(Enviado Especial a Rosario)
El ciclo Vignatti termina de la peor manera, con Colón en la Primera Nacional a dos años y medio de ser campeón. Una sucesión de errores inadmisible. Cayó ante Gimnasia tirando pelotazos y dependiendo exclusivamente de un solitario Botta, el único que quiso pero no pudo.
(Enviado Especial a Rosario)
La derrota con Gimnasia fue el golpe de nocaut que se fue gestando mucho antes, desde principios de año (y mucho antes también), cuando Colón –sus dirigentes- comenzaron a hacer todo para regalar la categoría. Es inexplicable y difícil de entender, aunque fácil de explicar. Colón comenzó a perder la categoría al otro día de haber salido campeón. Es así. Doloroso y paradójico. No supieron subirse al caballo de la gloria. Todo lo contrario. Lo desbocaron. La sucesión de errores fue interminable. Y si nos remitimos exclusivamente a este último partido, el equipo no estuvo a la altura de lo que se jugaba. Salvo Botta, ni adentro ni afuera hubo acompañamiento y respuestas. Colón terminó jugando a los pelotazos, más parecido a un equipo amateur que profesional, sin variantes, sin juego y cayendo ante un equipo que lo planteó de manera más inteligente y eficaz.
El golazo de Colazo, aprovechando una pelota que quedó boyando en la media luna y se clavó en el ángulo superior izquierdo de Ibañez, sobre el cierre del primer tiempo, estuvo salido de contexto en un primer tiempo que fue muy parejo y que terminó con un premio excesivo a favor de Gimnasia, que fue oportuno y práctico.
No jugó nada bien Colón. Perlaza le dio una mano a Vega, pero Gimnasia equilibró el mediocampo con la generosidad de Soldano para hacer un trabajo “sucio” que le dio un buen resultado a Madelón. Pero el problema de Colón, más allá de indecisiones defensivas que se vieron en el cierre de esa parte inicial, fue la falta de fútbol. Colón tiene jugadores capaces de tener la pelota, de juntarse y de superar al adversario en base a tenencia. Sin embargo y más allá de que el campo de juego no ayudaba, lo que menos se vio fue fútbol. Y Gimnasia fue más práctico y eficaz.
Colón tuvo aproximaciones, pero sin generar peligro. Wanchope se repitió en quedar adelantado y la pelota no le llegó bien en dos jugadas puntuales que terminaron en centros por parte de Meza y Perlaza. Sólo Meza aportaba cambio de ritmo y sorpresa. Al resto le faltaba más decisión para gravitar. E insisto que la manera que tenía Colón era a través del juego. Y lo que faltó fue eso, precisamente.
El partido fue básicamente parejo, por momentos cortado, con pocos espacios. Ninguno de los dos equipos se los generaba. Entonces, todo se hacía impreciso y escaseaban las jugadas de peligro. No parecía que alguno de los dos iba a sacar una ventaja de no ser por alguna jugada fortuita. Ni siquiera ensayaban, en una cancha mojada, resbaladiza y que podía resultar ingobernable para los arqueros, el remate de media distancia. Lo hizo Colazo, capturando una pelota en el borde del área con una defensa estática (apenas reaccionó Goltz) y clavando el disparo en el ángulo superior izquierdo de Ibañez.
Metió mano “a su estilo” Damonte y clavó tres modificaciones en el arranque del segundo tiempo, casi de la misma manera que lo había intentado en cancha de Vélez. Nardelli por Meza (porque vuelve de una lesión y no está para 90 minutos pero no por haber jugado mal), Moreyra por Vega (amonestado) y Pierotti por el intrascendente Galván, para intentar un cambio de ritmo en ataque.
Entró bien Pierotti, contagió sacrificio durante un rato y luego se fue apagando. Colón se olvidó de jugar al fútbol (algo que no hizo en todo el partido, salvo cuando lo intentaba tibiamente Botta) y terminó jugando al pelotazo, máxime cuando ingresó Toledo para sumarse a Wanchope arriba.
Colón tenía una Botta-dependencia total. Su vergüenza fue lo único rescatable, pero solo no podía. El resto no sólo no lo acompañaba, sino que cuando recibían la pelota se la sacaban de encima con un centro. Era demasiado poco lo que ofrecía Colón para empatar el partido. Solamente centros para tratar de aprovechar un mal rechazo, una pifia o una segunda pelota que le permitiera llegar así, de esa manera, “a la bartola”, para intentar el empate.
Apenas un remate de Wanchope, precisamente aprovechando una segunda pelota luego de un rechazo que quedó boyando en el área, que tapó Insfrán, el arquero que había atajado por última vez en mayo de este año en un partido oficial y que luego sacó en forma espectacular una pelota por encima del travesaño. Así, atacando como podía, tirando pelotazos “a la carga Barracas”, Colón consumió su tiempo para conseguir un empate que no llegaba, mientras que Gimnasia, más entero y fresco físicamente, de contragolpe estuvo cerca de marcar el segundo.
Colón abandona la categoría de manera inexplicable. Terminó regalando la categoría. Subestimaron todo. Y no supieron subirse al caballo del éxito hace dos años y medio cuando la gloria los abrazaba. Un fracaso rotundo.
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