Enrique Cruz (h) | deportes@ellitoral.com
La campaña es mediocre; el equipo es mediocre y no hay dudas de que se necesita urgente un sacudón, un cimbronazo que haga cambiar esta realidad y que vuelva a entusiasmar a la gente. Jugando así, el futuro es poco promisorio.
Enrique Cruz (h) | deportes@ellitoral.com
La campaña es mediocre; el equipo es mediocre y no hay dudas de que se necesita urgente un sacudón, un cimbronazo que haga cambiar esta realidad y que vuelva a entusiasmar a la gente. Jugando así, el futuro es poco promisorio. Hay que refundar el equipo, algo que no parece tarea sencilla en este momento por la poca disponibilidad de jerarquía que existe en el plantel, entre jugadores de rendimiento opaco, sin brillo, que no trascienden; más otros que fueron desapareciendo de la consideración y que, en poco tiempo, también desaparecerán del plantel, como es el caso de Alan Ruiz, de intrascendente y frustrante retorno a la institución.
¿Se podía esperar otra cosa en este interinato de Fuertes?, difícil. Lo más accesible a mano era ganar la Copa Santa Fe y se perdió sin atenuantes con Unión de Sunchales. No era conducente esperar que el Bichi hiciera milagros con un equipo que no encontraba una forma futbolística adecuada, que con Domínguez jugaba a esperar y aprovechar el error del rival y que apenas si mostraba alguna solidez defensiva, algo que se perdía en los segundos tiempos o luego de que el equipo se pusiera en ventaja.
Se repitió la historia ante Belgrano, aunque en este caso no hubo que esperar el segundo tiempo. Matías Suárez volvió a mostrar una realidad incontrastable: va ganando los partidos y se los empatan o se lo dan vuelta. En los últimos cinco partidos, pasó casi siempre: Huracán, Central, Estudiantes y Belgrano. Con San Martín se “salvó” porque fue 0 a 0.
Sin sorpresa en la proyección de Toledo y Escobar, con un Estigarribia en un bajo nivel desde hace varios partidos, un Heredia que apenas aportó el gol y la dupla Correa-Chancalay (más allá de que este último jugó abierto por los costados y arrancando desde atrás) yendo de mayor a menor, Colón fue un equipo que, como siempre le pasa, arranca dejando la sensación de que la tarde o la noche puede ser provechosa y luego, en cuestión de minutos, pasa a un estado de quietud, impotencia y confusión futbolística que lo convierte en un equipo con muy poco fútbol e inofensivo. A lo que se le suma el agravante de no saber mantener los resultados.
Se necesita un sacudón, no caben dudas. Colón está aletargado, sólo tiene energías para apretar un rato, pero no puede sostener resultados y el ritmo decae siempre en los segundos tiempos. El equipo no juega bien y apenas tiene destellos cuando la pelota pasa por Zuculini. Es poco y pobre lo que entrega en función colectiva. Y con individualidades en bajo nivel que acentúan un panorama realmente negativo. Es la hora de Vignatti y su gente.