(Enviado Especial a Resistencia, Chaco)
Fue un partido tremendamente chato, lleno de forcejeos, lucha y pierna fuerte. El fútbol faltó a la cita y el 0 a 0 los calificó a los dos. En el final, lo echaron a Guille por exceso verbal. Fue un paso atrás, futbolístico, luego del buen partido con Defensores de Belgrano.
(Enviado Especial a Resistencia, Chaco)
Nada por aquí, nada por allá. De fútbol, los más de 90 minutos que se jugaron en un estadio con un gran marco y un muy buen clima futbolero, no tuvo nada. Pelotazos, nada de claridad, escasez casi total de jugadas de peligro y un 0 a 0 que fue el mejor calificativo –pero por lo malo- para un partido que no dejó nada. Sólo un punto que se verá, en el final, si sirvió o no.
Roces, interrupciones, choques peligrosos y forcejeos contínuos. Así se jugaron los primeros minutos. Que, en realidad, lo que menos se hizo fue jugar, precisamente. Pocas chances de manejar la pelota en el mediocampo, pelotazos por parte de los dos y una intención de Chaco For Ever de atacar mucho por el costado izquierdo de Colón, con Bellone y Romero más las diagonales de Dellarosa. Pero la realidad es que entre pelotazos, interrupciones e imprecisiones, lo que menos se vio fue algo de fútbol.
Ese ímpetu desmedido, por ejemplo, provocó la lesión prematura de Castet. Aguantó algunos minutos más en la cancha, pero Osella no quiso arriesgar. Mucho menos con esa inclinación de los chaqueños a atacar por su costado. Y puso a Nicolás Fernández, un central que tuvo nacimiento futbolístico como marcador lateral. El rival no se quedó atrás y también modificó a un jugador por ese lateral: salió Romero, el marcador de punta y entró Valenzuela.
La primera y muy clara la tuvo Chaco For Ever. La jugada se armó por la izquierda, debe haber sido de las pocas veces que combinaron con precisión y llegó el centro pasado que conectó Valenzuela, entrando a las espaldas de Nicolás Fernández y también de Bernardi, rematando como venía y estrellando la pelota en el travesaño. Y enseguida hubo un cabezazo que también pegó en el travesaño del arco de Vicentini. Dos llegadas de For Ever y dos jugadas de peligro que encendían las alarmas sabaleras en un partido que era parejo, pero los chaqueños sacaban ventaja por la mayor peligrosidad.
Colón sólo complicó con un tiro libre de Guille luego de un pelotazo que supo defender muy bien Rossi –de activo primer tiempo-, que desvió al córner Canuto. Fue lo único en el marco de un primer tiempo demasiado peleado, muy forcejeado, muy cortado y poco jugado. Corolario: un 0 a 0 que fue la exacta definición de lo que pasó, más allá de esos dos remates en el travesaño de Vicentini.
Colón intentó corregir sobre el cierre del primer tiempo lo que podía aparecer como un problema: su flanco izquierdo. ¿Cómo lo hizo?, con Forneris (de interesante primer tiempo) para tapar el hueco que dejaba libre Bernardi cuando metía la diagonal y trataba de encontrarse con la pelota, algo que no le resultó fácil. Ni a él ni tampoco a Prediger en el primer tiempo, a lo que se sumó una escasa gravitación de Talpone por la derecha y sólo el apuntado despliegue y correcto partido de Forneris en ese mediocampo.
Poco cambió en la segunda parte. La levedad futbolera de ambos no se modificó. Los pelotazos, las imprecisiones y los apuros siguieron identificando un partido chato, casi sin emociones. Levantó un poco Prediger, aunque dando muestras permanentes de cansancio. Utilizó la segunda ventana de cambios Osella. Puso a Toledo por Rossi y a Garrido por Forneris. Así, Talpone pasó a ocupar el puesto que mejor conoce en el sector central, junto a Prediger, tratando de encontrar un mejor rendimiento en ese mediocampo visitante.
El clima y el espectáculo que se daba desde las tribunas no tenían ningún tipo de traslado a la cancha. Afuera, el termómetro de la gente calentaba aún más el ambiente; adentro, los jugadores se encargaban de empalidecerlo con un partido que no terminaba de soltarse.
Osella sacó dos jugadores que estaban cansados y no le daban ritmo al equipo. Más allá de que Prediger había entrado más en juego en el complemento, la inactividad producto de la lesión le pasó factura. Osella lo sacó y metió a Herrera en su lugar (Talpone-Garrido fue la dupla de volantes centrales), el recién ingresado se paró de “8” y Soñora se recostó por izquierda pero con la obligación de meterse en el partido y tratar de darle la pelota bien jugada a Guille o a Toledo.
Colón parecía depender casi exclusivamente de que a Guille se le prendiera la lamparita, algo que se insinuó en el primer tiempo pero que no se dio en el complemento, porque quedó demasiado volcado por derecha, muy marcado y entrando poco en juego. Y a Colón se le dio una circunstancia positiva: Nievas estaba amonestado y fue muy fuerte abajo a cruzar a Herrera. Doble amarilla y Chaco For Ever se quedó con diez con algo más de 15 minutos por jugarse.
Era partido de 0 a 0 o de “gol gana”. Más cerca de lo primero que de lo segundo, porque la falta de claridad y de sorpresa, sumado a la marcada paridad, se convertía en un enemigo para que apareciera un gol o para que el partido adquiera un poco más de interés. Por el contrario, si algo abundaba era el juego fuerte y la acumulación de amarillas en los dos equipos (Dellarosa debió ser expulsado luego de una acción violenta contra Talpone) que cortaban aún más un partido sin ningún atractivo. Y que a Colón lo dejó sin un jugador importante para el tramo final por la expulsión de Guille en el descuento.