Hugo Ibarra: "el mejor gol de mi carrera lo hice con la camiseta de Colón"
Este domingo, el Negro Ibarra y Chupete Marini volverán a abrazarse como aquella noche en la Ciudadela tucumana, en la ida de la final por el ascenso, cuando Ibarra peleó una pelota en las inmediaciones del área, se la dio a Marini y éste clavó un remate espectacular en el ángulo, comenzando a hacer realidad el sueño de la vuelta a la A.
Hugo Ibarra: "el mejor gol de mi carrera lo hice con la camiseta de Colón"
Corría la década del '90 en sus primeros años y la realidad de Colón, institucional, económica y futbolística, no era de las mejores. La pensión estaba ubicada debajo de la tribuna oeste y había muchas carencias. Hugo Benjamín Ibarra era un formoseño que había llegado por indicación del "Mono" Daniel Olivares, aquél delantero que apareció también muy jovencito en la primera de Colón y se destacó en un seleccionado juvenil a mediados de los 70, además de convertirle un gol al Loco Gatti en uno de los clásicos que Colón ganó en el '75. Anécdotas como "hacíamos flexiones de brazos y piernas para entrar en calor, en el invierno, porque nos duchábamos con agua helada", o "poníamos tramperas para las ratas y al otro día aparecían muertas", o "teníamos que elegir una comida por día porque no había para dos", o "mandábamos a los rubiecitos a conocer a las chicas del Fonavi para que nos inviten a comer", fueron algunas de las que el Negro Ibarra mencionó, no sin dejar en claro la importancia que tuvo José Luis Silva, un dirigente que ya no está y que fue muy importante en el manejo del fútbol amateur de Colón en esos tiempos tan duros. "La primera vez que volví a Formosa a visitar a mis viejos, fue con la idea de no regresar. José Luis me mandó los pasajes para que vuelva y cuando llegué, me encontré con otra realidad", contó el Negro en una de las tantas entrevistas. Describió una realidad de lo que le tocó vivir en esos tiempos. No en forma peyorativa, tampoco a manera de queja. Fue lo que le tocó en "suerte". Una historia difícil que por muy poquito lo hace desaparecer de Colón y del fútbol. En definitiva, se sobrepuso y fue el sacrificio para lo que luego llegaría: una carrera colmada de éxitos.
"Colón me dio la chance, si no hubiera sido por Colón mi pasar por el fútbol hubiese sido muy difícil. Fue el club que me abrió las puertas, me dio la posibilidad de quedarme, de fichar y fue el sacrificio de uno mismo, de los compañeros y de todos. Hoy me pone muy contento ver cómo están las instalaciones, conocí el predio, la pensión y es admirable cómo está todo. Colón fue mi trampolín, la vidriera que me mostró como jugador. Y eso me llevó a que clubes como Boca o los europeos se fijaran en mí", confió Hugo Ibarra al colega Emiliano Nunia en una entrevista que realizó en Super Deportivo Radio en Villa Trinidad.
"Cuando llegué a Boca, fue empezar de cero. En Colón tenía un apellido y ese apellido era uno más en Boca. ¿Qué extraño de Colón?, todo. Concentrar, ir a la cancha y ver a los hinchas ir por las calles de Santa Fe rumbo al estadio. Jugar a las 3 o 4 de la tarde y ver cómo sufrían los otros equipos por el calor o aquél partido de David contra Goliat, cuando le hicimos cinco goles a River. El hincha de Colón me trató de maravillas y el hincha de Unión me ha respetado, puedo ir a Santa Fe, todos me saludan y agradezco el cariño. Santa Fe es mi segunda casa", señaló el hombre que se cansó de ganar títulos en Boca y que hoy tiene la dura misión de conducir al equipo profesional.
Esta foto fue tomada luego de la victoria de Colón en Tucumán ante San Martín, en la ida de la final por el ascenso. Chupete Marini, el Negro Ibarra y el inolvidable Pampa Gambier junto a Gabriela Sabatini, una de las mejores deportistas de la historia de nuestro país. Crédito: Guillermo Di Salvatore.
Pocos saben que Ibarra no era "4", sino volante. Llegó a jugar como volante lateral y también como volante central. Cuando arrancó el torneo que le dio el ascenso a Colón, el primer "4" que puso Chabay fue Jorge González, el paraguayo que había traido el recordado Hugo García junto a otros compratriotas (Fariña, Vázquez y Lugo, entre otros). De inmediato, rotó posiciones con el Negro. Y en esa función de volante por derecha, terminó jugando Javier López de titular. Recuerdo un día en "El Quincho de Chiquito", en una charla con Chabay cuando apenas se habían jugado un puñado de partidos de aquél maratónico torneo de la B Nacional que se presagiaba durísimo por la presencia de un Estudiantes plagado de grandes jugadores. "Tengo la defensa para jugar en Primera si ascendemos: Ibarra, Ameli, Kobistyj y Unali", dijo Chabay. No estuvo tan lejos. Kobistyj no se quedó en Colón, pero llegaron Montelongo primero, Rodríguez Peña después y también estaba Leonardo Sciacqua para jugar en esa posición. Chabay fue el que lo puso de "4" y lo fundamentaba: "Ibarra, de '4' y arrancando desde 20 metros más atrás, va a tener más panorama". No se equivocó. Algo sabía Chabay: en esa posición fue campeón del mundo con Racing e integró, en Huracán, uno de los equipos más recordados de la historia del fútbol argentino en 1973.
Sobre eso habló Ibarra con Nunia: "En la Liga jugué de volante, muchas veces ofensivo, porque tenía buen manejo, hasta que un entrenador (por Chabay) llegó a Colón y me dijo que iba a jugar de 4. En ese momento era ni pensar y decirle que sí. Si me daba la camiseta de arquero, también la agarraba".
-¿Alguna deuda pendiente por aquello que viviste antes de llegar a Primera?
-Ninguna. La pasamos mal, quizás porque los dirigentes no veían ni sentían que las divisiones inferiores era esencial para la primera, pero al hincha de Colón le estoy muy agradecido. A esa gente que me invitó a su casa a comer una empanada, tomar una sopa o comer un asado no me cansaré de decirle gracias. No me voy a olvidar nunca de Colón, por más que la haya pasado mal en la pensión. Colón me dio la posibilidad de ponerme la camiseta de un equipo de Primera y fuimos socios, porque tuve que trabajar mucho. Fuimos dos socios de lujo, nos fue muy bien, ascendimos, salimos segundos en torneo en el '97, Colón nunca había tenido un equipo así en su historia y clasificamos para la Libertadores. ¿Qué más se puede pedir?
-En Colón hice uno de los mejores goles de mi carrera. O mejor dicho, el mejor. Fue contra San Martín de Tucumán, una tarde. Gambeteé a todos desde la mitad de cancha y entré con pelota y todo al arco. Algunos partidos eran televisados y otros no, por eso no se vio tanto. Lo tengo enmarcado como recuerdo, porque eludí a cinco o seis jugadores. Un día en un restaurante en Buenos Aires, alguien me toca la cintura desde una mesa. Me doy vuelta, saludo y me pregunta si lo conocía. Lo miré y le dije que no, porque la verdad es que no me acordaba. Y me dijo: "Vos nos hiciste un golazo en el que gambeteaste a todos. Y el último era yo...". Era el arquero de San Martín de Tucumán.
Con Chupete Marini compartieron aquellos tiempos que no parecen tan lejanos. Chupete debutó antes. El Negro se sumó después, cuando Ildo Maneiro le vio condiciones y un día se animó a ponerlo. Después, Chabay hizo lo suyo. Y Chupete fue una rueda de auxilio cuando ese equipo del ascenso necesita un socio para el Loco González o un reemplazante para aquél paraguayo que tuvo un año de lujo en Colón, tan esplendoroso como ese logro inolvidable de volver a Primera. Los dos -Marini e Ibarra- no podrán olvidar jamás en sus vidas esa final con los tucumanos. Y puntualmente, el recuerdo de ese 22 de julio de 1995, cuando Chupete marcó aquél golazo en la Ciudadela en el encuentro de ida, sobrevolará hasta el último de sus días. El Negro Ibarra peleó la pelota cerca del área, la punteó para Marini y Chupete clavó un remate estupendo en el ángulo e hizo delirar al pueblo sabalero.
En el atardecer del domingo
A las 18 de este domingo, en un colmado Brigadier López, Colón recibirá la visita de Boca (con arbitraje de Hernán Mastrángelo) en un partido en el que los dos necesitan ganar. Si bien Boca viene de vencer al puntero y espera la llegada del Superclásico (será el domingo que viene), no puede perder puntos en el objetivo de pelear el campeonato. Y Colón produjo otra floja actuación en el último partido ante Barracas Central, luego de una aceptable labor ante Tigre, y necesita recuperar terreno, algo que sólo conseguirá logrando un par de victorias consecutivas, situación que se le niega desde hace mucho tiempo.
Respecto al equipo, más allá de un estado gripal que aquejó al arquero Ignacio Chicco, se supone que no tendrá problemas y podrá atajar. Luego, Chupete Marini hizo una segunda práctica de fútbol en la semana en la que puso a Delgado como titular, mantuvo a Perlaza y también a Farías, a quiénes había desplazado de la titularidad el día anterior.
Ignacio Chicco; Meza, Garcés, Goltz y Delgado; Bernardi, Perlaza Julián Chicco y Farías; Pulga Rodríguez y Abila tienen chances de ser los titulares. En el caso de que resuelva mantener a alguno de los que había probado el día anterior, entraría Alvarez por Farías y Pierotti por Perlaza.
Por su parte, Hugo Ibarra perdió el viernes "otro soldado". Se trata de Juan Ramírez, que si bien iba a arrancar en el banco ante Colón, quedó al margen de los concentrados por una dolencia lumbar. La idea es que el ex San Lorenzo se recupere en el transcurso de la semana y pueda reaparecer el 11 de septiembre en el clásico con River.
Ramírez fue uno de los que más partidos jugó desde que Ibarra asumió en el cargo. Participó en ocho de los 11 encuentros del ciclo. Y aunque alternó buenas y malas, el DT lo considera una pieza importante dentro de su esquema. Ante Atlético, de hecho, fue titular. Pero un dolor en la zona de la espalda lo dejó sin viaje a Santa Fe justo en la previa del superclásico.
Así, su lugar en la mitad de la cancha sería ocupado por Oscar Romero, quien dejaría su posición de extremo derecho para pasar a la izquierda del mediocampo, que completarán Martín Payero y Esteban Rolón.
Además de Ramírez, Ibarra no podrá contar con Luis Advíncula, Alan Varela, Pol Fernández (los tres con cinco amarillas) y Sebastián Villa, recién operado de una ruptura en el menisco externo de la rodilla izquierda. ¿Los 11? Rossi; Figal, Roncaglia, Rojo, Fabra; Payero, Rolón, Romero; Langoni, Benedetto y Briasco.