De la Redacción de El Litoral
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Ranwel Caputto es un productor agropecuario que trabaja en la zona de islas ubicadas al este de nuestra ciudad, al sur del distrito costero de Alto Verde. Su emprendimiento ganadero sufre periódicos ataques de delincuentes, que se adueñaron del lugar e imponen su propia ley.
“La isla Clucellas es tierra de nadie. En realidad, el lugar problemático también incluye a la isla Boquerón. Ahí se vive como en el ‘lejano oeste’, pero en peores condiciones, porque nosotros no nos defendemos a los tiros”, comparó esta mañana Caputto.
El productor explicó que el robo de ganado y el faenamiento clandestino, entre otras cosas, son moneda corriente en la zona de islas. “Cada dos por tres encontramos animales muertos. La policía y los Pumas (Guardia Rural) no cuentan con los recursos necesarios como para garantizar la seguridad en ese sitio. Para poder arrestar a los delincuentes tienen que agarrarlos ‘con las manos en la masa’. Encima, cuando detienen a alguno al poco tiempo recupera la libertad, porque el abigeato es considerado un delito menor y el juez siempre considera que actúa por hambre”, se quejó.
“Para colmo -agregó-, esas islas son usadas como refugio por sujetos que escapan de la policía. Su paisaje las convierte en el escondite ideal. A eso lo sabemos todos”.
“También, la semana pasada nos entraron a robar y se llevaron una carabina calibre 22, una escopeta de un caño calibre 16 y linternas, entre otras cosas. Lo más grave que nos sucedió fue hace un par de meses, luego de una denuncia que hicimos. Delincuentes le prendieron fuego a la vivienda del encargado, con él adentro. Afortunadamente, pudo salir ileso por una de las aberturas antes de que las llamas destruyan la casilla”, relató.
El último incidente ocurrió el jueves por la noche, cuando justamente dos efectivos de los Pumas se quedaron a dormir en nuestro puesto. “Es una clara señal de que no le temen a nada -aseguró-. Al día siguiente encontramos dos novillos carneados. Más tarde, el encargado salió a recorrer el lugar y encontró otro animal muerto. En ese momento, fue rodeado por cinco o seis sujetos que desaparecieron cuando el trabajador llamó con su teléfono celular a la Guardia Rural. Cuando llegaron los Pumas, recorrieron las inmediaciones y hallaron 27 animales más que habían sido arriados hasta un rincón y estaban listos para ser faenados. En este momento, tengo 15 animales heridos de bala. Les disparan y esperan a que caigan para ir a buscarlo”.
Finalmente, el productor remarcó la necesidad de contar con un destacamento en esa zona. “Ya lo hemos hablado con las autoridades. Hace falta más vigilancia. Tendrían que ser efectivos que se muevan a caballo, para que puedan trabajar adecuadamente. En esas islas, vive mucha gente honesta, que se ve obligada a ayudar a los delincuentes”.