Final Única: se cumplieron dos años de esa gesta histórica
Ni Colón ni Paraguay se van a olvidar cada 9 de noviembre
Cuando el presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez, propuso el formato de "Finales Únicas", muchos miraban de reojo en Sudamérica: "Eso aplica en Europa pero acá...". Hoy, con dos experiencias en Sudamericana y Libertadores, es un acierto total de la casa madre en Luque.
Fernando Nicola Para toda la vida. Hace años la foto era la de Alejandro Villar en el Chateau Carreras el día de los penales contra Banfield en Córdoba...Ahora manda la de La Olla de Fernando Nicola hace dos años en Asunción del Paraguay. Colón, acostumbrado a estas gestas, siempre transforma el amor en dolor.
Pasaron recién dos años nada más. Pero, desde que el mundo se paró por el Covid, parece que todos envejecimos de golpe. Como si en lugar de dos años de ese 9 de noviembre de 2019, hubiera pasado ya medio siglo. Lo vemos lejos, distante, sin embargo fue ayer mismo nomás. La primera reflexión, luego de haber generado entrevistas y conseguido testimonios inéditos para El Litoral, es una sola: ni Colón (por cuestiones obvias) ni el pueblo de Paraguay, con su tremenda solidaridad en esos días, se podrán olvidar cada año que pase de un 9 de noviembre.
Recuerdo cada vez que me tocaba comentar en el Defensores del Chaco algún partido de Argentina por Eliminatorias (por ejemplo esa vez con el "Coco" Basile con la mitad del estadio pintado en celeste y blanco) ese grito hiriente de "curepa", que uno tenía que consultar con los colegas guaraníes: "cuero de chancho o piel de chancho". Si bien era fútbol y folklore, era hiriente.
Toda esa rivalidad de argentinos y paraguayos, con ese "curepa" tradicional, se rompió el 9 de noviembre de hace dos años con una excusa llamada Colón. ¿Quiénes habrán oficiado de mediadores?: el querido "Loco" Gabriel González, el inolvidable "Fino" Cañete o ese mismo "Chelo" Estigarribia que jugaba "de local" en Cerro Porteño. No hay una respuesta, nunca la tiene el fútbol. Porque las respuestas son lógicas y el fútbol es pasional.
Otra rareza: siempre se dice que un público neutral (en este caso los hermanos paraguayos) "le va al más débil". Tampoco tiene un porqué. Es parte del fútbol. En todo caso, desde el montaje de hace dos años en La Olla, los 40.000 sabaleros contra los 300 ecuatorianos dejaban en claro que el más "débil" sería Independiente del Valle. Eso también lo cambió Colón: logró que el pueblo de Paraguay "hinchara" por el equipo al que le cantaron erizando la piel y derramando lágrimas "Los Palmeras".
Las imágenes de hombres, mujeres y niños de Asunción, desde varias horas antes al inicio del juego, abriendo las puertas de sus hogares para darle agua de refresco (antes del tormentón) y prestar sus baños a los miles y miles de sabaleros en las inmediaciones de la Olla ya es algo imborrable.
Como toda página importante de la historia de Colón apareció lo impensado: de la fiesta total con Los Palmeras, los papelitos, los globos rojos y negros al cielo negro en un ratito. De la música al silencio de misa. Del todo a la nada cuando llegó el primer gol de los ecuatorianos. La lluvia, los rayos, la suspensión, las anécdotas del Palco Oficial con Domínguez, Infantino y Vignatti.
El tiempo, que llegó en forma de Justicia Universal el 4 de junio de este año pandémico en la Argentina, en la provincia de San Juan, marcó un nuevo récord en Guinness: Colón de Santa Fe fue el primer club del mundo donde primero salió campeón su hinchada en las tribunas de La Olla y después el equipo de fútbol adentro de una cancha en el Estadio del Bicentenario.
Ese 9 de noviembre de hace dos años quedará marcado a fuego en los corazones sabaleros y en las retinas de los hermanos paraguayos. ¿Anécdotas?: miles. En dos entrevistas exclusivas con El Litoral, el arquero uruguayo Leonardo Burián y el delantero tucumano Luis Miguel Rodríguez (más conocido como "Pulga"), me confesaron que "nunca más volvieron a ver el partido de esa Final Única". Y creen que pasarán varios años más de abstinencia.
Colón, como siempre pasó en la historia de este club tan popular y pasional, transformó el dolor (por el resultado adverso) en amor: en el ingreso al Cementerio de los Elefantes hay un mural pintado con la figura de La Olla, los 40.000 hinchas y Los Palmeras cantando. Como en la vida todo llega, hace un par de meses agregaron la foto de Colón Campeón con su primera estrella en 116 años.
Dos años de un 9 de noviembre que Colón y el solidario pueblo paraguayo nunca olvidarán. Ese formato "ciento por ciento Alejandro Domínguez" tendrá ADN europeo pero es un gran éxito sudamericano en la Conmebol. Hace meses no hay ni un lugar para dormir en Montevideo con las dos finales que se vienen, se calculan 100 millones de dólares para la economía de ese país y muchos brasileños reservaron hospedaje en Buenos Aires.
D.R.
Dos años de cuando Colón destapó y tapó La Olla con esas 40.000 almas. "Ese día no me sorprendió la gente de Colón, me impactó la gente de Colón que se quedó afuera, en las calles de Asunción sin poder entrar pero viajando igual", me decía el otro día Claudio "Chiqui" Tapia, el presidente de la AFA.
Pasaron varios años de ese grito de "curepa" cuando íbamos al Defensores del Chaco para cualquier Paraguay-Argentina por Eliminatorias. Esa Final Única de la Sudamericana 2019 en La Olla cambió muchas cosas para siempre. Después de La Olla, que le trajo suerte, Colón finalmente conoció el oro y la estrella. Y también cambió el cantito. Ya no se escuchará más el "curepa". Desde hace dos años, como lo reflejara el propio Alejandro Domínguez con su ringtone del celular en la misma Conmebol, en Paraguay se escucha: "Aeeeeaaaa...yo soy sabalero".