Como esas noches inolvidables que parecían no tener fin. Algunas afuera del país, otras en el Brigadier López prolongando la euforia por las calles de la ciudad hasta que el irremediable avance de las horas y algún lejano alerta de “muchachos, a dormir que mañana hay que madrugar”, interrumpía el delirio del festejo. Noches de agonía futbolera, de goles increíbles, de victorias tan sufridas como trabajadas. ¿Cómo no recordar aquellos partidos de la Libertadores del 98 con equipos encumbrados y con historia como los de Perú u Olimpia?, ¿cómo olvidarse, más acá en el tiempo, de aquella noche con el San Pablo hace un año?. Imposible.
Todo arrancó en la Conmebol 97. Mucho tuvo que ver Pancho Ferraro con esa campaña extraordinaria del Clausura de ese año, cuando lo sacó subcampéon al equipo de Leo Díaz, Ibarra, Medero, Aquino, Castagno Suárez, Pedrito Uliambre, Saralegui, Castillo, Müller y compañía. Era la “U” de Chile el primer rival internacional que llegaba, oficialmente, a jugar un partido al Cementerio. Un grande trasandino. Y Colón, en un partido para el infarto, logró emparejar la serie con una victoria y luego le ganó en los penales. Después llegaron aquellos partidos de la inolvidable Libertadores del 98 cuando el profesor Córdoba lo metió entre los mejores 8 del continente cuando a la Libertadores iban los dos mejores de cada país. Alianza Lima, Sporting Cristal y el mismísimo Olimpia de Paraguay cayeron en el Centenario. También la Universidad Católica tuvo su traspié en el Cementerio, en aquella Libertadores de 2010. Todo esto sin mencionar aquellos grandes partidos, también internacionales, pero ante rivales del país, como ocurrió en sendas Sudamericana con Vélez y Racing en distintos momentos.
Zulia no tiene el atractivo ni la historia de las dos “U” de Chile, Alianza Lima, Sporting Cristal, Olimpia de Paraguay y San Pablo, todos grandes de una Sudamérica que empezó a conocer en serio a un Colón de grandes convocatorias —aquí y afuera—, de hazañas futboleras y festejos prolongados.
No es por desmerecer a Zulia, pero el incipiente —y no exento de crecimiento— fútbol venezolano que quiere codearse con los grandes y que viene con un proyecto en el que mucho tuvo que ver el actual dueño de este club, no tiene todavía la “chapa” o la historia de otros grandes de este continente, algunos de los cuáles llegaron a levantar la tan ansiada y cotizada Copa Libertadores. Pero llegar a semifinales en este momento de la Copa Sudamericana, no deja de ser un hecho histórico por el que se lo mire, aún a expensas de que en este camino, a Colón, le ha tocado la ventaja de un camino que supo sortear con relativa comodidad en el caso de Deportivo Municipal de Perú y River de Montevideo, apareciendo el equipo en el momento que más lo necesitaba: para jugar un buen partido en cancha de Argentinos Juniors y llegar a cuartos por la vía de los penales, algo que también fue un sello histórico de Colón en las copas internacionales (recordar nomás lo que pasó con Universidad de Chile, Olimpia de Paraguay y San Pablo).
No importa las limitaciones que muestra el equipo, ni tampoco las dudas y la inestabilidad del técnico. La ilusión del hincha va más allá de los nombres propios, de los protagonistas de turno. Después, el resultado deportivo inclinará la balanza para un lado o para el otro. Habrán decisiones que tendrán que madurar con frialdad los dirigentes, que para eso están. La gente quiere hacer historia, participar de esa historia. Y quedar a tres partidos de un título. Sólo a tres partidos...