Enrique Cruz (h) | (Enviado Especial a San Pablo, Brasil)
Hace 54 años nacía la leyenda del Cementerio de los Elefantes por la gran victoria ante el Santos en el Centenario. Esta vez será lejos de casa, pero ante otro rival brasileño, encumbrado, grande y en un estadio con mística e historia.
Enrique Cruz (h) | (Enviado Especial a San Pablo, Brasil)
El cosquilleo puede ser el mismo. Lo dirán aquellos que ya peinan canas desde hace muchos años y que sobreviven a aquél 10 de mayo de 1964. La epopeya de aquél tiempo se prolonga inmortal y permanece inmune al olvido. Nadie desconoce en Colón lo que fue ese partido con el Santos de Pelé. Nadie olvida el gol de “Ploto” Gómez, ni tampoco la desesperación del Santos por empatar el partido en esos cuatro o cinco minutos finales que, cuentan aquellos que estaban en la cancha, se jugó prácticamente con los 22 jugadores metidos en el área de Colón. Nadie olvida tampoco la promesa de “oro y el moro” para que Italo Giménez llevara a ese humilde grupo de muchachos que bregaban por mantenerse en la B luego del paso por la tercera categoría, a jugar al mismísimo Maracaná. Italo no transó. Era la gloria. Y esa gloria no tenía precio.
El cosquilleo puede ser el mismo. Colón pisará el campo de juego en el que brillaron Careca, Muller, Cafú, Denilson, Pereyra Bueno, Canhoteiro, Chicao, Dino Sani, Pablo Forlán, Rogerio Ceni, Gerson, Luizinho, Pedro Rocha, Serginho, Zizinho o Telé Santana. El mismo campo de juego en el que acunaron sueños aquellos que lograron tres títulos mundiales para el San Pablo (1992, 1993 y 2005), otras tantas Libertadores en los mismos años y esta misma Sudamericana en 2012. El mismo campo de juego en el que se dieron 22 vueltas olímpicas por haber ganado el torneo Paulista o 6 más por ser campeón brasileño.
San Pablo es el equipo brasileño con mayor cantidad de participaciones y logros en torneos internacionales. Jugó 18 veces la Libertadores y nadie lo pudo igualar todavía. Tiene 12 títulos internacionales y es, junto al Inter de Porto Alegre y el Chapecoense (en circunstancias por todos conocida), los únicos brasileños en ser campeones tanto de la Libertadores como de la Sudamericana, los dos máximos torneos continentales en disputa.
Además de todo esto, viene bien en el Brasileirao, en racha. “Diego Aguirre le ha dado lo que a este equipo le faltaba: le adicionó carácter al buen juego”, nos comentan los colegas brasileños. Y ahí está, en los primeros lugares y con una muy buena racha en los últimos tiempos: ganó 5 partidos sobre 6, con una carga competitiva que Colón no tiene.
“¿Qué sabés de las entradas?”, es la pregunta que se repite ante cada sabalero que uno ha encontrado, tanto en estas pocas horas que El Litoral lleva de permanencia en San Pablo, como así también en los aeropuertos, la calle o cualquier grupo que consulta y que está llegando o en viaje. ¿1.000, 2.000, 3.000, acaso más?, nadie sabe a ciencia cierta cuántos serán los hinchas sabaleros en el Morumbí. Pero muchos, seguro. Y quizás todos nos llevemos una sorpresa para la que, esperemos, se hayan previsto algunas cuestiones escenciales, como por ejemplo que no falten entradas a la ya, de por sí, engorrosa e incómoda gestión de tener que adquirirlas el mismo día del partido y a dos horas del comienzo del mismo.
“San Pablo tiene una ley no escrita: le otorga entre el 5 y el 10 por ciento de su capacidad a los visitantes”, nos comentan los colegas paulistas. ¿Cuánto es esto?, el estadio albergaba en sus inicios a 80.000 espectadores. Luego se fue reduciendo esa capacidad a 60.000, para darle más comodidad al público. Oficialmente, se comunicó que a Colón le darán 3.400 lugares. ¿Vendrán más?, es probable. Pero eso recién se podrá saber en el momento en que se acerque la hora del encuentro. No hay una estimación, ni siquiera aproximada. Y si la hay, puede fallar. Atención con este tema.
Vayamos al partido. ¿Llega disminuido Colón?, no creo. Más allá de las diferencias que puede haber entre uno y otro equipo por varias cuestiones (enfrentar al San Pablo es como hacerlo con Boca o River en nuestro país y, además de llegar bien, viene con un nivel competitivo que Colón no tiene en este momento), el equipo de Domínguez mantiene la base del torneo pasado. ¿Alcanzará?, depende. La sensación que uno tiene es que habrá que extremar recursos, ser inteligente en la manera de jugar el partido y hacerlo con mucha concentración. Domínguez se empecina en darle solidez y firmeza, aún a expensas de resignar juego y ambición ofensiva. Esa búsqueda emparentada con el pragmatismo, puede ser el mejor argumento a exponer en la nochecita del Morumbí. ¿Atacar es la opción?, creo que remota. Seguramente la iniciativa del partido le pertenecerá a San Pablo, porque, ya de por sí, los equipos brasileños tienen tendencia a agrandarse cuando juegan en su casa. Y ellos ven a Colón como un equipo de menor jerarquía, como un “chico” (entiéndase la expresión) que viene a dar el batacazo como aquella vez la dieron esos jugadores que reingresaban a la B contra el Santos campeón del mundo e imbatible en esos tiempos.
Una de las principales dudas es saber si el reemplazo de Conti es el adecuado. Es la mochila que carga Erik Godoy, un defensor joven que ve en Colón la posibilidad que le da el fútbol de dar un salto. ¿Asumirá Ortiz el rol que tenía el Flaco que hoy viste la camiseta del Benfica?, está por verse. Ortiz –que se quedaría con la capitanía- fue un gran ladero de Conti. Pero el termómetro y el gran salvavidas defensivo de Colón era Conti. Y Alexander Domínguez también, por eso se buscó a un arquero pretendido por varios, como Leonardo Burián, para que esa ausencia no se haga notoria. Y ya Burián demostró que está en condiciones de hacer olvidar la ausencia del ecuatoriano.
Y en esa búsqueda, más necesaria que nunca, de conseguir solidez, Domínguez optará por un doble cinco de marca (iría Bastía al lado de Fritzler), más dos corredores por los costados, un media punta que no tendrá que retroceder mucho y esperar que la pelota le llegue hasta tres cuartos de cancha y un punta definido, que afortunadamente será Correa luego de haberse recuperado de la molestia sufrida en el amistoso con Newell’s de hace una semana.
A favor, que Colón definirá en su cancha. En contra, que los 90 minutos de este jueves en el Morumbí, ante un rival con grandiosa historia y también presente, representa una enorme exigencia y hay que tratar de sacar el mejor resultado posible, aún en la derrota, para que la serie quede abierta para el 16 en un Centenario que deberá convertirse, más que nunca, en el tan preciado y orgulloso “Cementerio de los Elefantes”.