(Enviado Especial a Buenos Aires)
Marcó esas diferencias que a veces cuestan marcar. Enorme primer tiempo del “10”, que hizo dos goles y lo dejó solo a Toledo en el primero. El cuarto fue de Jourdan. Y pudieron ser más que ese 4 a 0 final.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Alguna vez –o varias veces- Delfino dijo que había que saber adaptarse a las diferentes características y desafíos de la categoría. Vico, el entrenador de Brown, se lo confirmó a El Litoral antes del partido: “La cancha tiene 98 metros de largo y 54 de ancho”. Medidas reducidas y piso malo. Eran circunstancias que no ayudaban, que no eran las mejores para un Colón que necesita espacios y un buen campo de juego. Y Colón, que rendía otra materia en este partido más allá de jugar con un equipo de menor nivel, no balbuceó y tiró la jerarquía en menos de quince minutos con una figura excluyente: Braian Guille. El “10”, un “reo” del fútbol (pícaro, vivo, encarador, corajudo), lo dejó solo a Toledo en el primero y gestó el tiro libre que, posteriormente, ejecutó con notable calidad, aprovechando el enorme espacio libre que le dejó Agüero en el palo derecho.
Colón se ponía 2 a 0 en un abrir y cerrar de ojos, ante un rival que complicaba por afuera con Benítez por derecha y con Castillo por izquierda, pero cualquier intento a través de centros para el grandote Pulicastro, terminaba en las manos de un seguro Vicentini. Y cuando Colón tenía la pelota, era vertical, directo, con pelotazos para un Toledo que ganaba mucho y un Guille que ponía nerviosos a los defensores rivales con juego y también porque no escapaba a la fricción.
El notable primer tiempo de Guille, figura preponderante, se rubricó a los 40 minutos, cuando después de un mal rechazo, Jourdan colocó un pase inteligente para Guille, que estaba solito adentro del área y definió con un remate suave, no exento de una calidad única en un partido que amagaba para ser de lucha y “garrote”, pero que Colón se encargó de jugarlo con esa jerarquía y contundencia de los primeros tiempos, un distintivo de este equipo de Delfino.
Sin sufrir atrás (salvo un cabezazo de Aguirre en el final del primer tiempo) , Colón tuvo un control absoluto del partido. Prediger y Talpone trabajaron más en la contención, Lago fue de menor a mayor aunque sin el desequilibrio de otros partidos, al igual que Jourdan. Esta vez, lo mejor de Colón no se vio por los costados, sino por el centro. Toledo y Guille, sobre todo este último, fueron desequilibrantes e imparables.
Colón se fue al descanso con un 3 a 0 que ya casi daba por terminado el partido cuando faltaba todavía la mitad. Eficacia, contundencia, enorme figura la de Guille (una pesadilla para este humilde Brown), concentración y aplomo del resto para elaborar una actuación y un resultado indiscutido.
La iniciativa fue de Brown en el reinicio, pero Colón lo buscó por la vía del contragolpe. Y tuvo el cuarto en una gran jugada del imparable Guille, al que le cometieron infracción, pero la siguió Jourdan, que encaró solo ante Agüero, tocó para Lago que entraba mejor perfilado y el remate cruzado fue detenido por el arquero, en una jugada clarísima de gol.
Fue un preaviso, porque enseguida, Lago le metió un pase estupendo a Jourdan, que luego de dominar la pelota definió con un remate a colocar para convertir el cuarto. El partido ya se había terminado en el primer tiempo, pero Colón no paró de ir al frente para seguir marcando, en la red, la superioridad marcada entre ambos equipos.
Con el partido planteado de esa manera, Delfino movió el banco y sacó a la figura del partido (Guille) para que ingrese Bernardi y también sacó a otro que jugó un buen partido (Toledo) para que entre Leguizamón. Se fueron dos jugadores clave, pero el técnico aprovechó para evitar un derroche físico innecesario de algunos jugadores. Unos minutos después, Sabella entró por Jourdan y pasó Talpone al costado derecho, sin modificarse la estructura táctica, más allá de que se refrescó casi la totalidad del bloque ofensivo. Y por último, Juncos y Vega a la cancha por Lago, que no fue todo lo desequilibrante que supo ser en otros partidos y un Prediger que, llamativamente, tuvo imprecisiones en algunos pases, algo infrecuente en un jugador de gran jerarquía para esta categoría.
Entre la impotencia de un rival entregado y un Colón que no se esforzó demasiado por seguir convirtiendo goles, el árbitro le puso punto final a un partido que se había terminado muchísimo antes que en el minuto 90.