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En el año 2000 el país puso en órbita su primera unidad —el SAC-C— que estuvo en servicio 13 años. Los Arsat son el “mascarón de proa” visible de la política de Estado; pero hay emprendimientos privados con alcance internacional.
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La historia satelital en Argentina, que por estos días escribe un nuevo capítulo con el lanzamiento de “Ada” y “Maryam”, comenzó en enero de 1990, cuando el cohete Ariane dejó en órbita al Lusat 1, proyectado y construido por la filial argentina de la Asociación Mundial de Satélites de Radioaficionados (Amasat) para proveer comunicaciones entre sus socios.
Entre los intentos experimentales de aquellos años también se cuenta el SAT-1 Víctor, desarrollado en el Centro de Investigaciones Aplicadas del Instituto Universitario Aeronáutico de Córdoba, que llevaba a bordo dos cámaras para tomar imágenes de la Tierra, una baliza en VHF, un transmisor-receptor en UHF para telemetría y telecomando y otro para la bajada de las imágenes.
Estas experiencias se realizaron mientras la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) elaboraba el Plan Espacial Nacional, un programa de carácter estratégico para desarrollar en el país conocimiento y tecnología para el sector.
Producto de ello fue la serie SAC (Satélites de Aplicaciones Científicas), encargados por la Conae y construidos por la empresa estatal rionegrina Invap, que hasta ahora realizó cuatro misiones en cooperación con agencias espaciales internacionales.
El objetivo de éstas era obtener información del territorio argentino para actividades productivas como agricultura, hidrología, geología, clima, vigilancia del ambiente, manejo de recursos naturales y cartografía.
El primero en ser lanzado fue el SAC-B, en 1996, pero fallas en el cohete estadounidense que lo transportaba no permitieron eyectar al satélite una vez en órbita. Por eso, el SAC-A en diciembre de 1998 debe ser mencionado como el que inauguró formalmente la carrera argentina en el espacio.
El SAC-C, lanzado en noviembre de 2000, fue el primer satélite argentino de observación terrestre y se mantuvo operativo durante 13 años. En junio de 2011 fue lanzado el SAC-D Aquarius, con el que por primera vez se midió la salinidad superficial de los océanos, y que aportó además datos sobre el clima y la atmósfera.
La última misión de los satélites de la serie SAC concluyó en 2015.
La serie Arsat
Durante la primera década del nuevo siglo, investigadores de la Universidad Nacional del Comahue desarrollaron un satélite con objetivos educativos llamado Pehuensat-1, que se desplegó el 10 de enero de 2007 a la mañana, a bordo de un cohete desde una base aeroespacial de la India.
Ese mismo año comenzó a fabricares el Arsat 1, el primero de tres satélites geoestacionarios de comunicaciones proyectados entre Invap y AR-SAT, que fue lanzado en 2014 para dar servicios de televisión, telefonía, transmisión de datos e Internet al país y a Chile, Uruguay, Paraguay y la Antártida.
El Arsat -2 fue lanzado el 30 de septiembre de 2015 para transportar señales de radiofrecuencia en banda Ku y banda C para telecomunicaciones, y funciona como un complemento del Arsat-1, extendiendo su espectro y cobertura al resto del continente americano.
El “hacker” conquista el espacio
Según él mismo ha contado, Emiliano Kargieman abría teléfonos públicos para saber cómo funcionaban. Fue hacker asegura que se “democratiza” la conquista del espacio y cuenta cómo compró insumos en la ferretería, en supermercados y tiendas de electrónica “por unos cientos de dólares”, con los que puso “nanosatélites” en órbita.
“Lo más difícil fue conseguir el flete”, dijo en Ted Talk Río de la Plata en 2013, cuando contó que puso en órbita con un cohete chino a Manolito. Le siguieron Capitán Beto, Tita, Fresco, Batata, Milanesat... todos nombres ocurrentes que salieron de un altillo en la Chacarita junto con aparatos hechos con la “tecnología a mano” de los teléfonos inteligentes.
La empresa Satellogic tiene por CEO a Kargieman. Arrancó con financiamiento del Ministerio de Ciencia y colaboración de Invap. Hace pocas horas lanzó con éxito desde Jiuquan (China) dos nuevos nanosatélites, Ada y Maryam. Quiere formar una plataforma de análisis de información geográfica de la Tierra.
Las dos nuevas unidades de la “Constelación Aleph-1” pesan 40 kilos, tienen 80 por 40 cm y tardan 93 minutos en completar una vuelta a la Tierra, tomando imágenes del planeta.
La agricultura, la minería y la industria del petróleo, los cambios en el clima. El potencial de uso es enorme y los nombres de los dos nuevos satélites cambian de criterio para homenajear a Ada Lovelace, precursora de la computación moderna y autora del primer “algoritmo” ejecutado en una máquina, y Maryam Mirzakhani, destacada matemática y primera mujer en ganar la medalla Fields.
El costo de cada unidad ya subió hasta 100 mil dólares. Satellogic desarrolla en la Argentina el proceso de investigación, pero construye en Uruguay se construyen, completa su software en Tel Aviv y Barcelona. Y en San Francisco tiene su área comercial.