Pipo apostó, metió un pleno y casi hace saltar la banca
Otra vez apareció la mano del técnico, cuando el equipo más lo necesitaba. No le alcanzó para ganar, pero la planificación fue el punto de partida -y de llegada- para que Colón se lleve un punto que cotiza.
El efusivo abrazo de dos tipos muy queridos en San Lorenzo: Pipo Gorosito y el Gallego Insúa. Fue un momento emotivo de la fresca tarde en el Nuevo Gasómetro.
Es falible como lo es cualquiera. Alguna vez podrá equivocarse, pero hace las cosas como para justificar aquello de "morir en el intento". No se ruboriza ni tampoco se "cose la boca" para decir, por ejemplo, que el equipo tiene que aprender a ganar los partidos que debe ganar. Muchos lo evitarían, incluso hasta por el temor de ni siquiera entrar en polémicas. Gorosito dice que los partidos "ganables" con como local ante Central Córdoba y Barracas Central. Y hasta debe pensar que a Instituto, de visitante, por lo menos se le tendría que haber rasguñado un punto.
Tampoco se "cose la boca" -ya que estamos con ese paralelismo- para decir, como dijo, que "quizás no somos lo que pensamos que somos". Pero a la vez se la juega y va al Nuevo Gasómetro poniendo como titulares a un "5" que casi nunca había utilizado como titular (Leonel Picco) y a un carrilero por izquierda que no sólo nunca puso, sino que, además, lo cambió de perfil (Augusto Schott). Y le salió muy bien.
Los hinchas de Colón coparon las adyacencias al Puente Colgante para esperar el momento cercan a las 21, cuando se cumplieron exactamente este 4 de junio el segundo aniversario de la obtención del título de campeón. Créditos: Manuel Fabatía
Para ser claros: cuando llegó Gorosito, su máxima virtud fue la de mejorar un equipo que tiene evidentes limitaciones. Y ni hablar si se hacen comparaciones con aquellos jugadores -casi todos figuras- que formaron parte del equipo campeón de hace dos años. Un buen técnico puede -y debe- mejorar la producción del equipo metiendo mano. Y eso fue lo que hizo Pipo. Encontró un sistema de juego, también la posición de algunos jugadores y tiene un diagnóstico claro y, desde un punto de vista que se comparte, certero de lo que le falta y necesita: un buen "5" que se estabilice y alguien que juegue y haga jugar.
¿Qué hizo Pipo ante San Lorenzo?
* Encontró un buen rendimiento de Picco, que ahora debiera sostenerse en el tiempo para que la receta empleada termine resultando duradera.
* Con Schott volcado por izquierda (tácticamente correcto y aplicado), liberó a Juan Pablo Alvarez para que se junte con Perlaza. Ambos consiguieron que Colón sea un equipo dominante en la tenencia de la pelota, sobre todo en el primer tiempo del partido en el Nuevo Gasómetro. Esto se vio alterado luego, cuando San Lorenzo apretó más, no dio tantos espacios y dividió la posesión del balón.
La imagen de los hinchas rojinegros y el Puente Colgante de fondo. Créditos: Manuel Fabatía
Fue todo de Pipo. Arriesgando con los jugadores elegidos (hasta lo de Nardelli jugando "de Goltz" podría entrar en estas generales de la ley, porque al pibe de Reconquista lo metió por el centro, como último eslabón de la cadena defensiva), pero manteniendo lo táctico. Colón jugó igual pero diferente. Y no es una contradicción. El esquema no se modificó, salvo que la presencia de dos marcadores de punta como carrileros (Meza y Schott), permitió que el retroceso sea más evidente cuando el equipo tenía que defender con cinco. Pero eso no se modificó. Lo que cambió, fue buena parte del sector más conflictivo que tiene el equipo, que es la mitad de la cancha. Allí hubo dos cambios de nombres y uno de posición (Alvarez jugando más al centro de la cancha y no tan volcado por izquierda).
A lo táctico se le debe sumar lo estratégico. ¿Qué hizo Pipo?, ¿a qué jugó?, a tener la pelota, a hacerla circular con paciencia, sin apuros, tratando de asegurar el juego y evitando por todos los medios posible que San Lorenzo lo encuentre mal parado y regalando espacios. Eso nunca pasó. Las pocas jugadas de gol que tuvo el local se debieron a algún remate de lejos o ese cabezazo en el segundo tiempo que motivó una buena atajada de Nacho Chicco. En el primer tiempo, el plan salió a la perfección, aunque le faltó más profundidad para atacar. En el complemento, el trámite se dividió un poco más, pero igual dio la impresión de que Colón lo tenía bajo control al rival. Y no es poco frente a un equipo que hace más de nueve meses que no pierde de local. Y Colón estuvo cerca de "ejecutarlo".
Los fuegos artificiales le dieron sonido y color a la noche santafesina. Créditos: Manuel Fabatía
La cancha de San Lorenzo es algo especial para Pipo. Recibió una ovación notable antes del partido, con una hinchada que le tributó un reconocimiento que perdura a pesar de todo el tiempo transcurrido desde que se puso la 10 y se cansó de hacer feliz al hincha azulgrana formando aquella maravillosa dupla con el Beto Acosta. Hasta quiénes no lo vieron jugar por una cuestión generacional, lo reconocieron con el grito de "Olé, olé, Pipo, Pipo" que estalló en el Nuevo Gasómetro. Después de tan emotivo y semejante reconocimiento, llegó la acción. Y ahí, Pipo estuvo también a sus anchas.
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