Colón: la gloria no se compra pero tampoco se "regala"...
La frase sanjuanina del "Pulga" Luis Miguel Rodríguez ya quedó instalada para todos los tiempos en la ciudad de Garay. El oro de San Juan, la soñada Copa y la historia cambiaron para siempre en Santa Fe el 4 de junio. ¿Por qué rifar y salir a "timbear" lo que costó tanta sangre, sudor y lágrimas en 116 años?.
Archivo Parece que fue ayer. Una de las fotos más emotivas y justas de la noche de San Juan: todos los jugadores de Colón reconociendo a Eduardo Domínguez, el padre de la mejor criatura. Costó mucho llegar al oro en 116 años. Hay que empezar a cuidar la gloria.
Aún convencido que ya nadie juega al fútbol profesional por "amor a la camiseta" (eso murió con la Pintier), siempre estuve aferrado que el problema de Colón no era plata. No pasaba por arreglar o no arreglar los famosos premios. Estaba más que claro, viendo la marcha del equipo, que había que arreglar otras cosas en el Mundo Campeón. Superada esa fantasía pesetera que tienen los hinchas cuando la pelotita no entra en cualquier club del mundo (en la Argentina de estos tiempos, peor aún), quedó al desnudo con los últimos 180 minutos que el problema no pasa por un papelito, acta-acuerdo o contrato de partes con valor jurídico. Muerto el perro, sigue la rabia.
Si un solo entrenador de los 26 que arrancaron este torneo, que ya consumió once fechas, sabía antes de arrancar la competencia que estaba fuera del radar de los resultados, ése era, es y sigue siendo Eduardo Domínguez. Conductor absoluto de un barco que llegó el 4 de junio a un puerto tantas veces soñado, el "Barba" quedó en la historia para todos los tiempos. Sin él, sin Eduardo Domínguez, posiblemente los sueños de un parte muy importante de Santa Fe hubieran continuado mirando con tristeza el mar en el muelle de San Blas. Su nombre quedó dibujado en oro y ya no se borrará más.
Que las burbujas del champagne francés, idioma que está estudiando el DT, podían durar más de la cuenta está claramente escrito y explicado en el prólogo de un Manuel de Fútbol titulado: "¿Cómo festejar un campeonato en Argentina?". Imaginen que le pasa a River o Boca, equipos de cielos estrellados. ¿Por qué no le iba a pasar a Colón que persiguió ese dibujito dorado durante 116 años como si fuera la Estrella de Belén?.
Lo del 4 de junio en San Juan fue casi bíblico para Colón: esa noche se enamoraron Júpiter y Saturno, uno al lado del otro los dos planetas más grandes del sistema solar, como en la Navidad pasada. Ese fenómeno, llamado "conjunción", no sucedía desde hace 800 años. Y se pudo ver, por fin, la estrella. La de Belén, la de Colón, la de Domínguez.
Esa noche cuyana se inmortalizó una frase. De los creadores de "La pelota no se mancha" (Maradona), "Tú no ganaste nada" (Chilavert) y "Hoy te convertís en héroe" (Mascherano), el poeta de potrero tucumano, un tal Luis Miguel de Simoca, inmortalizó para todos los tiempos: "La gloria no se compra". Ese fue el título de un capítulo que se amplió así con la pluma de PR10: "Los hinchas de Colón esperaron 116 años para ésto. En 2019 nos tenían que hacer un mural y no lo hicieron. Ahora sí, 116 años para festejar un campeonato. Muchos pueden decir cosas, pero no hay plata para pagar esto, la gloria no se compra".
Hoy, 100 días después de la noche de San Juan, la frase de "Pulga" está más vigente que nunca. Sobre todo para los que siempre pensamos que no era simplemente "firmar los premios y empezar a ganar", porque el problema no era el bolsillo. La historia pasaba por la mente y las piernas, que por el efecto de las burbujas del champagne, ingresaron en una previsible zona de "rélax y confort".
D.R.
En lo único de lo que dijo el entrenador de Colón en el Viaducto con lo que coincido es en la siguiente frase: "Esto es fútbol y no siempre dos más dos es cuatro". Pasaron cinco fechas sin alegrías, 3 puntos de 15 y caída de los primeros puestos a la mitad de la tabla como uno más.
Es muy complicado ir contra la natura y en ese sentido el "Barba" fue y es un "entrenador jugadorista". Quizás cambie en diez años cuando pase por otros diez equipos. Pero, hasta acá, su lugar en el mundo es Colón de Santa Fe: acá descubrió el éxito con un mensaje de "conductor casi jugador". Se podría escribir un libro con situaciones donde el "Barba" siempre se puso del lado del plantel, cuidó el vestuario a morir y bancó a los players con los ojos cerrados.
Esa receta, indiscutiblemente efectiva y exitosa, para cambiar el curso de la historia de Colón, hoy no le está alcanzando a Eduardo Domínguez para "reconstruir" al campeón. Y como el "Barba" es casi uno más de los jugadores a los cuales dirige, parece tener el mismo diagnóstico: demasiado relajado. En el armado, en los cambios que no cambian nada y en la estrategia. Es más, uno puede entender el bajón técnico de las individualidades. Lo que se admite es que alguien le gane o lo complique al campeón de Argentina sólo corriendo un poco más. Es acá donde el primero que debe respetar al campeón es el propio Colón.
Bajo esa lunita tucumana de "La gloria no se compra" en Colón, sería bueno anotar bien con letras grandes en el pizarrón del predio sabalero: "La gloria no se regala". Es como vender hoy 100 dólares a 100 pesos: inexplicable, inentendible, inadmisible.
Casi todos estos jugadores del plantel, el mismo Eduardo Domínguez como entrenador, todos estos dirigentes y Colón como club nunca habían salido campeones antes en su vidas. Pusieron el lomo y se rompieron el culo para lograrlo. ¿Por qué rifarlo y timbear todo en una sola noche?. Para colmo, otra vez, en un campeonato que está abierto "de par en par" para que lo gane otro club que no sea del G5 (Boca, River, Independiente, Racing, San Lorenzo).
El DT, hasta ahora, buscó vías de "reconstrucción" en el campeón: cambió esquemas tácticos, cambió nombres y se animó con "sacar pibes" de la titularidad: antes salió Meza, ahora salió Garcés y en cualquier momento sale Farías. Hubo una sola cosa que no probó: sacar algunos de los "grandes" y peso-pesados, de ésos cambios que hacen ruido en serio. Es decir, una buena bomba de estruendo y no un par de cañitas voladoras. ¿Lo hará el "Barba" en Colón?.
Mientras Colón extraña a horrores al poeta de potrero tucumano (Luis Miguel de Simoca) que escribió con la "10" la obra titulada "La gloria no se compra", la biblioteca del campeón quedó vacía. Abandonado y lleno de polvillo apenas se puede leer la tapa de un libro que dice: "La gloria no se regala". Hay que leerlo urgente a ese libro: Eduardo y los players, antes que ningún otro.
Hay que leerlo un par de veces antes del domingo...