentando su grosor, lo cual puede llegar a disminuir el espacio por donde circula la sangre hasta cerrarse. Pero también pueden volverse frágiles y romperse. De cada 10 pacientes que sufren un accidente cerebro vascular (ACV), 8 son hipertensos.
Otros factores de riesgo
Hay otros factores asociados a la dieta que suman riesgos: la diabetes, el colesterol elevado y la obesidad. Además de ello el tabaquismo, el alcoholismo, el sedentarismo y factores que aumentan la ansiedad. El Dr. Valderrama explicó que todos ellos se pueden potenciar para producir la obstrucción de un vaso sanguíneo cerebral que ocasiona el 80% de los ACV, llamados isquémicos, o en el 20% su ruptura, llamados hemorrágicos. Cuando esto ocurre el flujo de sangre que va hacia el cerebro se ve alterado, interrumpiendo el suministro de oxígeno. Las neuronas son extremadamente sensibles, algunas comienzan a morir menos de cinco minutos después produciendo súbitamente algunos síntomas. Entre ellos se destacan dificultades para hablar o entender, para manejar los brazos o coordinar los movimientos, para caminar, pérdida del equilibrio o falta de coordinación y problemas repentinos para ver con uno o los dos ojos. Ante su detección, la atención médica inmediata aumenta las posibilidades de recuperación y disminuye la probabilidad de secuelas.
En comparación con hace 20 años, la incidencia de accidente cerebrovascular está aumentando en los adultos jóvenes en un grado significativo, probablemente debido a un aumento de estos factores de riesgo entre personas de 35 a 45 años. Una recomendación, que implica incorporar un hábito, es medir la presión arterial con frecuencia, “cada dos meses, al menos, cuando uno es joven. Porque si a los 50 años detectás que tenés presión, ya pasaron 20 años que la tenés porque las arterias se van adaptando para no afectarse y los síntomas se ven mucho más tarde”. Por eso, un factor determinante es bajar el consumo de sodio en la dieta, “algo totalmente modificable. En vez de estar haciendo resonancia a todo el mundo, lo que hay que hacer es controlar un factor de riesgo clave para la prevención”, finalizó el especialista.
LA CLAVE
Tres hábitos saludables
La adopción de tres hábitos saludables puede reducir los principales factores de riesgo para ACV y muchas más, además de mejorar la calidad de vida:
-Condimentar los alimentos con cualquier especia que no tenga sodio.
-Dieta rica en frutas, verduras, pescado, aceites omegas y que no supere las calorías necesarias.
-Ejercicio aeróbico, al menos por 30 minutos 3 veces a la semana.
¿Dónde hay mayor exceso de sal?
La Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC) determinó que el grupo de salsas y aderezos (salsas listas, comunes, light, en lata y aderezos como mayonesa, mostaza, kétchup y salsa de soja) lidera la lista de alimentos más salados, con un promedio de 1356 miligramos de sodio cada 100 gramos. Le sigue el grupo de carnes y productos en base a ella, como hamburguesas, chacinados y bocaditos de pollo, con un promedio de 1031 miligramos cada 100 gramos. El tercer grupo de alimentos con mayor contenido de sal es el de los snacks con un promedio de 725 miligramos cada 100 gramos. Incluye todas las variedades: palitos, papas fritas con y sin sal, maní salado, nachos y otros.
Algunas ideas de condimentos para cocinar sin sal
La Lic. en Nutrición Caren Früh brindó algunas ideas sobre cómo usar las plantas aromáticas en las distintas preparaciones alimenticias. “Absolutamente todos los alimentos ya tienen sal. Y tienen mayor cantidad los que están industrializados porque el sodio se utiliza para su conservación”, advirtió. Por eso, la recomendación principal es “llevar una alimentación lo más natural posible, evitar todo lo que sea procesado, industrializado y conservado. Fomentamos el consumo de alimentos con una condimentación mayoritariamente aromática. Lo ideal es no consumir sal agregada porque ya tienen, la recomendación es condimentar con aromáticas”. Y brindó ejemplos de hierbas aromáticas frescas y cómo usarlas:
Albahaca: Tomates, pasta (salsa pesto y otras), vaca, pescados y mariscos, huevos y ensaladas.
Cibuolette: Sopas y cremas, quesos, ensaladas, coliflor, papas, huevos, ensaladas.
Cilantro: Cocina mejicana, cocina oriental. (es de gusto alimonado, y se usa para contrastar lo picante)
Eneldo: Pescados (salmón, caballa, arenques), salsas blancas, mayonesa, quesos , papa, batata, zanahorias.
Hinojo: Pescado y mariscos, cerdo, huevos, ensaladas.
Laurel: Guisos de carne, salsas, caldos, adobos y marinadas.
Orégano: Carnes de cualquier tipo a la parrilla, salsa de tomate, huevos, queso (pizza, provolone, mozzarella fresca), adobos y marinadas, empanadas de cebolla y queso.
Menta o hierbabuena: Cordero, sopas frías, arvejas, melón, queso, yogur, postres.
Perejil: Carnes, aves, pescado y marisco, huevos, caldos, sopas, cremas, salsas, adobos. En fin, todo.
Romero: Cordero, pollo, carnes, cerdo, pan, papas, frutos secos.
Salvia: Cerdo, vaca, tomate, pasta, queso, arroz.
Tomillo: Carnes, pollo, guisos, salsas, caldos, papas.
Además, se puede utilizar pimientas negra, blanca, verde y roja; comino; cúrcuma; jengibre; semillas de cardamomo; nuez moscada; canela; cáscaras y jugo de cítricos; tomates deshidratados; gomasio; ajo fresco o deshidratado; paprika o pimentón picante; pimentón dulce o ahumado; ají molido; chimichurri; aceites de oliva, girasol, maíz, canola, coco; vinagres de manzana, aceto balsámico y su reducción, juegos de limón, lima, naranja.