Carla Zita Zorzón | [email protected] | @czitazorzon
Mayor apertura en los gobiernos, transparencia, responsabilidad y participación ciudadana, son los ejes mediante los cuales se basa esta novedosa fórmula que brinda Cecilia Güemes, presidenta del Gigapp Iberoamérica.
Carla Zita Zorzón | [email protected] | @czitazorzon
En las últimas décadas Internet revolucionó la cultura y el funcionamiento de la sociedad. Entre otras cosas, posibilitó que la concepción de gobierno abierto deje de ser un modelo idealizado. Pero, ¿se trata de un desarrollo tecnológico o de una nueva manera de hacer lo que antes se hacía por otros medios?
Cecilia Güemes, es oriunda de Santa Fe, pero desde hace más de 10 años se radicó en España. Es doctora en Ciencias Políticas, preside el Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Política en Iberoamérica (Gigapp) y es profesora en la Universidad Carlos III de Madrid.
La presidenta del Gigapp sostiene que existe una brecha que parece haberse abierto recientemente en la infranqueable “caja negra” del Estado. Una brecha por la que comienzan a filtrarse crecientes demandas de apertura, de transparencia en la gestión; de participación en la elaboración de políticas estatales, locales y municipales; de rendición de cuentas y responsabilización por el uso de los recursos públicos. “La tecnología puede producir profundos cambios culturales en presencia de voluntad política”, aseguró.
En una entrevista con El Litoral, Güemes pone a disposición su conjunto de estrategias e iniciativas para comprender de qué manera el Estado puede promover el involucramiento en la gestión de organizaciones sociales, ciudadanos —sin que ello deba darse necesariamente— mediante interacciones virtuales a través de las tecnologías actuales disponibles. Y garantice mecanismos a través de los cuales esas interacciones puedan materializarse en políticas públicas.
—¿En qué consiste el Gobierno Abierto?
—El gobierno abierto es un nuevo paradigma en la gestión pública. Esta filosofía recoge muchas iniciativas que existían, y lo que viene hacer aquí es aglutinarlas en una idea más integrada y realizada. Quizás se lo conoce como tal por estar más difundido en el ámbito anglosajón: primero en Reino Unido y en Estados Unidos, con Obama. Se trata de una nueva forma de pensar la relación entre las administraciones públicas, los actores políticos y las ciudadanías. Es aquí donde la ciudadanía debe tomar especial protagonismo: no sirve separar o escindir esferas, hay que hacerlas dialogar. Hay que localizarlo, generar nuevas normativas y pautas de comportamientos que estén a favor de la transparencia y de la publicación de datos. Además de la participación ciudadana en la acción colectiva.
—¿Crees que la implementación de políticas de Gobierno Abierto en entornos locales ayudan al fortalecimiento de las democracias?
—Esta nueva filosofía ha recibido el impulso decisivo generado por la disponibilidad de herramientas web 2.0, que hacen posible una comunicación de doble vía entre gobierno y ciudadanía. El fondo del asunto es cómo recuperamos el vínculo entre Estado y ciudadanía, un vínculo debilitado, enojado y con escasa confianza. En términos nacionales se habla de un 30% de confianza, en comparación con porcentajes internacionales. Esto no significa que las TICs sean condición necesaria para imponer esta modalidad de gestión. El contenido de Gobierno Abierto se lo da quien lo asuma. Inclusive, podría concebirse que un gobierno se abra a la participación e involucramiento de la ciudadanía sin la mediación de herramientas informáticas.
—¿Qué rol tienen las democracias de hoy?
—Vivir en democracia no significa solucionar conflictos para eliminarlos u olvidarse. Es saber lidiar, gestionar y convivir en las diferencias. Las democracias deben ir más allá de su marco legal. Por lo tanto, está muy bien hacer ejercicios de transparencia en la gestión (no sólo lo que marca la ley, porque sino lo que deontológicamente supone gestionar presupuestos y gestión pública) pero hay que superar ese marco, porque si no, podemos caer en confundir la propia transparencia.
Se suele creer que la ciudadanía no siempre sabe participar, las herramientas y los instrumentos de los que se apropien, dependerá de cada área que un gobierno decida generar. Por lo tanto, liberar datos públicos en datos reutilizables y capacitar a la ciudadanía para que pueda hacer uso de esa información pública, resulta imprescindible.
El establecimiento de propuestas y proyectos impulsados, especialmente desde la participación colectiva fortalecería las democracias, dada la encrucijada social en la que vivimos actualmente.
—¿Cómo impactan estas nuevas formas de hacer?
—Lo que vienen hacer las políticas de Gobierno Abierto es establecer nuevas reglas del juego. Muchas veces las soluciones las tienen las personas que viven ahí. Lo que necesita la ciudadanía es que los gobiernos locales apalanquen esas ideas y les cuenten cómo las llevarán a cabo. En la actualidad la tecnología disponible hace posible una comunicación fluida de doble vía entre gobierno y ciudadanía. En la medida en que los gobiernos abran esos canales de diálogo e interacción, podrá aprovechar su potencial contribución al proceso de gestión estatal. Si la ciudadanía aprovecha la apertura de esos nuevos canales participativos, podrá colaborar activamente con la gestión, promoviendo de este modo los componentes deliberativos y participativos de la democracia.
Una experiencia es la Colaboradora de Zaragoza. Iniciativa que se replicó también en la ciudad de Rosario. Es un espacio gratuito de trabajo donde se puede acceder a todas las herramientas para desarrollar proyectos y brinda la posibilidad de ser parte de una comunidad colaborativa, a cambio de tiempo. Son nuevas lógicas de hacer que no te va a cambiar la cultura de un día a otro, pero si van sembrando las bases de un cambio en las maneras del hacer y eso repercute en las formas de pensar.
—¿Es necesario incentivar aún más la participación y liderazgo que están ejerciendo las mujeres en el Estado, la ciudadanía y la Academia?
—La temática de género es muy importante. En un primer momento se decía que es reconocer a unas minorías —y esto no es así, somos mayorías a nivel mundial—, ése es un discurso que hay que cambiar. No se trata de darle una concesión a una minoría silenciada durante mucho tiempo, sino reconocer derechos, habilidades y dar espacio e ir luchando con todas las brechas de género que existan.
Por ejemplo, en España se habla mucho de la brecha salarial y para poder gestionar la conciliación entre lo profesional, lo laboral y lo familiar se necesita de políticas transversales. En todo eso hay una gran reivindicación y en Argentina la igualdad de género lo encabeza el quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS). No se trata sólo de cuotas, de hecho estoy de acuerdo con las cuotas de género porque son el primer paso, pero luego hay que profundizar.