Las atajadas de Burián disimularon el domingo, en la tarde-noche de Avellaneda, los errores defensivos. Colón entró dormido, le convirtieron y luego construyó un vallado en el arco a través de la actuación magistral de su arquero y tuvo contundencia arriba para marcar. La historia se repitió ante Rosario Central, pero ya sin eficacia ofensiva ni con un “salvador” en el fondo. Central redobló la apuesta de Racing de sorprenderlo en el comienzo y a los 7 minutos ya ganaba con dos goles de cabeza de Marco Ruben. Colón había entrado otra vez dejando la sensación de dar ventajas inconcebibles y peligrosas. Logró acomodarse un poco a partir de los 20 minutos, sobre todo desde el momento en el que Ferreira, Bernardi y Aliendro le ganaron las espaldas a los volantes y pudieron toquetear la pelota delante de la línea de cuatro defensiva y Broun empezó a ver con preocupación que la pelota merodeaba su arco. Y cuando Colón estaba muy cerca de descontar o por lo menos se insinuaba con extrema peligrosidad, llegó la jugada desmesurada de Meza que lo dejó con 10. Ahí empezó a decirle adiós a la posibilidad de cambiar la historia.
Domínguez armó un equipo en función de lo que le había pasado en Avellaneda y de la ausencia de Lértora. Volvió a la línea de cinco, pero sin la presencia de dos puntales fundamentales como Goltz y Delgado. Si a eso le sumamos que Gallardo jugó mal, que Piovi también jugó mal, que Bianchi dio ventajas y que Garcés, generalmente parejo y sólido, entró en la confusión del resto, el desconcierto y el desorden se convirtió en una invitación para que un jugador de gran calidad y oportunismo como Ruben lograse marcar tres goles de cabeza, sumando el que puso el partido 3 a 0 en el mismo arranque del segundo tiempo, otra vez con un Colón dormido y sin respuestas defensivas.
El rearmado del equipo tampoco dio grandes resultados. Sin Meza, fueron Mura y Castro adentro para volver a la línea de cuatro y para darle, supuestamente, mayor presencia al mediocampo con Castro, en detrimento de un Ferreira que es importante pero en los últimos 30 metros de la cancha, jugando como el volante más adelantado. Después, Pierotti en el entretiempo para insistir con un mediocampo sin “5” pero con jugadores de mucho despliegue.
El 3-0 dejó de ser lapidario por cuestión de minutos, los que transcurrieron desde el descuento de Piovi al error del propio defensor, que regaló en la salida una pelota a Vecchio, que fue otra de las grandes figuras del ganador, quien definió con mucha soltura y jerarquía. Era 4 a 1 y asunto terminado, por más que restaba todavía buena parte por jugar del segundo tiempo.
Morelo y Góez no agregaron casi nada. Aliendro mostró una gran vergüenza y fue el más ovacionado de todos, en tanto que Central, por momentos haciendo tenencia de pelota, hizo pasar rápidamente los minutos para quedarse con una victoria incuestionable en la que supo aprovechar muy bien los errores garrafales que Colón cometió en defensa.
Es cierto que faltaron jugadores clave y titulares. Goltz, Delgado, Lértora y Farías son importantes y esto no es por aquéllo de que los que faltan son los mejores cuando un equipo pierde; es la simple y sencilla realidad. Los errores defensivos y el bajo nivel de algunos jugadores que muestran un evidente menor nivel que los habitualmente titulares, se repitieron en los últimos dos partidos. Al de Avellaneda lo salvó la gran actuación de Burián y la eficacia que tuvo el equipo en ofensiva, aprovechando casi en un ciento por ciento lo que creó de mitad de cancha hacia arriba. La del Centenario fue una historia irreversible, ante un rival que se hizo peligroso a partir de la enorme jerarquía de Marco Ruben y Vecchio más lo que Colón “colaboró” con sus errores defensivos repetitivos. Con un Burián en una noche que distó muchísimo de aquélla de Avellaneda, el resultado no pudo ser otro que esta goleada que duele, fastidia y seguramente no le gustará ni medio a un Domínguez que, a su disgusto, no lo pudo eludir ni disimular después del partido cuando le tocó hablar.