Daniel Monticelli
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Anoche, mediante una conferencia de prensa y posterior cena con invitados especiales, las autoridades de la Asociación Mutual, Social y Deportiva Atlético Rafaela festejaron un hecho que marcó todo un hito dentro del automovilismo deportivo internacional, nacional y regional: nada menos que la concreción de la primera fecha del Campeonato Usac, con puntaje para el certamen de los Estados Unidos (por primera vez se efectuaba una prueba con puntos afuera de aquel país), de las denominadas “300 Indy de Rafaela”.
La primera de las dos series, se largó el domingo 28 de febrero de 1971, exactamente a las 16 horas. Esa oportunidad, única e irrepetible, congregó a cerca de 40.000 espectadores —que entusiastamente siguieron las alternativas de dos vibrantes series—, pero por sobre todas las cosas movilizó a toda una ciudad y sus alrededores.
En la charla de anoche, se contaron una y mil anécdotas de lo previo, de lo acontecido desde que los autos llegaron al aeropuerto de Paraná (28 máquinas), hasta el posterior traslado al autódromo de Rafaela. Las refacciones que hubo que hacerle al circuito del óvalo, hasta el banderazo final que vio primero a Al Unser, el campeón de la temporada de 1970 y ganador, con el mismo auto que corrió en el pavimento rafaelino, de las legendarias “500 Millas de Indianápolis” edición 1970.
Escuchar ayer todo el esfuerzo y el empeño que pusieron de manifiesto un puñado de dirigentes encabezados por el presidente de la entidad de ese entonces, Ing. Eduardo Ricotti, junto a Bernardo Kuschnir, titular de la subcomisión de automovilismo de la entidad celeste, muestra a la claras que cuando se quiere, se puede.
Un poco de historia
Todo comenzó en el mes de junio del ’70 cuando el Dr. Vázquez, ex directivo del Atlético regresó desde Estados Unidos, donde había ido a presenciar las “500 Millas de Indianápolis” e informó a la comisión directiva de las primeraa charlas que tuvo con dirigentes del Usac para ver si existía la posibilidad de que ¡los autos de Indy llegaran a correr a Rafaela!
De allí en más se sucedieron las llamadas telefónicas (con lo que suponía obtener una comunicación con EE. UU.), y la gente del Atlético logró que Henry Banks, responsable de relaciones públicas y autódromos del Usac, se llegara hasta la Perla del Oeste santafesina.
Allí se realizaron las conversaciones iniciales en firme con el norteamericano, quien requirió una serie de mejoras en el autódromo, después de ver el serio accidente del 12 de julio del ‘70 de Andrea Vianini, ocurrido a la salida del curvón norte, el cual provocó una serie de roturas de los postes de hormigón y guardarraíls.
Las obras fueron revisadas y confirmadas también por Clarence Cagle, director de Seguridad del Usac. Básicamente se pidió el ensanche de la pista (de 12 a 18 metros), doble hilera de guardarraíls en recta —con tejido de alambre de 2 metros de altura—, y triple en las curvas, reemplazar los postes de hormigón por otros de quebracho de mayor espesor, pavimentar algunas banquinas de los curvones y techar los boxes. Colocación de 10 semáforos en el lado externo de la pista.
En lo económico, hubo que hacer un depósito de 90 mil dólares, más el traslado de toda la delegación compuesta por 137 personas.
La confirmación de que la carrera se llevaría a cabo, la hizo llegar Henry Bunks el 21 de septiembre de 1970. Se realizaría la competencia pero sin puntaje para el campeonato Usac. Ante tal circunstancia la mayoría de los pilotos que corrían en Indy, preferían hacerlo en una carrera del Nascar en Ontario. Por supuesto que inmediatamente el Usac revirtió la medida, la competencia otorgó puntos y las celebridades que corrían, como los casos de Al y Bobby Unser, Lloyd Ruby, Jhonny Rutherford, Johncock, Betenhauser, Leonard, Mike Mosley, Simon, Malloy, Muther, Warren, Simpon, Anthony J. Foit, entre otros, confirmaron sus participación. Quien no vino fue Mario Gabriel Andretti. El ítalo/americano había sufrido una fractura en unos entrenamientos previos.
Llegaron
El miércoles 17 (el 2° viaje fue dos días después), aterrizó en la base aérea de Paraná, el Boeing 707 que traía todo lo inherente para la carrera, las máquinas de competición y el nutrido contingente. Llegaba entre otros, Tony Hulman, nada menos que el dueño del circuito Indiana Motor Speedway (donde se corren las “500 Millas de Indianápolis”).
Luego de alistarse los autos en Rafaela —en los talleres de Carlos y Américo Grossi—, comenzó toda la actividad en pista. El poleman fue Lloyd Ruby, quien con el Mosgoose Ford Turbo, estableció un registro de 59” 74/100 a 278,675 Km/h. El domingo con cerca de 30° de temperatura se desarrollaron las dos series y ambas fueron ganadas por Al Unser con un Colt Ford Turbo.
El único argentino participante fue Carlos Alberto Pairetti, que compitió con un Volstedt Ford Turbo de la escudería de Dick Simon, terminando en la novena ubicación.
Experiencias compartidas
En la velada cargada de recuerdos, no podía faltar la palabra de quien fuera uno de los integrantes de la comisión directiva del Atlético y que aún permanece tan vigente como siempre, Ero Borgogno: “Cuando comenzaron a rugir los motores, creo que todos pensamos en el Ing. Ricotti, uno de los principales precursores de esa hazaña. Pero a todos quienes habíamos colaborado se nos cayó más de una lágrima, pero de alegría y emoción por haber conseguido semejante logro. Fue un sueño cumplido: traer los autos de Indy a Rafaela”, recordó.
Por su parte, Carlos Pairetti, el único piloto argentino que intervino en las “300 Indy” señaló: “Me hicieron varios ofrecimientos, pero me quedé con una de las máquinas de Dick Simon. Era un Ford y ésa fue la vez que más rápido anduve en un auto de carreras: 351 km/h. en la recta. Ellos a lo que más le tenían miedo era a los guardarraíls, porque estaban acostumbrados a los paredones. Fue una experiencia inolvidable”, comentó “Il Matto”, quien está a punto de terminar un libro de 200 páginas donde cuenta todo su historial deportivo.
Para el periodista Enzo Volken, quien el sábado de la clasificación de las “300 Indy” de 1971 inició su exitosa audición “Velocísimo” por LT 10 —que hoy continúa con Ricardo Pallero y equipo—, “fue un hito importantísimo ¿Vos sabés lo que es venir a Rafaela y tener los autos de Indy? Fue algo tan enorme en momentos en que teníamos mucha más capacidad de asombro. Hoy con los medios que tenemos a disposición vemos cualquier cosa, pero en aquella época no era así. Yo transmití la carrera para LT 10 y en esa primera vuelta cuando se te venía esa “jauría” de autos y te hacía temblar la tierra, era algo extraordinario y espectacular”, graficó.
“Mantener viva la actitud”
El intendente de Rafaela, CPN Omar Perotti, presente en el acontecimiento, refirió sobre este significativo festejo: “Para nosotros es un orgullo recordar esta epopeya de 40 años atrás y una obligación de mantener viva la actitud, el gesto y el compromiso de los organizadores. Fueron personas que soñaron y concretaron ese sueño, incluso hasta poniendo sus bienes personales como garantía para que la principal categoría de un país, como es la Indy, saliera por primera vez desde Estados Unidos”, sostuvo entre otros conceptos.
Del Dr. Ricardo Tettamanti, presidente de la entidad rafaelina: “El Atlético y Rafaela son precursores del automovilismo nacional e internacional en diversos aspectos. Para nosotros este es un año muy especial, porque cumplimos 70 años de la primera carrera del TC que se hizo en pista; cumplimos 85 años de las “500 Millas” y ahora estamos festejando nada menos que los 40 años de aquellas memorables “300 Indy”. Ahora tenemos otro sueño: construir —en la sede social de Urquiza y Dentesano—, un edificio que será destinado al Museo del Automovilismo”, aportó.