No hay con qué darle a River. Con el envión del título dio cuenta de un Colón que apenas fue rival por un rato en el primer tiempo. Quizás Domínguez deba revisar qué fue lo que hizo, por qué y si era lo adecuado para un partido de esta naturaleza.
Ampliamente superado, sobre todo en el segundo tiempo, River tuvo una actuación soberbia ante un rival absolutamente desdibujado a partir del primer gol. Colón terminó decepcionando en el último partido, pero estos mismos jugadores, en otro momento, hicieron historia.
No hay con qué darle a River. Con el envión del título dio cuenta de un Colón que apenas fue rival por un rato en el primer tiempo. Quizás Domínguez deba revisar qué fue lo que hizo, por qué y si era lo adecuado para un partido de esta naturaleza.
La postura inicial de River no sorprendió. Salió a hacer lo que sabe, abriendo la cancha con Paradela por el costado izquierdo y con Simón por derecha, con Julián Alvarez ubicado como centrodelantero. Más rápido, River fue más peligroso, aunque Colón también tuvo lo suyo con un cabezazo desviado de Aliendro luego de un centro de Ferreira.
¿Qué propuso Domínguez?, un 4-4-2 algo mentiroso, con Ferreira tirado por derecha y jugando delante de Castro pero cerquita de Farías. La idea era que Lértora juegue siempre más retrasado pero rodeado. Por eso, Aliendro estaba allí nomás, separado apenas unos metros de su compañero en la zona central, con Castro volcado a la derecha y Bernardi a la izquierda. River llegó más en ese cuarto de hora inicial. Y Colón apenas encontró un poco de sorpresa atacando por el sector de Casco, con subidas permanentes de Meza por ese sector.
El plan parecía darle resultado en ese momento a Domínguez. River no pisaba el área sabalera y Colón se animaba, cuando Bernardi lograba sacarse la marca de encima y arrancaba desde la izquierda hacia el medio. Es cierto que sin profundidad, pero al menos complicando y tratando de llegar por derecha, con un ida y vuelta sin pausas de Meza.
El problema era los laterales. Por momentos bien controlados, no había que desconcentrarse porque una jugada por afuera podía cambiar la historia. En ese aspecto, Paradela parecía más peligroso que Simón. Colón tenía poco la pelota, mantenía cierto orden y vigor para disputar las que eran divididas. Y trataba de no equivocarse dejando pelotas cortas o a mitad de camino, porque la velocidad de los jugadores de River podía ser un arma letal.
Se extinguía el primer tiempo cuando llegó el gol de River. Fue por derecha, llegó el centro y apareció Julián Alvarez para aprovechar cierto estatismo de Burián y la precisión de la pelota que le cayó llovida y que el goleador de River y del fútbol argentino capitalizó para poner el 1 a 0. ¿Justo?, Colón no había hecho mal las cosas, pero cuando River encuentra “media chance” no la desaprovecha. Menos un jugador que está “dulce” como Alvarez.
Domínguez adelantó 20 metros al equipo en el segundo tiempo. Lo necesitaba, se suponía que debía ser así, pero también arriesgaba a que una pelota corta se transforme en una réplica. Sin claridad en los últimos metros y sin generar jugadas de peligro, la postura era más pretensiosa desde lo posicional.
Y llegó el segundo del intratable Julián Alvarez, en una jugada que no se pudo resolver por el costado derecho de la defensa y que capitalizó el goleador para anticiparse a Burián y desde una posición totalmente cerrada y complicada, la colocó adentro del arco cuando ni siquiera se cumplía el cuarto de hora.
La diferencia de velocidad se notaba no sólo cuando River atacaba sino cuando tenía que recuperar la pelota casi sobre el mismo momento de su pérdida. Con el 0-2, Domínguez puso a Beltrán como compañía de Farías y a Pierotti y Mura por derecha, cruzando a Castro al otro lateral. Gallardo, en tanto, cambió figuritas en el medio con el ingreso de Carrascal por Palavecino.
La más clara para Colón se dio, por ese entonces, con un centro de Mura para el ingreso de Aliendro al primer palo, casi como un calco de aquella jugada que abrió la cuenta en la final ante Racing en San Juan.
El partido estaba a pedir de River, con espacios para aprovechar. A Colón le quedaba la vergüenza de Aliendro para empujar al equipo, situación que se repitió cada vez que Colón debió sufrir en el trámite y el resultado.
La gran ovación se produjo a los 31 minutos cuando entró Leonardo Ponzio para jugar sus últimos minutos en el fútbol profesional. También Gallardo cambió pibe por pibe con Rollheiser por Simón y mandó a la cancha a Tomás Galván –del que se decía que podía ir como titular- por un Paradela que complicó mucho a Colón por el sector derecho de su defensa.
Con la entrada de Leguizamón por Farías, poco podía cambiar en esa parte final. River era dueño del partido y la diferencia de velocidad se notaba. Y el tercero llegó después de que Rollheiser empujara al gol un remate que había devuelto el palo izquierdo de un sometido Burián. Y en la última jugada, el de Carrascal. Asunto terminado.