Luis Rodrigo [email protected] Los llamados “agrodiputados” van a retroceder -ahora también numéricamente- con la renovación de los mandatos de diciembre próximo en el Congreso de la Nación. No menos de la mitad de los dirigentes agropecuarios que, en 2009, llegaron al Poder Legislativo se va a quedar sin su banca, sea porque no tuvieron el envión suficiente al disputar espacios partidarios internos, porque no contaron con los votos necesarios en las Paso, o porque sencillamente consideraron que sus posibilidades de participación en el mundo de las cómodas poltronas de las Cámaras legislativas está agotada. Debe advertirse que antes que en cantidad, los “agrodiputados” ya habían retrocedido en términos políticos. La base de su programa -su consigna- era lograr que el gobierno nacional retroceda con las retenciones a las exportaciones de productos agropecuarios, un mandato que no lograron hacer realidad aún cuando en el Congreso el kirchnerismo perdió la mayoría, durante toda la segunda mitad del gobierno anterior. La estrategia que siguieron fue formar filas en los partidos opositores que los cobijaran, pero también confiar en el discurso de una parte de los dirigentes del justicialismo que bramaban contra el gobierno, pero en los hechos... Para los “agrodiputados”, legisladores que nacieron de la rebelión contra el pago de impuestos a la producción primaria, fue muy difícil -sobre todo en los dos primeros años de sus mandatos- explicar a sus representados por qué no se pudo al menos atenuar las retenciones. Su inexperiencia en política parlamentaria también facilitó una sucesión de frustraciones, que hoy se coteja en esos números. Consideraron que era importante presidir las comisiones de Agricultura y Ganadería y muy pronto mostraron esos cargos a sus bases, pero descuidaron Asuntos Constitucionales y Legislación General. (Y lo más importante, no pesaron las reuniones entre los jefes de los bloques). En 2013 los partidos políticos opositores ya no los buscaron, ni les rogaron que ocuparan los primeros lugares en sus listas. Aquella firma reutemanista Las decepciones comenzaron cuando la oposición parecía tener el número necesario para imponer condiciones al gobierno nacional en el Senado de la Nación. En agosto de 2009 la senadora Roxana Latorre eligió no entorpecer la marcha de un proyecto de ley del oficialismo para obtener una renovación de las facultades delegadas por el Congreso al Poder Ejecutivo, entre ellas la de fijar las retenciones a las exportaciones al campo. (Una ley similar acaba de aprobarse, sin tantas tensiones). En Asuntos Constitucionales, la legisladora por Santa Fe Federal firmó el despacho, al igual que los senadores K. Así el oficialismo evitó demorar el debate, en una Cámara que ya era famosa por el voto no positivo del entonces vicepresidente Julio Cobos, en su conformación anterior. Latorre fue senadora porque Carlos Reutemann, su par, la bendijo para volver al Senado con “Santa Fe Federal”, la lista que venció a Rubén Giustiniani, también electo senador en 2009 (pero por la minoría). Aquella situación fue primero interpretada como un traspié, un detalle más del tipo de liderazgo de Reutemann o “una traición” como subrayaron muchos dirigentes agropecuarios, dentro y fuera del Congreso. Pero la realidad diría otra cosa, a Latorre muchos más la iban a imitar. Marcaría una tendencia. Y que el peronismo, pese a todo, es uno. Efecto 2011 La senadora no fue la única dirigente del justicialismo que volvió al oficialismo. Y en caso de Santa Fe, para abril de este año ya era K la mitad de los legisladores que fueron en la boleta ganadora de Reutemann. Acaso haya pesado en esa decisión de los dirigentes peronistas santafesinos el triunfo del kirchnerismo en 2011. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner logró números muy altos para renovar su mandato también en aquellos distritos emblemáticos donde “El Campo”, sólo cuatro años atrás, había despertado una fuerte adhesión mucho más allá de las tranqueras de las propiedades rurales. Ganó en todo el norte santafesino. Y a nivel nacional el ejemplo más citado es por supuesto el de Gualeguaychú, cuyo piquete en la ruta 14 duró meses, pero CFK ganó con el 41,21% de los votos.