Delfino tuvo banco y banca: Colón ganó bien y está solo arriba
Esta vez, el técnico encontró buena respuesta en los jugadores que entraron en el segundo tiempo. Iba perdiendo, lo dio vuelta y debió ganarlo por una diferencia mayor.
El festejo de Ignacio Lago luego de convertir el gol del triunfo. Crédito: Manuel Fabatía.
Colón borró de un plumazo el trago amargo de la derrota en Mendoza, dio una prueba de valor, jugó un buen segundo tiempo y dio vuelta un resultado injustamente adverso cuando Nueva Chicago se puso en ventaja. Con buena respuesta que llegó desde el banco (a partir de los ingresos de Guille, Bernardi y Delgadillo), hizo lo que debía hacer: ganar, sin dejar lugar a discusiones.
La sensación que dejó el primer tiempo fue muy clara. Hubo uno que quiso y no pudo (Colón). Y otro que no quiso o que pudo muy poco, pero que metió un remate en el palo que casi instala injusticia en el resultado. El 0 a 0 le caía mejor a la visita que al local. Pero no se pudo modificar, sobre todo porque a Colón le faltó precisión en los metros finales para capitalizar algunas de las situaciones que tuvo a favor.
Interesante lo de Jourdan para desbordar por derecha. Fue más profundo la producción ofensiva de Colón por allí, a pesar de que a Lago no le faltaron intenciones de repetir por el otro costado, pero se encontró con un Martínez (su marcador) más sólido que Ramírez (el lateral por izquierda de Chicago). Igualmente, los desbordes reiterados de Jourdan no tuvieron buen final. Faltó precisión, en algunos casos quedaron inconclusos o no encontraron bien ubicados a Sandoval o a alguno de los otros volantes que debía acompañar la jugada.
A todo esto, la estrategia de Chicago quedó clarita a partir de la evidente intención de anular el circuito futbolístico sabalero. Entre Castro, Vergara y Maggi se encargaron de encimar a Prediger. Se turnaban de acuerdo al lugar que los encontraba el final de la jugada propia. Y Bottari era el que se le pegaba a Sabella, que muchas veces repitió lo que hizo el sábado pasado en Mendoza: retroceder hasta muy cerca de los defensores para ser él quien encabece el juego, liberando a Prediger para que vaya unos metros más arriba y trate de escaparse de la marca.
Fue muy poco lo que hizo Sandoval, es cierto, pero también hay que admitir que la decisión de Delfino fue sorpresiva: lo puso a Guille en su reemplazo. Es decir que Colón arrancó el segundo tiempo de un partido que empataba sin goles y como local sin un delantero de área.
Como baldazo de agua fría, a los 4 minutos del segundo tiempo se produjo lo inesperado e injusto a la vez. Tiro libre, la defensa sabalera que duda y no resuelve bien y Rossi se encontró con un “regalito” a pocos metros del arco para empujar la pelota al fondo del arco de Vicentini.
Duró poco esa “injusticia”. La gente se impacientaba y el equipo no. Córner desde la izquierda, centro al primer palo, alguien la “peinó” en el primer palo y apareció Paolo Goltz en el segundo para empujar la pelota con el pie derecho, dejando sin chances a Ferrero, que llevaba màs de 600 minutos sin que le conviertan goles.
Sin dudar y sin demorar, Delfino sacó a Sabella y lo puso a Bernardi para darle dinamismo al ataque. Hubo una ráfaga en la que Colón casi da vuelta el resultado en cuestión de un puñado de minutos, algo que no hubiese estado para nada mal teniendo en cuenta que el gasto lo hacía Colón desde el mismo pitazo inicial de Gariano.
El resultado le estaba quedando chico a Colón. Y sobre la media hora, con espacios, Colón no perdonó. Bernardi fue el que inició la jugada en la mitad de la cancha, habilitó a Delgadillo (que había ingresado unos minutos antes por Jourdan) y éste, volcado por derecha, colocó la pelota al medio para la entrada de Lago, que no perdonó con un remate bajo.
Esta vez, el banco de suplentes le había dado soluciones a Delfino. Guille, Bernardi y Delgadillo entraron bien, refrescaron el ataque, le dieron soltura y vivacidad a un equipo que en el primer tiempo había jugado mejor pero que adolecía de la profundidad suficiente para capitalizar en la red la mejoría en lo futbolístico.
Si a Colón le dan espacios, no perdona. O al menos es un equipo que, por la riqueza técnica de sus jugadores, puede provocarle zozobras a cualquier defensa, inclusiva a esta de Chicago que venía con el antecedente de ser la menos vencida del campeonato hasta ahora.
Si Castet metía ese remate desde afuera del área que se estrelló en el travesaño, se habría consumado, además de un verdadero golazo, una mayor justicia en el resultado. Además, le habría puesto la “frutilla al postre” al muy buen segundo tiempo de Colón, que generó fútbol a partir de la generación de espacios, la mayor riqueza técnica y la buena respuesta de los jugadores que entraron en el segundo tiempo.
La prueba de valor y la capacidad de reacción ante la adversidad, quedaron a salvo. Colón demostró que la derrota en Mendoza había sido apenas un resbalón que no se convirtió en caída. Ganó bien. Más que bien, ganó muy bien. Y el resultado pudo haber sido, tranquilamente, aún superior en la diferencia frente a un rival que llegaba precedido de ese antecedente de solidez defensiva que Colón supo poner en jaque, sobre todo en un segundo tiempo que se rescata por encima del primero, aunque también en el primero fue clara la superioridad futbolística sabalera.
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