Algunos permanecen inalterables en la memoria de los sabaleros; otros no están tan presentes pero igual hicieron historia, como es el caso de Mario Pintos, el arquero de la primera victoria de Colón en la Bombonera.
De izquierda a derecha: Alberto Pompeo Tardivo, Ernesto Rubén Aráoz, Gustavo Ripke, Ricardo "Tito" Fertonani, José Luis Erni, Jorge Omar Casaccio, Mario Pintos, Juan Carlos Piccard y, agachado, Pablo Donnet.
Algunos, como el Gringo Héctor Mariano, faltaron a la cita por razones de fuerza mayor, pero estuvieron en otros encuentros. Pablo Donnet es el encargado de movilizarlos. Algunos no alcanzaron a jugar juntos. El "Bambi" Araoz es el fantástico anfitrión. Su nombre sigue -y seguirá- sin pasar desapercibido en la historia sabalera, más allá de que un "monstruo" como el Bichi Fuertes le haya quitado lo que tuvo durante décadas: el record de partidos jugados. Formó parte de la defensa más famosa, junto a Villaverde, Trossero y Edgar Fernández. Pero además, era un lateral que ya en ese entonces no sólo marcaba, sino que también jugaba. Y muy bien.
Cuatro de ellos (el Bambi, Gustavo Ripke, el Beto Tardivo y Mario Pintos) jugaron un histórico partido: el 3 a 2 a Boca, en la Bombonera, en mayo de 1971, que se convirtió en el primero de los cinco triunfos de Colón en el mítico estadio de la Ribera. Pintos atajó muy poco en Colón (la estadística marca 3 partidos), pero aquélla noche comentó que "me sentí muy tranquilo siempre, salvo cuando le pregunté a un fotógrafo cuánto faltaba y me dijo 3 minutos. Ahí me puse nervioso y por eso no pude atajar bien esa pelota que, afortunadamente, me quedó atrapada entre las piernas". Y uno de ellos bromeó: "Cuando estaba por empezar el partido, me doy vuelta y lo veo a Pintos agachado con esa inmensidad de las tres tribunas de la Bombonera atrás de él... Quedaba muy chiquitito", y explotan las risas. Pintos había atajado antes en Unión, cuando los principales arqueros eran Garzón y Cordero. Y luego pasó de Unión a Colón y tuvo la dicha de estar en esa histórica noche en la Bombonera.
Desde Rosario llegó Jorge Omar Casaccio, aquél "9" corpulento que también tiene su historia en los dos clubes de la ciudad. "Estoy jubilado y tengo una despensita en mi casa, cerquita de la cancha de Rosario Central. ¿Vinculaciones con el fútbol?, ninguna. Cuando dejé de jugar, fui árbitro. Estuve en aquél momento de nacimiento del SADRA, con Marconi a la cabeza. Pero después dejé. Ví y sufrí cosas muy feas, dirigiendo por la zona. Un día me amenazaron con un revólver...", contaba, en medio de anécdotas y recuerdos de esa década del 70 y principios de los 80 tan particular para ellos.
Juan Carlos Piccard es otro de los casos que se dio en el fútbol de Santa Fe, de pasar de un club al otro. Atajó en Colón en 1981 y en 1982 fue a Unión. Confiesa que ese pasado defendiendo el arco sabalero le costó en la relación con el hincha tatengue. Había surgido en Newell's y luego de atajar en los dos clubes de Santa Fe, se fue a Vélez. Hoy vive en Rafaela.
José Luis Erni, al igual que el Bambi y Tito Fertonani, tuvieron la suerte de ser dirigidos por los dos técnicos que más se recuerdan de aquélla década del 70 en Colón: el Gitano Juárez y el Vasco Urriolabeitia. Cuenta Tito que un día tenía problemas para marcarlo al Negro Ortiz, en esos choques espectaculares contra River por aquéllos tiempos, y que un simple consejo le aportó la solución. "Siempre va a buscar desbordarlo por afuera y eso es porque le da la raya; hágame caso, no le dé la raya, oblíguelo a que se meta por adentro", fue la sugerencia. Y asunto arreglado. "Lo que tenían esos técnicos, era que hablaban poco, pero lo suficiente. Y cuando nos daban libertades, sabíamos que para gozar de esas libertades, había que rendirle", coinciden.
En el caso de Erni, fue un caso que no se repitió en la historia de Colón. Porque llegó al club, procedente de Franck, atajó en la Liga, se sumó al plantel profesional, esperó el momento de tener una oportunidad (había grandes arqueros en esos tiempos como Baley, Costantino y el Gato Andrada), pero se quedó con el arco sabalero, algo que luego costó muchísimo que suceda con los arqueros que venían de abajo, hasta este momento en el que hay uno que no se discute: Nacho Chicco.
"No te das una idea el partido que jugó Gustavo aquélla noche en la cancha de Boca, cuando Colón ganó por primera vez", exclama el Beto Tardivo, hablando de Ripke. La carrera de Gustavo se truncó cuando el uruguayo Arispe lo fracturó en esa noche nefasta contra Independiente, en Avellaneda. Y el Beto, un verdadero sabio del fútbol, recordó sus múltiples anécdotas que se mezclan entre sus tiempos de jugador y su larguísima carrera como entrenador, sobre todo de juveniles.
No fue la primera ni tampoco la última vez que se juntarán para recordar aquéllos tiempos. El fútbol permitió que se conocieran y que, en algunos casos, entablaran una amistad. Y fueron, en mayor o menor medida, protagonistas de la historia que esta ciudad tan futbolera no olvida y agradece.
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