Luis Chizzini Melo
En una Nación joven como la República Argentina el Combate de San Lorenzo marcó un hito en su historia.
En pleno “grito de Libertad” en todo el Virreinato del Río de la Plata, San Lorenzo no fue un hecho más. Su escasa duración de quince minutos, con un número de participantes y armamentos, no nos llamarían la atención, pero todo debe ser analizado en el tiempo y en el contexto político-estratégico en que el triunfo se dio.
De los jóvenes militares llegados en marzo de 1812, San Martín había sido elegido por el Triunvirato por sus antecedentes, para organizar un Cuerpo de Caballería con el nivel y entrenamiento que su experiencia y formación en Europa le permitían transmitir. Se vivía con intranquilidad y desconfianza, y la llegada de estos jóvenes oficiales despertaba alguna sospecha, sobre todo porque eran oficiales de destacada actuación militar al servicio del Rey de España.
Los frutos del adiestramiento y la instrucción desarrollados se vieron reflejados en la marcha rápida de más de cuatrocientos kilómetros que realizaron y el éxito en el campo de combate que les permitió coordinar el ataque al frente y su flanco a órdenes de San Martín y el Capitán Bermúdez respectivamente. Sin dejar de considerar que toda operación militar siempre tiene una dosis de azar, que se reduce para quien tiene experiencia.
No se puede pasar por alto el esfuerzo que implicaba en la época organizar y equipar un regimiento con caballos, arneses, armamento, munición y uniformes, cuestiones importantes que no se pueden soslayar, y que se realizó gracias a la voluntaria generosidad del pueblo de Buenos Aires que le permitió contar con los medios para organizarse.
Es justo también destacar que el último mes de 1812 las provincias de San Luis y Corrientes contribuyeron con hombres reclutados de ellas.
Pero el aspecto fundamental para valorar el combate de San Lorenzo es el marco estratégico en que se desarrolló.
Los realistas dominaban a su arbitrio los ríos Paraná y Uruguay. Montevideo estaba en guerra por la causa de mayo y las tropas, embarcadas en una poderosa flota azoraban las ciudades y estancias más importantes saqueando ganado y todo aquello que fuera necesario para mantener sus tropas, no importando las pérdidas humanas.
El sistema estratégico de las baterías instaladas en 1812 en Santa Fe, Rosario, en Paraná (La Bajada) y Diamante (Punta Gorda) había fracasado. Se buscaba frenar los desplazamientos por las principales vías de comunicación que eran los ríos, pero su falta de movilidad y los contínuos crecimientos de los cursos de agua le restaron efectividad.
En enero de 1813 se empieza a movilizar la escuadra realista a órdenes de Vigodet hacia el interior de río Paraná, lo que motivó que el Triunvirato ordenara a San Martín explorar desde Buenos Aires los movimientos de la Escuadra Española y reforzar, en caso de ataque, alguna localidad hasta la guarnición de Santa Fe.
El triunfo en San Lorenzo logró asegurar el tránsito fluvial por los ríos, el resguardo de las localidades y estancias, y permitió el normal desarrollo de sus actividades.
Desde el punto de vista estratégico, aseguró la continuidad de las comunicaciones y el apoyo logístico a las tropas que operaban al norte del país a órdenes de Belgrano, y las que operaban en la Banda Oriental a orden de Rondeau.
Desalentó un eventual ataque sobre Buenos Aires y redujo la capacidad enemiga de evitar el abastecimiento de víveres y ganado.
El triunfo de San Lorenzo, para el Triunvirato, evidenció el nivel de instrucción y eficacia del nuevo Regimiento de Granaderos y, fundamentalmente, descartó todo tipo de desconfianza sobre la lealtad del Jefe de Regimiento.
Aquellos también apreciaron en San Martín una expectativa para misiones de mayores proyecciones.
Fueron reiteradas las acciones y demostraciones de los hombres preparados por San Martín que dejan plasmado el “honor” de ser parte del Regimiento de Granaderos. Cuestión que el General San Martín resalta en el parte sobre la victoria del 3 de febrero que enviara al superior gobierno y redactara bajo el pino histórico, hoy desaparecido, de San Lorenzo pero que sobrevive en todos los retoños que fueron distribuidos a lo largo de nuestro territorio.
San Lorenzo fue el único combate librado por San Martín en nuestra tierra.
El historiador José Pacífico Otero escribió sobre el combate de San Lorenzo: “Como se ve, la Patria no era ya una esperanza; era una realidad, y San Martín surgía como su fuerza o entidad auspiciosa. La trayectoria de este héroe sería continental, sus victorias lo llevarían del Plata a Cuyo y de aquí a los Andes, y de Valparaíso, dominando el Pacífico, hasta los muros de Lima, pero esto no haría olvidar a San Lorenzo. Piedra fundamental de sus triunfos, está ahí y es por esto que siendo pequeño como triunfo, dado lo reducido de su teatro y de los beligerantes, no lo es considerado en sí y en su trascendencia”.
El doctor Leoncio Gianello lo evoca en “Canto a San Martín” y en una de sus estrofas lo describe:
“Pero llega a la Patria el Esperado, / el héroe predilecto de la gloria, / el fiel acero en libertad templado, / el genio de sublime trayectoria / que saldrá del combate coronado / con el lauro inmortal de la victoria, / y que viene a ofrecer su invicta espada / de la Patria ante el ara venerada.”
La Asociación Cultural Sanmartiniana cree propicio difundir esta hazaña durante el año, en diversos ámbitos, compartir los hechos y anécdotas que rodearon al Combate y rendir homenaje a aquellos 16 granaderos que entregaran su vida por el ideal de libertad que pregonaba el pueblo de estas tierras.