El día 30 de julio de 1976, solo tenía 16 años. Fuerzas del Ejército irrumpieron en mi casa y en mi vida, para cambiarla definitivamente", afirmó Patricia Isasa, ex presa política durante la dictadura militar, quien sostuvo que "la catástrofe de la que fui víctima directa espero no se repita nunca más".
"Pato" como le dicen sus amigos y familiares, nació en Santa Fe, pero alterna su tiempo por su profesión de arquitecta entre Buenos Aires y los Estados Unidos, se define como "pacifista", porque cree "en la construcción de consensos que nos permiten avanzar aún en la diferencia, con tolerancia".
Es una de los tantos argentinos que viven cada 24 de marzo, Día de la Memoria, en forma muy especial, ya que como ella lo afirma "viví el horror" y además, tuvo la valentía de testimoniar en causas contra represores, hoy condenados y detenidos por delitos de lesa humanidad.
El 30 de julio de 1976, con sólo 16 años, fue detenida por fuerzas del Ejército que irrumpieron en su vivienda familiar, "en mi vida, para cambiarla definitivamente", inició su relato con Télam con voz pausada y mucha tristeza.
"Fui introducida brutalmente en una camioneta, esposada con las manos en la espalda. Nos dirigimos a la Comisaría 1ra. donde me recibió el oficial de guardia al que le dije que estaba enferma de rubeola. Deciden trasladarme a la Sala Policial del ex Hospital Piloto. Me revisan, confirman mi enfermedad, e informan que necesito medicación y reposo. Me trasladan nuevamente a la Comisaría 1ra., donde me aislaron en una habitación vacía", detalló.
Continuó: "Me cubrieron la cabeza con una capucha, me esposaron las manos, los pies, y me ataron las manos a los pies, quedando totalmente inmovilizada en posición de cuclillas durante más de 160 horas. Jamás recibí la medicación, lo que me provocó una fiebre muy alta; con vómitos, chuchos de frío y algunas convulsiones".
"Fui abandonada allí, como una cosa, y las horas pasaron...me interrogaron, me torturaron psicológicamente. Mientras tanto, mis padres, en una búsqueda desesperada se entrevistan con personas "influyentes", para ver si lograban que me liberen, pero siempre se encontraron con respuestas como "está como "NN" en la Comisaría 1ra. No vuelva más", prosiguió Isasa.
"El 7 de agosto me llevaron al hall central de la Comisaría. Me retiran en un auto de civil. Sospechaba mi trágico destino, y eso mismo me impulsaba a preguntarle insistentemente al chofer: "a dónde me llevaban y que va a pasar conmigo", recibí un golpe como única respuesta", indicó.
"Entramos por un garaje, caminé unos metros y me tiraron en una celda inmunda. Las paredes eran de un color amarillento y tenían inscripciones espeluznantes, recuerdo una, que días después comprendí en su total dimensión: "Diosito mío, por favor que no me torturen más", relató.
Prosiguió: "la noche siguiente, se abrió la puerta, un policía me dice "vamos". Luego de ponerme la "capucha", me lleva hasta una habitación de la misma Comisaría, donde me torturaron".
"Desnuda, encapuchada, con apenas 16 años, corrieron varias de las peores horas de mi vida. Me ahogaron varias veces, intercalado con insultos y algunas vagas preguntas sobre mi participación en el Centro de Estudiantes", puntualizó.
"El horror fue creciendo, y decidieron picanearme. Deseaba que terminara pronto, y el desmayo fue mi fuga. Al despertar, al otro día, supe que ya no era la misma adolescente, supe que mi vida habría cambiado definitivamente. Me prometí que todo aquel horror debía saberse y condenarse, para que nunca más se repita", sentenció.
Lo que siguió en la vida de esta santafesina fueron momentos muy difíciles "fui trasladada a distintos lugares, donde mis compañeras me curaron solo con agua, reposo y gran afecto. Me repuse. A veces creo que les debo la vida".
"El tercer domingo de octubre del 76", tuve la primera visita de mis padres luego de estar ilegalmente "detenida desaparecida" casi tres meses. Alcanzaron a decirme: "Por suerte, ahora estas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional", recordó con dolor.
Después tuvo dos visitas más, la tercera fue el 31 de diciembre.
"Entre el 24 y el 25 de febrero del 77", comienza un "operativo maquillaje", que pocos días después entenderíamos su cínico objetivo. Nos hacen limpiar hasta agotarnos. El 27 de febrero llegó la Comisión de Cruz Roja Internacional a quienes les comenté como vivíamos. Los delegados se comprometieron a transmitir nuestras necesidades", contó Isasa.
El 24 diciembre de 1977 le ordenan hacer el bolso, "me encuentro con mis padres y nos llevan al escritorio. Me dijeron que me iba en libertad vigilada".
"Salí de la Comisaría, salí de la muerte, salí a la vida. Quise olvidar todo ese desopilante horror, pero la solidaridad con mis compañeras, y los horrores posteriores me lo impidieron definitivamente", recordó.
Pero la historia de Patricia no terminó allí. "A mediados de marzo del 78" traté de retomar mis estudios secundarios, interrumpidos por el secuestro y detención ilegal. Me impidieron el ingreso por "razones políticas", en septiembre del 78", por fin me dieron la libertad total".
"Ese día comencé a escribir la larga lista de todos mis represores, y sus patrones. A diario la completo. A diario trabajo para que se haga justicia, que quizás repare tanto horror vivido".
Sin embargo, la historia de "Pato" no terminó ahí, en julio del "79 personal de la Policía provincial le secuestra. "Llegamos a la parte trasera de la Guardia de Infantería Reforzada. El régimen de vida era simple y demoledor. Todo el tiempo encapuchados y en la misma posición", hasta que es nuevamente liberada.
"Intentaba vivir en paz, pero en octubre del 79", iba en el auto de mis padres con compañeras de colegio, nos paró una patrulla policial, me reconocen de inmediato y deciden detenernos, y nos llevan a todas. Soy represaliada por el solo hecho de haber estado detenida, y, mis compañeras por carácter transitivo. Nos llevan a la Jefatura de la Policía de Santa Fe. A mí me separan y me llevan a otra habitación aislada de mis compañeras. Allí me amenazan: "cuidate... porque la próxima..", relató.
Varias horas después son liberadas, pero para Isasa "fue la primera vez que pensé que no era la última vez, y que sería mejor irme a vivir a otro lado. En enero del "81, con 20 años, me fui a vivir sola a Buenos Aires".
Pero cuando regresa a Santa Fe, en julio, "salí a caminar una noche, me encontré casualmente con un ex compañero de la escuela y fuimos a un bar. A la salida nos cruza un Ford Falcon, bajan dos hombres de civil con armas largas, nos suben a los empujones y nos llevan a la Jefatura de la Policía. Luego de dos días de detención ilegal, fui liberada. Tenía 21 años. Regresé a Buenos Aires, donde vivo actualmente".
Finalmente, Patricia Isasa dijo a Télam en los juicios de lesa humanidad "quise testimoniar sobre este horror vivido, para que los culpables sean juzgados. Para que los desaparecidos, asesinados, secuestrados, detenidos, presos, exiliados, familiares, amigos y compañeros sean recordados y reconocidos en sus íntimas luchas. Para que se haga justicia y que lo que yo viví no se repita nunca más".
Fuente: Télam