(Enviado Especial a Buenos Aires)
Se jugó mucho por arriba, casi nada por abajo y eso le convino a Defensores, que fue un justo ganador. No alcanzó con la reacción del final. El 1 a 0 fue justificado.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Colón trajo a la cancha de Defensores de Belgrano una de sus versiones más desteñidas e impotentes. No encontró el partido, no manejó la pelota y se dejó superar por un rival que lo desordenó, lo confundió y jugó el partido que debía jugar para superarlo y ganarle bien. Ajustadamente pero con justicia.
Era todo de Defensores de Belgrano en el comienzo del partido. Por impetuoso e insistidor, el local asumía la iniciativa del partido hasta que se produjo la primera jugada clara de peligro que, contrariamente, no fue de Defensores sino de Colón. Guille la tuvo a su merced después de una pelota que le bajó muy bien Jourdan, pero el remate se fue desviado. Teniendo mucho menos la pelota, Colón ya avisaba con una situación de gol que fue bien concebida pero mal definida.
Los planteos eran similares. Los dos buscaban abrir bien el frente de ataque. Jourdan y Lago eran los de Colón, mientras que el mismo trabajo hacían Gómez y Salto en Defensores. Al igual que frente a Brown, en Adrogué, la consigna de Delfino era muy clara. Nada de andar arriesgando atrás. Pelotazo largo y a buscar la segunda pelota o capitalizar el juego aéreo de Toledo. Aprovechar la equivocación del rival podía traer serias consecuencias para cualquiera de los dos. Lo supo Colón, que tuvo la segunda jugada clara en una profunda habilitación de Lago para Jourdan, que entró a espaldas de Sánchez –de reacción extremadamente lenta- para rematar por encima del travesaño.
Y cuando Colón parecía que tenía controlado el partido, porque Defensores no llegaba al arco de Vicentini, vino un pelotazo cruzado que Gómez cabeceó hacia adentro y Aguirre, también de cabeza, aprovechó el adelantamiento de un Vicentini que no estaba correctamente ubicado y la pelota se le metió por arriba de su cabeza. Gol de Defensores para ponerse en ventaja cuando, en esa primera media hora, el más peligroso de los dos había sido el visitante.
El trabajo a destajo de Benítez y Gutiérrez en el mediocampo impedía que Colón armara juego. No había creación de juego en los más retrasados (Talpone y Prediger) ni tampoco en los de arriba (Jourdan, Guille o Lago). De todos modos, la única diferencia la había sacado Defensores por eficaz y oportuno. El partido era totalmente parejo, con muchos pelotazos, pocos espacios, puro empuje y casi nada de claridad.
El partido salió como lo quiso Defensores, que con su entusiasmo, achicando espacios y dispuesto siempre a pelear el partido, se llevó un premio muy ajustado haciendo gala de una gran eficacia para aprovechar una de las pocas llegadas claras que tuvo en 45 minutos. Defensores sacó la ventaja del gol y por eso se fue ganando al descanso.
Ese panorama, el de la escasez de espacios, los pelotazos largos y el forcejeo constante, poco favor le hacía a un Colón que no podía generar juego y caía repetidamente en imprecisiones que lo llevaban inexorablemente a entrar en el terreno de la impotencia.
Sacando el empuje de Talpone, Colón sufría una incomodidad muy evidente, que lo llevaba a jugar muy lejos de Pietrobono. Bien tapados Lago y Jourdan, intrascendente lo de Guille y sin sorpresa, el equipo de Delfino daba claras muestras de imprecisiones y confusión. Suficiente para que Delfino mueva el banco sobre los 20 minutos de la parte final, colocando a Axel Rodríguez en reemplazo de Jourdan. Así, el equipo quedó parado con Lago por derecha, Guille fue a la posición de extremo por izquierda y los dos “9” por adentro. Un 4-2-4 clarito para intentar desarticular a un fondo de Defensores que le simplificaba la noche a Pietrobono, su arquero.
Recién a los 26 minutos llegó un centro pasado desde la derecha, la bajó Guille y su remate de derecha, abajo, fue bien detenido por Pietrobono. Fue la primera jugada en la que Colón, al menos, se decidió a rematar al arco.
Delfino retocó en el final. Metió a Bernardi y a Delgadillo por Talpone y Guille. Quedó solamente Prediger para la marca, Delgadillo se fue a la derecha, Lago volvió a la izquierda y así Colón quedó expuesto para el contragolpe, máxime cuando entraron Sabella y Leguizamón por Prediger y Lago. Era cuestión de empatarlo cómo sea o de sufrir alguna réplica de un rival que se “jugaba la vida” en cada pelota defensiva. La pelota del final fue la de Leguizamón, después de una serie de rebotes, que terminó atajando de manera brillante Pietrobono abajo, junto al palo izquierdo.
Alguna vez, Delfino dijo: “Tenemos que aprender que alguna vez vamos a jugar como nosotros queremos y otras, como quiere el rival”. Pues bien. Esta vez se jugó como quería Defensores. Muchos pelotazos, pocos espacios, demasiada lucha y desorden. En el final lo pudo empatar en base a empuje. No se le dio.
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