Los personajes son reales, pero el diálogo es pura casualidad y obra de la imaginación, aunque para muchos sabaleros, sería el sueño de sus vidas. El que empieza es el "Pulga"...
El inolvidable "Negro" Fontanarrosa escribió "la mesa de los galanes" en homenaje a sus amigos del impostergable café en un bar tradicional de su querida Rosario. Esta sería "la mesa de los ídolos" sabaleros, en cualquier rincón de Santa Fe.
Los personajes son reales, pero el diálogo es pura casualidad y obra de la imaginación, aunque para muchos sabaleros, sería el sueño de sus vidas. El que empieza es el "Pulga"...
-Cococho, Bichi, Chiva, ¡no me digan que no me tienen un poquito de envidia!... Ustedes fueron grandes... Grandes de verdad... Pero la copa la levanté yo... ¿O no, Bichi?
-¡Te lo juro que hubiese cambiado mis 144 goles y los 302 partidos que jugué en el club por levantar esa copa! Yo no estuve cuando la pelearon con Pancho Ferraro en el 97, llegué a los poquitos días... Pero no me puedo olvidar de aquel equipo de Piazza en el 2000... ¡Y pensar que había que sacar puntos para salvarse del descenso y peleamos el título! ¿Y vos Chiva?
-Cococho y yo jugamos en el Colón de los tablones de madera y del foso que se inundaba y teníamos que poner una tabla para no mojarnos los botines cuando íbamos del vestuario a la cancha... Maldigo el día que me superaste en cantidad de goles, Bichi.
-¡Aprendí de vos Chiva! Me contaron que jugabas muy bien... Y que cuando volviste a Colón después de tu paso por River, te ponían de 10...
-Es que estaba José Artemio Luñiz y nos cansábamos de tirarle centros para que los cabeceara... ¡Qué manera de hacer goles de cabeza! El wing derecho era el Lalo, que vos conocés muy bien, y el wing izquierdo era uno que le pegaba como los dioses a la pelota con esa zurda que tenía: Daniel Vicente Aricó. Pero hablando de zurdos, no hubo otro como Cococho...
-No me pongas colorado Chiva... Lo que nos hubiésemos divertido en nuestros tiempos con el Bichi y el Pulga... Bueno, yo lo tenía a Coscia en esos equipos del 74 y el 75, que tenía un estilo de juego medio parecido al Bichi, por su potencia. Ni hablar de la capacidad de gol, porque a este monstruo no hay con qué darle. El que anduvo cerca de él, por promedio pero no por cantidad, fue el Poroto Saldaño, otro personaje. ¿Y el Pulga?... Cosas de Villita... En mis tiempos, hasta nos dábamos el lujo de jugar sin "5". Estaba el chaqueño Mazo, yo, Carlitos López y Villarruel... Por ahí, el Gitano lo metía al chaqueño Zimmermann, porque los de atrás se enojaban y nos puteaban porque no marcaba nadie, pero cuando teníamos la pelota, era nuestra y de nadie más. Chiva, ¡qué pic nic nos hubiésemos hecho con el Pulga!
-Y yo con ustedes, muchachos... Todos me hablaron de ustedes... Al Bichi lo vi jugar, ¡no soy tan pibe! A ustedes no, pero es como que los hubiese visto jugar... Me lo imagino a Cococho con esa zurda poniendo la pelota al pie y a la Chiva metiéndose en paredes por el medio, conmigo o con vos Bichi.
-¡Le llenamos la canasta a cualquiera! Y yo me imagino jugando con vos, como cuando apareció el pibito Bertoglio y tuvimos unos partidos bárbaros... Pero la gente se acuerda de la dupla que hacía con el "Caio" Enría... ¡Qué jugador el "Caio", rápido, guapo, tiraba lindos centros! Nos entendíamos muy bien y aparte metíamos goles los dos. Bueno, hablando de Cococho, en ese equipo lo teníamos al "Cabeza" Delgado, otro zurdo que metía unos pelotazos extraordinarios.
-A mí me ponían de "8", de "5", de "10" o de cuarto volante...
-¡¿No me digas que la rompías en todos esos puestos?!
-¡Otra vez me hacen poner colorado! ¡Miren que me enojo! Me llevé la más maravillosa música, que era cuando la gente cantaba: "Ole, ole, ole, ole... Este es Cococho y su ballet!". Y la Santa Rosa a pleno en esa tribuna de madera de atrás del arco, con Trapito vendiendo los caramelos que se hicieron famoso... Y el Gitano, que era un fenómeno: en el entretiempo nos decía las dos o tres cosas justas para cambiar el partido. ¿Y el Vasco, Chiva...?
-¡El Vasco! Inolvidable... Era distinto al Gitano, pero un fenómeno. Me llevó a River y de ahí salté a la selección. Fui el primer "9" de la era Menotti. Pero había grandes jugadores en esa época... ¿Y vos, Pulga? ¡Vos jugaste con nivel de selección en Colón!
-¡Buehhh.! Ahora el que se pone colorado soy yo, vamos a terminar todos de Independiente si seguimos poniéndonos colorados. Y capaz que Eduardo Domínguez nos lleva (risas). La verdad es que tuve un buen nivel, me sentí muy cómodo e hice algunos lindos goles. Yo sé que ustedes fueron muy queridos, ¿o no Chiva?
-¿Y vos, Pulga?, ¿sabés cómo te envidiamos? Lo que dijo Bichi es cierto, Cococho cambiaría esa ovación hasta por puteadas con tal de haber levantado una copa con la camiseta de Colón y yo también. Todos se acuerdan de ese gol que le metí a Perico Pérez en la cancha de Unión sobre el final del partido en el 77... Pero nada que ver con lo que vos lograste. Ahora, tus goles eran todos golazos, pero este animal del Bichi es una cosa de locos. ¡Hasta uno con la nuca hizo!
-¡No me gastés Chiva! No tendré la habilidad de ustedes, pero acordate del bombazo en Mendoza. ¿Querés que empiece a nombrarte...?
-¡Nooooo! Vas a sacar la estadística y nos matás a todos con tus números. Y es cierto, hiciste algunos goles que no fueron goles, ¡fueron golazos!.
-Ahora contame, vos y Cococho... ¿Cómo lo vivieron allá arriba?
-A pura emoción y abrazos. Mirá, a la mesa nuestra vinieron Italo Giménez, el flaco Sanitá, el Huevo Toresani, el Gitano y el Vasco que no paraban de dar indicaciones como si estuviesen dirigiendo al equipo... Una locura. Y en la mesa de al lado estaba el contador Salerno, José García, Nelson Chabay, el Pampa Gambier... ¿Qué te parece?
-¡Uhhhh... Qué bueno!
-Y lloramos todos... Como lloraron todos allá en la tierra esa noche.
Los "actores" son el "Pulga" Luis Miguel Rodríguez, la "Chiva" Edgardo Roberto Di Meola, el "Bichi" Esteban Oscar Fuertes y Ernesto Juan "Cococho" Alvarez. Distintos tiempos, un mismo sentimiento y también un mismo camino escogido: el de la idolatría. El Negro Fontanarrosa escribió "la mesa de los galanes", en homenaje a ese café impostergable en su querida Rosario. Quizás esta no se la hubiera imaginado. En todo caso, en lugar de "la mesa de los galanes", hubiese sido "la mesa de los ídolos". El diálogo es imaginario. "Cococho" y la "Chiva" ya no están. Pero ellos, como tantas generaciones de sabaleros, habrán empujado desde arriba... Seguro que lo hicieron.