(Enviado Especial a Buenos Aires)
Hubo “proezas” sabaleras en esta cancha, como el ascenso del 65 y una victoria en el 70 para quedarse en Primera. Deboli y Curcio firmaron contrato y seguirán en el club.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Metida en pleno barrio de Villa Crespo, la cancha de Atlanta es de tan fácil acceso que se puede llegar en subte y está ubicada a dos cuadras de la avenida Corrientes. La fisonomía del barrio ha cambiado muchísimo en estos últimos tiempos: ya no hay más empedrado y a una cuadra está el Movistar Arena. Entre el fútbol y la música, el barrio se activa con un movimiento inusitado. El lunes 19 actuará David Bisbal y luego hay seis shows programados de Maná en ese mini estadio que cuenta con capacidad para 15.000 espectadores.
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El último partido que jugaron Atlanta y Colón en Villa Crespo, se remonta a la temporada 90-91 y tiene una particularidad: en Colón jugaba el actual presidente, Víctor Godano. Aquél partido terminó 1 a 1 y correspondía al torneo de Primera B Nacional. Los goles fueron marcados por Mauricio Baldasarre para Colón (centrodelantero al que hizo debutar Victorio Cocco un par de temporadas antes) y Fabián Castro para Atlanta. A Colón lo dirigía Ramón Cabrero, mientras que el entrenador de Atlanta era Angel Mamberto. El partido se jugó el 22 de setiembre de 1990 y Colón alistó ese día a Perassi; Moralejo, Torletti, Godano y Siviero; Capocetti, Zacharsky y Rolando Barrera; Bastía, Baldesarre y Verdirame. Luego entraron Juan José Ferrer y Marcelo González en el equipo de Cabrero. En Atlanta, entre otros, jugaban Renato Corsi (había sido campeón con Argentinos Juniors en el equipo de Yudica), Favio Spotorno, Sergio Escudero y en el segundo tiempo entró otro jugador que fue campeón con los Bichos de La Paternal: Carlos Adolfo Ereros.
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La estadía de Ramón Cabrero en Colón fue corta. Llegó procedente de Deportivo Italiano, donde había conseguido el ascenso. Se encontró con un club con muchas complicaciones económicas, pero trajo jugadores que no rindieron en la medida de lo esperado. Apenas, Capocetti, Bastía y algunos chispazos de Rolando Barrera, un zurdo que había formado parte del equipo juvenil campeón del mundo en Japón.
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De todos modos, ese partido con Atlanta (que luego descendió a la Primera B) no fue el último que Colón disputó en el estadio de Villa Crespo. Años después le tocó volver, ya estando en Primera, porque en esa cancha hacían las veces de local tanto Argentinos Juniors como Deportivo Español. De tal forma que Colón, ya en la máxima categoría, jugó allí en la temporada 95-96, cuando cayó ante Deportivo Español por 1 a 0, con gol de Galván. Todavía al equipo lo dirigía Enzo Trossero (luego fue reemplazado por Ricardo Rezza) y Colón formó ese día con Leonardo Díaz; Jorge González, Ameli, Rodríguez Peña y René Gómez; Toresani, Kuzemka, Agoglia y Jara; Claudio García y el Tuca Risso. Luego ingresaron Víctor Müller y “Totó” García. Como dato de color, en Español jugaba Castagno Suárez, quien meses más tarde llegó a Santa Fe para vestir la camiseta de Colón. Es decir que Colón no pisa esa cancha desde hace 28 años.
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A propósito de Mauricio Baldasarre, es poseedor de una historia muy particular en Colón. Debutó con apenas 16 años y 7 meses. El único jugador que lo superó en toda la historia de Colón, es el Mono Olivares (uno de los tantos nombres en común entre Colón y Atlanta porque jugó en los dos), que lo hizo con 16 años y 3 meses. Mauricio se fue de Colón a Independiente, luego volvió a Colón (en la temporada donde le marca el gol a Atlanta) y posteriormente se fue a Newell’s. “Era un jugador muy técnico, parecía un 9 brasileño”, dijo alguna vez Gustavo Marín, que compartió con él aquél equipo que se denominó volante de Colón y en el que también jugaron el Zurdo Verdirame y el Pájaro Búttera, entre otros, en tiempos en que no había reserva porque Colón jugaba el ascenso. “Entrenábamos en la cancha auxiliar, donde hoy está el estacionamiento, que era toda de tierra, o si no, en la olla enfrente de Cilsa. Dábamos la vuelta al lago y los partidos de inferiores se jugaba en la cancha principal, así que había cientos de partidos ahí”, comentó Baldasarre en una entrevista a El Litoral.
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El primer triunfo de Colón en Primera División en cancha de Atlanta se dio en 1968, cuando le ganó 1 a 0 con gol del Pato Colman. Anteriormente, se habían enfrentado por primera vez en 1966 y Atlanta había goleado por 5 a 0 con tres goles de Salomone, que luego brilló en Racing. En ese partido del Metropolitano del 68, Colón formó con Drago; Jáuregui, Lezcano, Sanitá y Mareque; Colman, el Beto Tardivo y Can Can Ceballos; el Mencho Balbuena, Orlando Medina y Ferreyra. Diez años después, Colón le ganó por última vez a Atlanta en Primera. Fue en 1978 y lo hizo con un gol de Lalo Vega. La formación sabalera fue con Andrada; Aráoz, Horacio Rojas, Zimmerman y Fertonani; Mazo, Roldán y Russo; Monzón, Luñiz y Vega, dirigidos por el Gitano Juárez.
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El mejor año de Atlanta en la A fue en 1973, cuando clasificó para disputar la fase final del torneo Nacional que se definió en un cuadrangular que se jugó, todos contra todos, en cancha neutral. El campeón fue Rosario Central, en tanto que los otros integrantes del cuadrangular fueron San Lorenzo, Atlanta y River. El goleador de ese Nacional fue Juan Antonio Gómez Voglino, de Atlanta, con 18 goles; lo siguió Morete, que jugaba en River, con 15 y luego se ubicaron Rubén Cano, también de Atlanta (luego terminó jugando en la selección de España el Mundial de 1978), con 11 goles, al igual que Mario Alberto Kempes, que estaba en Instituto e hizo la misma cantidad.
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La última vez que Atlanta le ganó a Colón en su estadio, fue en 1985. En abril de ese año, aquél equipo que había armado Federico Sacchi y que, gracias a la chequera voluminosa de Joaquín Peirotén, el presidente de Colón por aquél entonces, contó con la llegada de jugadores que venían con muchísima chapa (entre ellos Waldemar Victorino, campeón del mundo con Nacional de Montevideo cuatro años antes), cayó ante Atlanta por 2 a 1. El gol de Colón lo hizo el recordado “Caña” Belén.
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Muchos nombres en común entre ambos clubes, algunos de ellos de inolvidable paso por Colón: Omar Atondo, Carlos Buttice, Daniel Cano, Daniel Carnevali, Cristian Castillo, Juan Alberto Castro, Rubén Coletti, Julio Correa, Victoriano Dominé, Néstor Martín Errea, Alexis Ferrero, Cristian García, Fabio Giménez, Raúl Guereño, Osvaldo Mazo, Daniel “el Mono” Olivares, Cristian Pellerano, Mario Quinteros, Oscar Riccardi, Aldo “Pichón” Rodríguez, Ricardo Aniceto Roldán, Rubén Sacconi, Sebastián Sciorilli, Nicolás Talpone, Eduardo “Lalo” Vega y Javier Vergel, son algunos de ellos.
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En las últimas horas se produjo la firma del contrato del delantero Franco Deboli, de 23 años, quien en la segunda mitad del año pasado militó en un club de segunda división de Ecuador. La extensión del contrato de Deboli es hasta diciembre de 2025. Lo mismo ocurrió con Nahuel Curcio. En este caso, el goledor de la reserva en el torneo pasado firmó su primer contrato con el club, hasta diciembre de 2025. Ninguno de estos jugadores son tenidos en cuenta, al menos por el momento, por el técnico Iván Delfino, pero en preservación del patrimonio, la dirigencia encabezada por Godano resolvió que ambos continúen en la institución e integren, por ahora, el selectivo que dirige Martín Minella.
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El remozado estadio León Kolbowski de Atlanta se inauguró en 1960. Sin dudas que los dos partidos más importantes que ha jugado Colón en esa cancha, no fueron precisamente ante Atlanta y ambos se dieron en el mes de diciembre, aunque de diferentes años. En 1965, el 14 de diciembre, Colón vencía a Deportivo Español con gol del Mono Obberti y lograba el ascenso a Primera División ante una multitud que colmó la amplia tribuna general del estadio de Villa Crespo. Cinco años después, en 1970, Colón vencía 5 a 2 a Almirante Brown en el Reclasificatorio y conseguía mantener la máxima categoría. Ese torneo se jugaba en cancha neutral y se designó el estadio de Atlanta. Fue una definición angustiante y Colón se vio también beneficiado por la derrota de Quilmes ante Ferro. Las crónicas de la época destacan la vuelta olímpica que dio el plantel cuando, acompañado por una multitud, llegó al estadio del barrio Centenario procedente desde Buenos Aires, ya en horas de la mañana del domingo. Y también el rol fundamental que ocupó uno de los vicepresidentes, Héctor Piccioni, que estaba al frente del fútbol profesional.
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Ese mismo día y a poco más de un mes de haber destronado a Nino Benvenuti, se presentó Carlos Monzón en el Luna Park, derrotando por nocaut en el segundo round a Charles Austin en una pelea no válida por el título mundial. No estuvo lleno el Luna Park ni mucho menos. Todavía el público porteño le retaceaba el apoyo a Monzón, algo que luego consiguió con creces y se convirtió en un gran ídolo. El gran público porteño “no le perdonaba” a Monzón el haberle ganado a Jorge Fernández, arrebatándole la corona argentina y sudamericana antes de pelear con Benvenuti por el título del mundo.