Llegan cartas
Llegan cartas
"Las huellas de lo humano" (*)
Elyan Ajun (**) y Romina Aguirre (***)
En el 2019, la Escuela Bialik de Santa Fe cumplió 50 años. En su homenaje se llevaron a cabo diversos eventos, uno de los cuales fue el inicio de un gran proyecto: la escritura del primer libro de la institución.
"Las huellas de lo humano" es la recuperación de parte de la historia de la Escuela desde las voces y relatos de docentes, estudiantes, egresados, familias, dirigentes comunitarios y demás integrantes de esta gran comunidad educativa.
Hace 50 años la Escuela comenzaba a brindar educación judía y oficial. Luego, en la década del 90 abrió sus puertas a todos los que deseen ser parte de ella, sin distinción de religión, cultura o creencia.
Como Escuela judía y abierta, sigue educando en valores que a lo largo de las generaciones se fueron transmitiendo, así como también dejando huellas en nuestra sociedad santafesina.
Con una impronta narrativa dejamos escrita parte de nuestra historia con páginas en blanco para seguir tejiéndola. Si algo caracterizó siempre a la Escuela Bialik de Santa Fe es el amor, el trabajo y la pasión con los que -con aciertos y errores- construyó proyectos educativos y humanos. Este es el rasgo que en el libro decidimos revalorizar en una apuesta a repensarnos, a tomar nuestra historia para mirar el futuro. Y en ello somos hijos e hijas de las huellas que la cultura del pueblo judío nos ha legado: la construcción de la memoria.
Aspiramos a la divulgación de este libro en pos de compartir la alegría con toda la sociedad que nos viene cobijando desde tiempos remotos y cuya presentación se realizará el viernes 18 de diciembre a las 12.30hs vía zoom.
Gracias por el espacio. Saludos Cordiales
(*) Relatos y recuerdos a 50 años de la Escuela Primaria Integral N°1205 Jaim Najman Bialik. 1969- 2019
(**) Coordinadora y editora del libro
(***) Directora del Nivel Primario
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Llegan cartas
¿Quién cuida a los que cuidan?
MIGUEL ÁNGEL REGUERA
Desde que se desató la pandemia y las consecuentes medidas de encierro y aislamiento por parte del Gobierno, se pretendió instalar en el imaginario popular que se podía continuar una vida cuasi-normal por medios tecnológicos. Esto fue particularmente remarcado para el sistema educativo, que no suspendió las clases desde marzo y solo postergó "sine die" la presencialidad. A partir de entonces el agobio, la sobretarea, la ausencia de jornadas limitadas, los trabajos en sábados y domingos, la necesidad de adquirir herramientas tecnológicas en 12 o 18 cuotas para afrontar los desafíos del momento, cursos de capacitación y tutoriales sobre el uso de recursos tecnológicos, la contratación de servicios de internet, etc. , se sumaron al cuidado de hijos, acompañarlos en sus tareas, atención de personas en edad de riesgo o con patologías que los ponían en una situación de vulnerabilidad. Los docentes hemos acompañado, contenido, asistido en las dificultades, hicimos todo lo posible para preservar la salud física y emocional de nuestros alumnos, mientras en nuestro entorno caían enfermos compañeros, amigos, vecinos y familiares, algunos de los cuales hoy ya no están con nosotros.
Frente a todo este esfuerzo único, que se suma al invalorable trabajo de los trabajadores esenciales, que tampoco tuvieron descanso, solo hemos recibido de parte de quienes toman decisiones, la necesidad de participar de reuniones generales, por secciones, por departamento, por año, con alumnos, con padres, formularios e informes de todos los colores, que se sumaron a las cientos de tareas que corregimos a toda hora, incluso sábados y domingos. Todo en un marco de miedo, inseguridad, ansiedad e incertidumbre sobre el futuro sanitario y laboral. Yo me pregunto: ¿Los que toman decisiones piensan realmente en el contexto en el que estamos viviendo o solo tratan de justificar el saldo de su caja de ahorro? Hoy más que nunca y ante un futuro tan incierto como en marzo, cabe cuestionarse ¿Quién cuida a los que cuidan?
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Disposición al servicio
UNA PERSONA MAYOR
"La empresa de seguridad a la que estoy abonada me envió un móvil del 911, a raíz de una disparada de la alarma que tengo en mi vivienda. El policía que concurrió, ingresó sin barbijo. Le pedí que no tocara puertas, pasadores, cerraduras, etc., por el problema del coronavirus. Entonces me dijo que él había tenido Covid, hacía un mes y días, pero sin embargo entró sin barbijos, sin guantes, nada... Una vez anterior, policías que llegaron tenían barbijos, incluso alcohol en gel, y ellos mismos limpiaban las cosas que tocaban. Desestimó los servicios de las alarmas porque pueden tener 'fallas técnicas', o activarse con un gato. No pueden entrar, porque para empezar está alambrado el perímetro y entiendo que son alarmas antimascotas. Después negó otra serie de cosas... Para mí es un temperamento flemático que no sirve para ese tipo de trabajo; debiendo estar en escritorio, pero no para andar por los domicilios, cuando la población necesita a alguien que la socorra ante situaciones que la inquietan o preocupan o afligen mucho, de noche y a veces a cualquier hora del día, cuando se producen ingresos a los domicilios. No alguien que actúe más bien negando todo lo que a las personas les pasa. Y cuando uno argumenta que las alarmas se activan, automáticamente dice que las alarmas a veces fallan. Pido por favor que publiquen este mensaje".