Volvió a desperdiciar un penal y lo hizo figura a Marchiori, el arquero de los tucumanos. Sigue último, no sale del fondo y se viene Boca en La Bombonera.
El final de otro partido con cabezas agachadas. Colón no puede cambiar su mala racha.
Crédito: Pablo Aguirre
No tiene un solo jugador que sea figura, desequilibrante, indispensable. Ya no tiene esa jerarquía que lo llevó a pelear arriba, ganar una estrella y jugar copas. No tiene juego ni fútbol asociado. Los progresos, todos con Gorosito, son en mini-cuotas y no alcanzan para nada.
No le sobra nada a Colón, le falta de todo. Y dentro de lo que le falta, no tiene nada de liga, de suerte, de buena leche. Porque en el cruce de los peores (último contra penúltimo), mereció más. Sin embargo, otra vez desperdició un penal y ya es el tercero que rifa desde los doce pasos. Y lo hizo figura al arquero rival.
Claro que eso no cuenta para ganar ni para salir del fondo. Ni para cortar esta sequía que es más larga que la del campo sin lluvias en este 2023. En el sistema de tres, el punto de local te condena. Y queda en evidencia que lo que sobran son nervios: silbidos y reproches a pesar del pedido de “Pipo” con su repetida frase de “nadie juega mejor con insultos”.
En ese primer tiempo, el dato fue que en el baúl de los penales insólitos (no tanto como el de Paolo en Avellaneda,pero…), Bruno Bianchi decidió meterle un empujón sin pelota a Neris cuando esa primera parte se terminaba. Fue tan alevoso lo que hizo el zaguero ex Colón, ignorado por completo por los hinchas sabaleros, que el juez ni siquiera necesitó VAR. Es más, estaba tan bien ubicado que además revoleó la amarilla para el zaguero tucumano.
La pidió el delantero uruguayo, que llegó a Colón por gusto y pedido de Marcelo Saralegui. En el mismo arco donde el “Conejo” Benítez había errado dos penales en una misma jugada, adivinó el golero tucumano y se quedó con algo demasiado anunciado, sin dirección ni demasiada potencia.
Si alguna vez se escribió que “Maradona era mortal porque había errado un par de penales seguidos”, Colón hizo tres por uno. Porque si bien es cierto que “Wanchope” luego la metió de rebote, la realidad es que el penal había sido malogrado en la noche de Avellaneda.
Colón arrancó mejor esa etapa y lo terminó mejor, con una linda sociedad de espacios entre JP Álvarez y Pierotti (de lo mejorcito en lo individual) por la derecha del ataque sabalero. Entre el buen inicio y el cierre, lo del medio del sándwich fue una hibridez total. Y esas indecisiones de Colón le dieron ánimo a un equipo que llegaba a Santa Fe con casi 200 días de sequía sin victorias lejos de Tucumán.
El “Bebe” Acosta la tiró arriba desde adentro del cuadro chico y Estigarribia ensayó una pirueta voladora de espaldas en la misma zona.
La tabla denunciaba, con Colón último y Tucumán penúltimo, que se juntaban el hambre y las ganas de comer. Y eso quedó en claro al finalizar los primeros 45 minutos en el Cementerio de los Elefantes.
En ese torbellino de necesidades, con más debilidades que fortalezas, lo del penal fue un guiño del destino para el dueño de casa. Sin Delgado y sin Ábila, dos de los mejores pegadores técnicos de este plantel, Neris vio la chance de “agrandarse” pero el penal fue a las manos del golero tucumano que se corrió un poquito a su derecha para quedarse con una pelota clave en Santa Fe.
Si el primer tiempo fue a puro golero tucumano, lo que vino después fue superador: se lo sacó tirándose a la izquierda a Neris (volada espectacular a cuatro metros) y se revolcó para el otro lado para decirle que no a Arrúa. Y, de yapa, se lo sacó cruzado a “Wanchope”. Fue, lejos, la figura de su equipo y de la cancha.
Ver a Colón, de principio a fin, con jugadores como Nardelli, Moreyra, Troncoso y Taborda en el campo de juego es la mejor foto de lo que advierte Gorosito en el scaneo de cinco fechas al frente de este plantel sabalero con sus falencias. Que a nadie se le ocurra hablar de proyecto. Es obligación y no convicción. Es la consecuencia de los errores en el armado y el tiempo perdido. Juegan los de abajo porque los de arriba no arreglan nada.
Colón se hunde ahí en el fondo, es el único que no ganó en el torneo argentino, alcanzó uno de sus peores arranques profesionales y su gente empieza a vivir cada partido al borde de un ataque de nervios.
No tiene fútbol, no hay figuras, se perdió la jerarquía y ni siquiera “Pipo” Gorosito pudo pegar el volantazo ganador por ahora. Falta mucho, pero la última posición siempre duele. La mejoría no alcanza.
Entre tantas cosas que perdió y le faltan, está la suerte. No liga nada Colón. Falla penales, hace figura a los arqueros rivales, erra goles de abajo del arco que parece un show del blooper. Colón, en su propio Cementerio, está meado por los propios elefantes que alguna vez enterró.
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