- "Ellos corren mucho, porque ustedes juegan con esto... ¡Con esto! Odio cuando no quieren la pelota ¡Lo odio!"
La ráfaga de fútbol y goles en el complemento, para sepultar a Argentinos en el Cementerio, fue lo mejor de la Era Pipo. Botta y Álvarez, dos "10" juntos, una raza en extinción. La tenencia de la pelota, la clave sabalera.
- "Ellos corren mucho, porque ustedes juegan con esto... ¡Con esto! Odio cuando no quieren la pelota ¡Lo odio!"
- "Entrenamos todos los días para esto. Tienen permiso para cometer un error. Tienen permiso para perder la pelota"
Los periodistas deportivos (en especial los comentaristas) somos jugadores y entrenadores artificiales (antes se decía "frustrados") en esto de la pelotita. Una de las cosas que añoro es, alguna vez, escuchar una charla técnica profesional cuando un equipo va perdiendo el primer tiempo, corrige el rumbo y aplasta en el capítulo final. Porque si bien el incomparable holandés Johan Cruyff patentó que "los entrenadores somos 90 por ciento en la semana y sólo un 10 por ciento el día del juego", en ciertas ocasiones esos 15 minutos del descanso suelen ser sagrados. Algo debe haber dicho, similar a esos dos frases de Pep Guardiola que cito en el inicio de mi columna.
Para muchos parecerá exagerado: los 20 minutos del complemento, con tres goles y tres tapadas de Arias, no sólo fue lo mejor de la Era Pipo en Colón; creo que estuvo a la altura del relojito de Eduardo que se coronó en la noche de San Juan. Cualquier equipo normal con entrenador convencional, perdiendo 1-0, en descenso directo y antes de un clásico a los seis días, hubiera vuelto con un par de cambios desde el mismo vestuario. Sin embargo, Gorosito no tocó nada. Bah, en realidad, les debe haber tocado algo más importante que un cambio de nombre por nombre. Porque el Colón que salió a jugar el complemento fue una aplanadora, una máquina de atacar, generar, hacer goles (tres) y transformar a Arias en la figura rival.
El valor de la reacción se mide en belleza propia (fútbol-total) y en la medida del rival lastimado. Porque la defensa a la que Colón hizo estallar por los aires era la defensa de Argentinos; no la de Arsenal. O sea, reducir a la mínima expresión al equipo sensación de la fecha anterior (había goleado a Talleres y llegaba puntero de la zona) agiganta el vendaval sabalero con la pelota en los pies.
Se reconoce la intervención salvadora y sanadora de "Nacho" Chicco; la capacidad goleadora de Ramón "Wanchope" Ábila; la certeza que contagia Paolo; el relojito que fue Cardozo Lucena. Pero, a la hora de los méritos, Colón lo rompió todo a Argentinos con "dos 10" desequilibrantes como fueron Botta y Favio, cada una anotado con asistencia de gol. Es decir, Colón se puso de moda con una raza de futbolistas en extinción.
Siempre se dice, invocando a José Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mi circunstancia". El fútbol, muchas veces, es el equipo y las circunstancias. Ese 0-1, de local, en descenso solitario y antes de un clásico, lo ponía a Colón frente a la peor de las circunstancias. Imaginar algo más complicado, imposible. Más allá de los goles regalados por el "Bicho" y de ese leve mejoría del final. Aunque nadie lo diga ahora, parecía la famosa mejoría de la muerte.
¿Puede un entrenador cambiar la historia en 15 minutos de charla?. O es como dice Cruyff, que el técnico hace todo en la semana y el día del juego...no juega. Como si esa frase de "El Negro Jefe", la famosa "los de afuera son de palo" en el Maracanazo del '50, también hiciera mención al DT (además de la gente).
La realidad, con el diario del martes (se jugó lunes), es que algo dijo y algo hizo "Pipo" en esos minutos sagrados perdiendo con Argentinos 0-1 y quedando en descenso, mientras la multitud iba al baño o buscaba para tomar en medio de una tensa calma.
Algunos hablan, desde la frialdad táctica, con frases como "se cerró Favio mucho más cercano a Cardozo Lucena" o "simplificó Guede al sacar un punta como Heredia" y frases similar. Todo bien con la famosa idea de "ocupar y atacar" los ahora modernos "espacios vacíos", pero Colón lo quebró a Argentinos porque jugó mucho mejor con la pelota en los pies. Y en ese rubro, Botta y Favio fueron lastimadores seriales. Torrent, que parece más duro que Conor McGregor, era un papelito al viento que volaba para cualquier lado sin parar a nadie. Colón le hizo tres en 20 minutos; sino fuera por Arias, le duplicaba la cifra.
Muchos se preguntarán porqué tan poco en Alta Córdoba y porqué este fútbol-total con Argentinos con un puñado de días entre un partido y otro. Simple, la pelota: si Colón la tiene, lastima; si la pierde, sufre. Es un equipo armado para jugar no para esperar ni para aguantar.
En los finales de los '60, la vieja televisión argentina ponía en pantalla a Narciso Ibáñez Menta con un mix de terror y suspenso: "El Hombre que volvió de la muerte". Se dice que no hay ningún tape de registro de Elmer Van Hess en Argentina. Si es real que quedó alguna copia, la tenía guardada Colón.
Porque Colón, perdiendo 1-0 ese primer tiempo con Argentinos, de local, en descenso y a días de un clásico, volvió de otro lado. El equipo de "Pipo" no volvió solamente del vestuario para brillar en el complemento. Colón, además de volver del vestuario, volvió de la muerte.