Mano a mano con un ídolo sabalero, por más que él no lo quiera decir...
"Chupete" Marini: "Cambiaría mi gol en Tucumán por haber ascendido con Colón el día de los penales"
Aquél "pibito" que tocaba el redoblante en la barra y que alentaba a los mismos jugadores con los que luego compartió el plantel. El que se "rateaba" en la escuela para ir a jugar a la pelota al club. El que dijo "no" a la transferencia que podría haberlo salvado económicamente, porque lo único que quería era la gloria en Colón.
Fernando Nicola Adrián Marini no se arrepiente de nada, ni siquiera de haber desechado ofrecimientos que le hubiesen cambiado por completo la ecuación económica. Prefirió quedarse en Colón a ganar algo. Ascendió, pero lo más importante, fue que se hizo millonario por el cariño de la gente.
Hay cuatro imágenes imborrables en la vida de este hombre. Una es el llanto desconsolado en Córdoba después de perder la increíble final con Banfield; otra es la del accidente en el mejor momento de su carrera, bajando de la circunvalación de la costanera; las más felices se dieron la noche del gol a Unión en tiempo de descuento para ganar el clásico y el golazo en Tucumán en la primera final por el ascenso. Por las buenas y también por las malas, porque surgió de Colón, porque jamás pensó en otra cosa que no sea en Colón, porque se ganó el amor de la gente, lo generó, lo cuidó, le correspondió y nunca lo traicionó. Por todo eso, el hincha lo elevó al pedestal de ídolo. No importa en qué lugar, comparado con otros grandes de la historia. "Chupete" Marini está ahí, en ese sitial selecto, exclusivo, reservado sólo para aquéllos que dejaron una huella imborrable. Ese surco de amor mutuo será eterno. Jamás podrá perderse, ni siquiera lo hará el tirano paso del tiempo cuando se convierte en condenatorio al olvido, el nombre de Adrián Marini que está guardado en ese cofre al que sólo acceden los que sacan el pasaporte eterno a la idolatría.
-¿Te sentís ídolo?
(Piensa, se ruboriza, mira para abajo) -... Eso no lo puedo decir yo...
-Bueno, tratemos de descubrirlo entonces y arranquemos por el principio. ¿Vos no sos el "verdadero Chupete" Marini?
-¡No...! Es mi tio Angel Marini... El jugó un tiempo antes que yo en Colón, estuvo poco, un año o un año y medio y en descendencia me quedó a mí.
-¿Y ligaste el apodo?
-Waldemar, un compañero, me dijo "¡Oh...Chupete... Te vamos a empezar a decir así!.. Y quedó... De chiquito me decían Chupete, creo que tenía 9 años.
-¿La "movía" como vos tu tío?
-¡No lo ví jugar!... Era "9", igual que mi viejo... Todos me decían que eran buenos, pero no llegué a verlos... Bah, a mi viejo lo ví una vez... Me pareció que tenía mucha mentalidad, hizo un par de jugaditas que me quedaron grabadas. A mi tio no... Después, yo fui demostrando cosas que ellos tenían, me fui perfeccionando... Pero no los ví jugar.
-¿Dónde naciste?
-En Barrio Alfonso, que ahora es Santa Lucía... Roque Sáenz Peña y Juan de Garay... Jugaba en Asoem... ¡En las canchas del famoso Pancho!... Todavía lo "veo" con su barcito, ja... Yo iba todas las tardes con mis amigos.
-¿Eras buen o mal alumno?
-¡Bueno!... Bah, por momentos... Me gustaba más ir a Colón. A los 4 o 5 años ya iba a la escuelita, mi mamá me buscaba temprano, me sacaba un ratito antes de la escuela y me llevaba... Pasaba horas en el club... Por ahí me "rateaba"... ¿Sabés lo que hacía?, le tiraba los útiles a Jorge, un amigo, y me iba al club... Después volvía, buscaba los útiles y me iba a mi casa.
-¿Tu vieja te creía que habías ido a la escuela?
-¡Yo creo que no...! Pero ella sabía que lo mío era el fútbol. Yo quería triunfar, me dediqué a eso, a jugar a la pelota...
-¿Qué te llamaba la atención de Colón en ese tiempo?
-Yo miraba la práctica de la primera de Afa, me sacaba fotos con los jugadores, me gustaba quedarme fuera de hora, tirando tiros libres... A veces me pasaba una hora, solo, pegándole a la pelota... Me anonadaba ver los entrenamientos… Me acuerdo poco de los jugadores, pero me acuerdo de Chaparro, del Negro López... ¡Cómo desbordaba y tiraba centros el Negro!... Llegué a verlo a Cococho, pero muy poco. Y cuando llegué a Primera me encontré con el Loco González y Cañete.
-Y de los técnicos que tuviste en inferiores?
-Todos te dejan algo... Pero hubo uno, que fue Tonono Franco... Sabía mucho, buena gente... El me tuvo como cinco o seis años... El sabía que me gustaba llegar al área y hacer goles... Mirá, en mi carrera jugué en varios puestos, pero mi posición preferida fue la de jugar suelto y cerca del área.
-¿Qué te acordás del día del debut?
-¡Todo...! Fue muy loco... La semana anterior había estado tocando el redoblante y el bombo en la tribuna... ¿Sabías que iba a la barra?... Llegábamos, nos abrían la puerta y nos metíamos... En ese momento, estaba en la primera de Liga... Esa semana previa Colón pierde un partido en Santa Fe y el lunes me suben a primera... Y a la semana, Reynaldo Volken me lleva al banco contra Tigre en Buenos Aires... En el segundo tiempo entré con Rolando Barrera...
-El de la selección juvenil del '79, el zurdo que salió de Newell's...
-Me acuerdo que me agarró del hombro, me abrazó y me dijo: "Pibe, hacéla fácil, la primera pelota dásela en el pie a un compañero, asegurala...".
-Fue un momento de recambio, entraron muchos chicos en ese proceso...
-¡Claro...! El Tato Enrique, yo, el Negrito Ortiz, Juanjo Ferrer que ya venía de antes pero quedó ahí, el flaco Correa... Eramos muchos... En ese momento también estaba el "Tucu" Molinas, un jugador muy interesante que después volvió y salimos campeones en el '95... ¿Sabés quién era un fenómeno?, la "Flaca" Vergel... Tenía unas condiciones impresionantes, zurdo, le pegaba muy bien a la pelota... Yannicelli, el arquero, también... Bueno, ellos no tuvieron muchas chances. La "Flaca" después jugó un poco más...
-¿Tu mejor año fue el 92-93, el de la final con Banfield?
-Sí... Ese fue un gran campeonato... Hice muchos goles, el equipo jugaba bien, llegamos a la final contra un muy buen equipo, pero nosotros éramos mejores. Merecíamos ascender ahí.
-Si tuvieses que volver el tiempo atrás, ¿cambiarías el golazo en Tucumán que le dio medio ascenso a Colón por haber ascendido en ese torneo de la final con Banfield?
-¡Claro que lo cambiaría!... Fue muy duro eso, me mató haber perdido esa final por penales...¡Sufrí tanto!... Yo tuve la revancha, pero mis compañeros no la tuvieron. Nos criamos de chiquitos con muchos de ellos... ¡Por mis compañeros cambiaría ese ascenso del '95 por haberlo logrado dos años antes!
-¿Adolfino Cañete fue el mejor socio que tuviste?
-Hubo otros... Pero Cañete me enseñó a cuidar la pelota, a ubicarme, a perfilarme... Aprendí mucho que no sabía. Era sencillo, humilde, excelente persona. Me enseñó a pegarle a la pelota en los tiros libres.... Y después vino el Loco González, que me terminó de moldear.
-¿Cuál era mejor?
-El Loco era directo, te atacaba. El "Fino" era más exquisito en el juego, más armador... El Loco llegaba y le gustaba hacer goles. El "Fino" era más constructor de juego.
-¿Cuál de los dos te retaba más?
-¡Cañete…! Pero me retaba bien... Se enojaba cuando me ubicaba mal y me decía cuándo tenía que tocar de primera o encarar... Eso sí, te indicaba y lo tenías que hacer como él te lo decía, porque si no, ¡se enojaba!
-Siempre ví en vos a un jugador con una enorme capacidad para cubrir la pelota, para protegerla con el cuerpo cuando tenías al defensor a tus espaldas...
-!Eso lo aprendí de Cañete!... Y del Loco, a ver la forma de salir rápido... El Loco, en un metro, te sacaba dos... De Cañete aprendí la protección de la pelota y del Loco la salida explosiva. "Vos ponés el culito para atrás y no te la van a sacar", me decía el "Fino". Y el Loco me decía "está bien, poné el culito para atrás, pero enseguida te perfilás y salí rápido", jajaja...
Alejandro Villar / Archivo El Litoral La tristeza y la alegría, los dos extremos de la vida, en dos imágenes. Una es en Córdoba, el día de la increíble derrota por penales ante Banfield. La otra es en el vestuario de Colón, levantado en andas la tarde del ascenso ante los tucumanos. Las dos postales del ídolo.
La tristeza y la alegría, los dos extremos de la vida, en dos imágenes. Una es en Córdoba, el día de la increíble derrota por penales ante Banfield. La otra es en el vestuario de Colón, levantado en andas la tarde del ascenso ante los tucumanos. Las dos postales del ídolo.Foto: Alejandro Villar / Archivo El Litoral
-Volvamos a ese partido en Córdoba, ¿todavía te duele?, ¿el tiempo no pudo borrarlo de tu mente?
-Yo tengo la tristeza presente todavía. Es como que me solté después en Tucumán, no quería dejar pasar la posibilidad. Yo quería ganar sí o sí ese partido y tuve la suerte de entrar y meterla. Si perdíamos esa final no me iba a poder levantar nunca más. Pero estaba muy seguro. Entré con unas ganas terrible.
-En el medio de esos dos momentos, vino el accidente. ¿Marcó tu carrera?, ¿pensaste que no ibas a jugar más?
-¡En ningún momento!... Fue una quebradura de dos dedos y los doctores Vega, Calvo y Rezzet hicieron un trabajo sensacional, igual que el Tano Porta... Siempre pensé en curarme y salir a jugar... Me ayudó a pensar muchas cosas aquél accidente... Dios estuvo conmigo, me ayudó, me curó, me dio otra oportunidad en todo sentido.
-¿Sentiste que cambió algo luego del accidente con los dirigentes, teniendo en cuenta que eras el jugador a vender?
-... Yo tuve muchas chances de irme... Los dirigentes querían venderme y yo no me quería ir… ¿Sabés por qué?, porque yo quería salir campeón con Colón… Pude irme a China, a Estados Unidos... Estaba con Verónica que es mi señora, mi familia, no me arrepiento de no haber ido... Capaz que algún dirigente se pudo haber enojado.
-¿Priorizabas Colón y no la plata?
-¡Seguro... Y no me arrepiento!... Jamás me arrepentiré... Lo que yo viví en Colón y el ascenso no se paga con dinero... Se paga con pasión, amor y sacrificio.
-¿Te ponés a pensar que podrías haber sido un millonario?
-¡Siempre lo pienso!... Uno siempre piensa en cómo no nací en este tiempo... Nacimos en otro tiempo, en otra época. El fútbol está así. Jugás dos partidos bien y ya te quieren vender y vos te querés ir… Pero fijáte que en River, cuando descendió, todos querían volver para jugar y sacarlo campeón... Eso hay que lograr en Colón, que quieran la camiseta y que quieran volver por algo grande a Colón.
-Eso tiene que ver con ese sentido de pertenencia y es bueno que los jugadores de hoy escuchen esto que vos decís...
-Tengo la suerte de decirle a los chicos que dirijo todo esto que yo viví, se la trato de inculcar... La cuestión es que llegue y quiera ganar algo con el club.
-¿Cuál fue tu mejor partido?
-No quiero ser soberbio, pero fueron muchos...Contra Unión siempre jugué bien… Me acuerdo el último, cuando hace el gol Ingrao para Unión, lo empata Pichón Juárez de penal y a los 48 del segundo tiempo meto el gol al segundo palo, en cancha de ellos... Lo perdíamos 1 a 0 arrancando el segundo tiempo, lo dimos vuelta y lo ganamos. Jugué muy bien ese día.
-¿Cuál es la anécdota que nunca te vas a olvidar de contarle a tus nietos?
-Tengo varias… Me quedo con la de la cancha de Boca, el día de la vuelta de Maradona a Boca cuando volvió de Italia... Cuando salgo a reconocer el campo de juego, apenas llegamos al estadio, la cancha estaba llena... Entonces, miro para arriba y estaba la hinchada de Colón, sobre el lado del Riachuelo... Y por ahí se escucha: "Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, no será Maradona, este es Chupete con su ballet"... Eso me quedó grabado, se me caían las lágrimas... Yo saludaba y no entendía nada... ¡Debutaba Maradona, la cancha llena, no entraba un alfiler y me estaban cantando a mí!... Todavía se me pone la piel de gallina---
-Entonces, vuelvo al principio. ¿Te sentís ídolo?
(Vuelve a pensar) -...Yo me siento querido por la gente, siento que Colón me dio mucho y que yo le dí mucho... Yo quise salir campeón con Colón y lo logré... Era lo único que quería... No era dinero, sino la gloria y con la camiseta que amo... No sé si soy el indicado para decir que soy un ídolo... Quizás ustedes o la gente...