En vísperas del arranque del torneo que lo recibe como el campeón del fútbol argentino
Colón afronta el desafío de no dormirse en los laureles
Hay que ratificar todo lo que hubo para convertirlo en el mejor equipo de la Copa. La base se mantuvo, llegó Formica por el Pulga y, como pasó en el torneo pasado, seguramente algún retoque más habrá cerca del cierre del libro de pases.
Colón afronta el desafío de no dormirse en los laureles
¿Qué será peor para Domínguez, esperar la evolución de los nueve jugadores con covid, terminar de armar el plantel o ver cuál es el mejor equipo que puede poner en cancha ante River?. Es que, por mérito propio y por la muy buena respuesta que le dieron sus jugadores, Domínguez logró que todos rindiesen hasta por encima de lo esperado. Y a tan pocos días de estrenar el título de campeón, ya en otra competencia, tiene que esperar por las consecuencias de este mal que aqueja desde hace un año y medio a la humanidad y, a la vez, elegir a los mejores que puedan interpretar su idea futbolística a riesgo de dejar afuera, casi en forma injusta, a jugadores que le respondieron, muchos de ellos en forma impensada para los que no viven el día a día del plantel.
A la salida del Pulga Rodríguez logró reemplazarla con la llegada de Mauro Formica, un jugador con menos aptitudes de delantero que el Pulga y más de volante o constructor de juego, sin el mismo coeficiente de gol que el tucumano, aspecto distintivo del jugador que fue goleador y figura del torneo pasado, hoy decidido a luchar por otra cosa (el descenso) en Gimnasia.
El esquema base de Domínguez contempló casi siempre en el arranque de una compañía para Rodríguez. Al principio fue Leguizamón, luego apareció Facundo Farías y en alguna ocasión fue Wilson Morelo. De todos modos, Colón terminó siendo campeón jugando sin un "9" de área, sin una referencia concreta frente al arco rival sino con jugadores que llegaban desde atrás y que le dieron gol.
El 3-4-2-1 flexible del principio, se convirtió en un 4-4-1-1 bastante movible en la parte final. La flexibilidad del principio la daban el hecho de jugar con tres centrales y dos jugadores por afuera con aptitudes de marca y proyección. Así se vieron algunos buenos pasajes de Eric Meza (puesto que luego perdió a manos de Mura), que hicieron olvidar todo lo bueno que hizo Vigo y que le permitieron emigrar a River. Y también se pudieron ver los mejores pasajes de Gonzalo Escobar (muchas veces desplazado por Piovi), quien justamente terminó encontrándose con su mejor nivel en la parte final de su recorrido por Colón.
En los partidos finales, aparecieron figuras inesperadas. Christian Bernardi en la semifinal y en la final, Cristian Ferreira en el partido decisivo ante Racing. Sus aportes no sólo le dieron la derecha al técnico por la confianza dispensada, sino que respaldaron el concepto más importante a nivel colectivo: cuando un equipo funciona, cualquier pieza que se coloque, engrana y no le quita eficacia a su rendimiento. Y así fue. Pero en lo táctico, Colón terminó jugando con línea de cuatro atrás, con un volante posicional para contener (Lértora) y con cuatro jugadores delante suyo con mucha movilidad (Aliendro, Castro, Bernardi y Ferreira), más un Luis Rodríguez de escasa preponderancia en el partido decisivo del torneo y sin ocupar una posición fija en el ataque.
Domínguez sabe que tiene la misma base que lo llevó a levantar la copa y que si el covid lo permite, puede armar un equipo que ya tiene rodaje, conocimiento y sobradas muestras de entendimiento. Antes de empezar el torneo pasado, soñaba con una línea de tres que nunca utilizó (Bianchi, Goltz, Delgado). Allí apareció Garcés y hoy, con el torneo que hizo, el pibe de las inferiores acumuló todos los méritos para seguir siendo titular si es que Domínguez retorna a las fuentes. Tiene a Meza y a Mura para pelear el puesto por derecha, a un versátil Piovi para adecuarse a cualquier posición por izquierda (y hasta de segundo central, como jugó en la final) y luego tendrá que elegir del medio hacia arriba, con la sensación de que habrá una linda lucha por los pocos lugares que quedarán disponibles, porque Lértora, Aliendro y Castro, sin dudas, son titulares indiscutidos y fijos para Domínguez.
Farías, Ferreira, Bernardi, Formica, Morelo y Leguizamón, por mencionar sólo a algunos, resultan variantes interesantes para que Domínguez vaya armando -esperando por la llegada de algún jugador más si el mercado lo permite- un equipo que mantenga la enorme regularidad que tuvo a lo largo de la Copa de la Liga Profesional en la que hizo historia.
Muchas veces, los equipos que ganan algo terminan desarmándose. A veces pasa porque se llevan a los mejores jugadores, otras porque se cumplen algunos ciclos y se aprovechan los momentos para dar un salto de calidad. De Colón se fue el jugador más importante, pero no parece -con respeto lo digo- que el de pasar a Gimnasia se haya convertido en un salto de calidad. Puede que sea desde lo económico, pero no desde lo deportivo. Sin dudas que la elección no pasó por este segundo aspecto, porque en Colón tenía frente a sí la posibilidad -renovación de contrato mediante y con aumento- de jugar otra final a fin de año y la Copa Libertadores en el 2022.
La base está y es la del campeón. No hay nada que esperar en cuanto a que el equipo consolide una idea de juego, salvo que el virus no impida que Domínguez pueda tener a los jugadores que él considera imprescindibles para afrontar el primer partido. Y si esto ocurre -lo de la imposibilidad de contar con alguno de ellos- será por un solo partido.
Este plantel hizo lo que pocos creían que se podía conseguir y escribió la página más gloriosa de la historia de Colón. Ninguno de ellos querrá borrar con el codo todo lo bueno que se escribió con la mano e irán por revalidar este indiscutible concepto de "mejor equipo del torneo", que con muchos merecimientos obtuvo con el título logrado. La premisa será la de no dormirse en los laureles, aprovechar el envión y ratificar todo lo bueno que se consiguió, con esfuerzo y dedicación, para constituirse en un muy buen equipo.
River y su adaptación al "nuevo" Monumental
De los nueve partidos que River jugó en su cancha después de las obras que lo habían mudado la temporada pasada a Independiente, ganó cinco (Central, Colón, Junior, Aldosivi y Santa Fe), empató uno (Racing) y perdió tres: una de esas derrotas fue, justamente, frente al Argentinos Juniors de Milito (las otras, ante San Lorenzo y Fluminense). Los números no cierran del todo, pero más allá de eso por varios tramos del semestre pasado se notó que faltaba cierta precisión en el juego.
Por ese motivo, el plantel de River estuvo entrenando el sábado en el Monumental, escenario en el que recibirá el domingo a Colón y también lo hará este lunes.
Faltan apenas un par de días para que River inicie la competencia del segundo semestre de 2021 con el decisivo partido de ida de los octavos de final de la Copa Libertadores ante Argentinos: este miércoles a las 21.30 en el Monumental. Y que este domingo por la mañana el volante uruguayo Nicolás De La Cruz haya vuelto a entrenarse de manera liviana y apartado del grupo principal que Marcelo Gallardo ya tiene listo para salir a la cancha es un indicio más que aleja al charrúa del primer chico de la serie contra el Bicho.
Franco Armani; Gonzalo Montiel, Paulo Díaz, Héctor David Martínez o Javier Pinola, Fabrizio Angileri; Agustín Palavecino, Enzo Pérez, Enzo Fernández o Julián Álvarez, José Paradela; Matías Suárez y Agustín Fontana o Braian Romero, es el equipo que tiene en mente Gallardo. Luego llegará el momento de preparar el encuentro ante Colón con el que ambos equipos abrirán su propia temporada, el domingo que viene a las 18.
2 jugadores
Emigraron de la base que utilizó generalmente Domínguez durante el campeonato en el que se coronó campeón: el Pulga Rodríguez y Escobar. También se fue Lucas Acevedo (a Platense), pero jugó casi nada.