Cuando una arbitrariedad de la AFA privó a Colón de jugar las finales del Nacional ‘72
Los sabaleros ganaron en Mendoza, Boca lo hizo ante Huracán y Colón terminó segundo en su zona, a cuatro puntos de los xeneizes. La reglamentación decía que si el segundo terminaba a cuatro puntos o más del primero, no jugaba la semifinal (¿?).
La Chiva Di Meola, uno de los ídolos de la historia sabalera, marcó uno de los goles de aquél partido en Mendoza. Los otros dos fueron de José Luis Córdoba y el Patito Brítez.
El fútbol argentino siempre fue “materia disponible” para elaborar reglamentaciones tan extrañas como injustas. Y esto fue lo que sufrió Colón la segunda vez – y última – que le tocó enfrentar a Gimnasia y Esgrima de Mendoza, pues sólo había, hasta el de este sábado, dos antecedentes de enfrentamientos entre estos dos clubes: uno en el Nacional de 1971 y el otro en el de 1972, ambos en Mendoza.
En 1972, Gimnasia y Colón jugaron por la última fecha. Colón llegaba como escolta de Boca en la zona B, mientras que San Lorenzo terminó siendo puntero (y luego campeón) en la zona A, seguido de River. Boca tenía asegurado el primer puesto antes de disputarse esa jornada final y jugaba contra Huracán. Pero la reglamentación – absurda bajo todo punto de vista - le exigía a Colón que terminase a menos de cuatro puntos del líder para entrar en el cuadrangular final (¿?) y enfrentar, en la semifinal, a San Lorenzo. Colón jugaba en Mendoza y Boca lo hacía ante Huracán. Había cuatro puntos de diferencia entre ellos. Final del encuentro en Mendoza con victoria sabalera por 3 a 1. Todavía se jugaba el partido de Boca y estaba 0 a 0. Algarabía en los jugadores de Colón y en los dirigentes e hinchas que habían viajado, pero escuchando por radio las noticias que llegaban desde Buenos Aires porque el partido de Boca no había terminado. Hasta que en el final llegó la frustración. Gol de Galletti (el padre del “Huesito”) y victoria de Boca. Los cuatro puntos de diferencia se mantuvieron y así, con esa reglamentación insólita, Boca y River jugaron la única semifinal y San Lorenzo – dirigido por el Toto Lorenzo - esperó al ganador (que fue River) para jugar la final, que terminó ganando con el recordado gol del “Lele” Figueroa en cancha de Vélez.
Ese último antecedente entre Colón y Gimnasia tuvo como protagonistas en Colón a Costantino; Silguero, Spadaro, Trullet y Sosa; Cococho Alvarez, Ripke y José Luis Córdoba; Brítez, Di Meola y Zibecchi. En el segundo tiempo, Zimmerman entró por Cococho Alvarez y Daniel Borgna lo hizo por el Piojo Zibecchi. El banco ordenado por José María Silvero, el entrenador que había recomendado el Vasco Urriolabeitia, se completó con Bertinat, Gutiérrez y el Mono Olivares (el jugador más joven en debutar en la historia de Colón, con 16 años y algunos meses, superando a Mauricio Baldesarre).
Así cubrió El Litoral aquél último partido entre Colón y Gimnasia de Mendoza, cuando una reglamentación absurda de la AFA privó a los sabaleros de meterse entre los cuatro mejores del Nacional de 1972.
Por su parte, en Gimnasia y Esgrima de Mendoza jugaron Camargo; Castellanos, Guaymas, Vicino y Pereyra; Aguirre, Ibañez y Burgos; Fornari, Patire y Grudzien. Luego entraron Paiva y Aceituno. El arquero suplente fue el Chano Pedone, un histórico en el Lobo mendocino.
“Notable triunfo de Colón para cerrar una campaña brillante”, fue el título de El Litoral, con una bajada que señalaba: “Ratificó en Mendoza la calidad de su fútbol” y un apartado que rezaba: “Fervor de pueblo para plasmar la gran hazaña”, haciendo referencia, en este último caso, a lo que fue la recepción que hicieron los hinchas al plantel, desde Sauce Viejo a Santa Fe, cuando el avión que lo trasladó desde Mendoza, vía Buenos Aires, aterrizó en el aeropuerto.
El presidente sabalero era el contador Carlos Salerno, mientras que el ingenerio De Bianchetti y el “Pajarito” Rossi (le regaló un entero de Lotería para el Gordo de Navidad a los jugadores) ocupaban puestos principales en la estructura del fútbol, entre otros. Esto pasó hace casi 52 años (fue en diciembre del 72), sin embargo las opiniones de los dirigentes se podrían transpolar tranquilamente a la actualidad. “Es cierto que es demasiado tarde para darnos cuenta de tamaña arbitrariedad, pero la AFA debiera constituirse de una vez por todas en defensora de las instituciones, cumpliendo así su función de casa madre del fútbol argentino y no en enterradora de los intereses de los clubes. Colón, por ejemplo, se ve perjudicado en no menos de 25 millones de pesos que seguramente le hubiesen correspondido por jugar la semifinal”, señalaron los directivos al unísono.
Mientras tanto, en Santa Fe se anunciaba la llegada de “Gaby, Fofó y Miliki”, Santiago Bal actuaba en Noemí Café Concert (propiedad del empresario Eduardo Riom, en San Martín al 1826), Víctor Heredia y Los Trovadores se presentaban en Unión, Donald llegaba al Centro Gallego, el grupo santafesino Virgem se presentaba en el festival de Barock en la plaza Francia porteña y la Sociedad de Músicos anunciaba sus bailes en Sargento Cabral, República del Oeste, el club SanMartín en Piquete Las Flores, Llambi Campbell, Unión Santo Tomé, Monte Vera y Helvecia, todos en simultáneo, como así también Ferroviario organizaba sus inolvidables bailes con dos escenarios y dos pistas, con la actuación de Los Reales, Los Marcos, el grupo Tiempo, A. Tomé y Los Dados Rojos.
Desde ese momento hasta la actualidad, Gimnasia y Esgrima de Mendoza y Colón transitaron caminos diferentes y nunca más volvieron a enfrentarse. Pero ese antecedente resulta muy valioso e inolvidable. Fue el cierre de una gran campaña sabalera, que injustamente y por esas cuestiones reglamentarias que ha tenido – y sigue teniendo – el fútbol argentino, se le negó la chance de quedar a dos partidos de ser campeón e inscribir su nombre como semifinalista de ese Nacional.
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