Hizo el gol cuando Estudiantes jugaba mejor que Colón. Y salvó una caída segura de su arco en el arranque del segundo tiempo. Además, rechazó todo y no se equivocó nunca. Fue la gran figura.
Fue al área rival, ese terreno inhóspito, complicado, sabiendo que tenía más para perder que para ganar. Antes de buscar su lugar adentro de esa área poblada, habló con Delgado. Algo le dijo, sólo ellos lo saben. Delgado metió un centro de chanfle perfecto. Y él se elevó, clavando el frentazo entre buenos cabeceadores y un arquero con pasado de nivel de selección como Andújar. La pelota se metió en el arco de Estudiantes cuando hasta ese momento parecía estar más cerca de entrar en el otro arco, muy bien defendido por Nacho Chicco. El muchachito de esta película se llama Facundo Garcés. Se puso la cinta de capitán (bien elegido y se lo merece), rechazó todo, hizo el gol de la victoria en un momento muy complicado y en medio del dominio de Estudiantes, y después salvó una caída segura en el arranque del segundo tiempo con una salvada providencial.
Quizás Facundo Garcés esté jugando sus últimos partidos en Colón. Todos saben que es el momento para aprovechar. No sólo él, sino también los dirigentes. Y Pipo, que avizora un mercado de pases complicado, porque hay que reforzar al equipo, jugadores que ya se van y otros que se irán a fin de año, es consciente de que el club necesitará de recursos económicos. Y la realidad es que Garcés, hoy, es el “plazo fijo” con buenos dividendos que Colón tiene guardado para generar el ingreso de dólares que le permita salir al mercado.
El partido no era accesible para Colón, porque al control del partido lo tenía Estudiantes. Esto también agiganta el valor del resultado y de lo que hizo Garcés, este jugador-hincha que esperaba paciente, hace poquito más de dos años, que el club le hiciera el primer contrato aún estando prácticamente fuera de tiempo y en plena pandemia. Y que luego trasladó esa misma paciencia para esperar la oportunidad, que justamente se le presentó en el inicio del torneo en el que Colón salió campeón y a escasos minutos del comienzo de ese partido en Santiago del Estero (cuando se lesionó Bruno Bianchi en el calentamiento precompetitivo). Y se aferró a esa oportunidad y a ese lugar que se fue ganando con entrega, dejando todo y demostrando la importancia de jugar con ese plus de hincha que lo convirtió en un titular indiscutido, querido por la gente y sus compañeros, respetado por los rivales y reconocido por la opinión pública.
Garcés salvó una caída segura de su arco en el arranque del segundo tiempo. Crédito: Manuel Fabatía
El proceso de Garcés fue similar al de Conti (el jugador al que veía en Colón y admiraba), con el plus de que pudo salir campeón. Su futuro se asemeja al del Flaco, en cuanto a que una venta inmediata podría ser el oxígeno económico necesario para el armado del futuro plantel. Mientras tanto, este marcador central que se adaptó a todo lo que le pidieron los técnicos de turno; que jamás dejó dudas en cuanto a sus condiciones y su titularidad; que siendo jugador profesional de Colón, nunca renegó de sus raíces e iba a ver a sus antiguos compañeros de adolescencia en El Quillá o en Ateneo, donde jugaban sus amigos de la infancia; que la rompió aquella noche de la semifinal ante Independiente en San Juan y cuando llegó a su casa, de regreso, lo primero que hizo fue volver a ver el partido; y el mismo que se maravillaba porque sacaba a pasear el perro por el barrio y los vecinos lo paraban en la calle para saludarlo, pedirle un autógrafo o sacarse una foto. La fama no lo hizo cambiar.
El tiempo pasó rápido y no fue tanto como para que Facundo Garcés se olvide fácilmente de quién era cuando lo único que quería, era tener esa oportunidad de romperse la garganta gritando el gol con tanta alegría y besándose la camiseta que ama, como lo hizo en esta tardecita que sumará a sus recuerdos inolvidables en el club del que será hincha hasta el último de sus días.