Para muchos resultó una decisión apresurada, pero el consejo de fútbol de Boca ratificó en el cargo a Hugo Ibarra y todo indica que van a "morir" con él por más que el resultado del clásico que se avecina lo aleje de la conversación por el campeonato. Uno no está impregnado del mundo Boca y no sabe si lo que Riquelme y compañía hicieron fue un apoyo consciente y efectivo o tener a alguien que dirija al equipo hasta que a principios de año llegue el técnico que realmente quieren y que hoy no está en condiciones de asumir. Ellos sabrán.
La dirigencia de Colón no hizo lo mismo con Chupete Marini. Pero hay una diferencia entre el momento en el que se lo presentó al grupo de jugadores, antes de Vélez y este otro, antes de Tigre. Aquélla vez, con técnicos en danza y charlas variadas para ofrecerles la conducción del plantel, se lo anunció como interino a sabiendas de que había muchas chances de que sea por un solo partido, como fue. En ese partido -el de Vélez- ya Rondina estaba observando a su futuro plantel desde un sillón del palco. Esta vez fue diferente. Cuando se lo "presentó" al plantel, no se mencionó la palabra "interino", pero tampoco nadie salió a decir públicamente que Adrián Marini será el técnico de Colón hasta que termine este torneo (restan 12 partidos).
Chupete tiene a su favor que, de los 15 partidos que jugó Colón (algunos con Falcioni, otros con Rondina y los dos que dirigió él), las mejores actuaciones del equipo se dieron en los dos encuentros que tuvo a él en el banco. Aparte, se notó la entrega y el compromiso de los jugadores, condición indispensable para que el entrenador pueda ver reflejada, en la cancha, su tarea y planificación.
Cuando terminó el partido, Chupete Marini se anotó en la carrera. Palabras más, palabras menos, dio a entender que se siente capacitado, que se preparó durante mucho tiempo y que quiere tener la oportunidad de demostrar. "Chapa" no le falta. Quizás, experiencia. Pero la experiencia se va logrando con las oportunidades, no con los años. Los últimos técnicos que vinieron a Colón fueron de muchísima experiencia. Falcioni, ni hablar; Rondina cumplió 600 partidos como entrenador estando en Colón. Sin embargo, no pudieron encontrar el rumbo futbolístico.
Un antiguo dirigente del fútbol santafesino, tenía una frase de cabecera: "Yo banco al entrenador, hasta un minuto antes de echarlo". La frase es excepcional como excusa para no decir públicamente lo que, por dentro, está pensando. Rondina no tuvo la banca de Vignatti, más allá de que las actuaciones del equipo dejaron que desear y el propio Rondina lo asumía cada vez que hablaba ante la prensa, incluso luego de su única victoria, aquélla de Junín ante Sarmiento. El tema es saber si verdaderamente hay un convencimiento de parte de la dirigencia (de Vignatti) para que este hombre que fue clave en el primer éxito futbolístico de su gestión (el gol en la primera final ante San Martín, en Tucumán, en el ascenso del 95) pueda tener este tiempo para demostrar hasta qué punto logra encauzar un equipo que ha perdido jerarquía, pero que al menos mostró una cara respetable y rescatable en los dos partidos que lo tuvo en el banco.
Todos los entrenadores dependen de los resultados, pero detrás de esos resultados hay un trabajo que se tiene que observar, una forma de juego que se puede analizar y un tiempo que se puede otorgar. En pocas palabras, sería muy ingrato si la dirigencia lo pone a Marini contra la pared con la exigencia de que tenga que rendir examen en cada partido, porque, en ese caso, un tropezón será caida. Y eso no es saludable para nadie. Ni para un técnico de 1.000 partidos de experiencia ni para otro que llega a dar una mano pero necesita un "cachito" de confianza y respaldo.