(Enviado Especial a Rosario)
Wanchope Abila tuvo situaciones, la mayoría de las veces quedó en offside y el mano a mano más claro fue inmejorable y definió muy mal. Las corrió todas, pero falló en lo que habitualmente no falla.
(Enviado Especial a Rosario)
La desafiaron a la tarde calurosa y al sol que caía a plomo sobre el campo de juego del Gigante. A eso se le debe sumar el lleno total que le daba marco adecuado. Y en la cancha, Colón y Central no defraudaron desde el arranque y protagonizaron un partido abierto, con aciertos y errores, como dos boxeadores que decidieron entrar a “fajarse” y cambiar golpe por golpe sin dudas ni condicionamientos.
La espectacular jugada colectiva de Colón, con toques rápidos de primera, la habilitación de Wanchope para la aparición sorpresiva de Perlaza y el pase al medio que empujó Pierotti a metros de la raya de sentencia, le dieron al minuto el toque de emoción anticipada que el partido necesitaba para ser lo que fue.
Es cierto que, salvo Perlaza (lo mejor del equipo de Saralegui en el primer tiempo), al resto de los volantes le costaba mucho la recuperación de la pelota. También es verdad que el sector derecho de la defensa era el más complicado, con los enormes problemas que generaba la subida de Lautaro Blanco y esa sociedad que armó con Ignacio Malcorra, por momentos imparables para un Nardelli que no tenía mucha ayuda de parte de Pierotti y a veces necesitaba que Garcés, otro de buen partido en el primer tiempo, se tuviera que abrir demasiado para cubrirle las espaldas, dejando desnudo el sector central y obligando a Picco a meterse al lado de Goltz para que la defensa no quede desbalanceada.
En cada contragolpe, Colón demostraba que podía lastimar. De hecho que tuvo un par de situaciones favorables y otras que no se terminaron de armar porque le faltó precisión en el último pase. Wanchope trabajó bien de espaldas y aguantando la pelota, mientras que Bernardi, el Pulga (sin tanta participación) y Pierotti buscaban ocupar los espacios que se abrían por el adelantamiento masivo de un equipo que también se regalaba en el sector central y permitía que el partido se hiciera de ida y vuelta.
Central tuvo ocho córner a favor en el primer tiempo, manejó mejor la pelota en varios pasajes, tiró muchos centros y desbordó en demasía por el costado de un Nardelli que no daba abasto. Pero la respuesta defensiva de los sabaleros fue buena. Y sin profundidad, sin un jugador que la meta, Central terminó dando la impresión de tener debilidades para definir, a pesar de esa vocación ofensiva que mostró y a la que se sintió obligado por estar perdiendo el partido desde el minuto inicial.
Cuando Central empató el partido, a través de un violento remate de Martínez que se metió en el ángulo superior izquierdo de Ignacio Chicco, encontró un poco de tranquilidad. Pero fue eso, nada más. Porque Colón reaccionó y allí llegaron los mejores momentos del equipo de Saralegui, que movió el banco y metió a Juan Pablo Alvarez por derecha, para buscar un doble propósito: 1) una alternativa de ataque por allí; 2) una posible solución para algo que había sido un tormento: la subida constante de Lautaro Blanco, que se despidió ovacionado por la gente de Central para continuar su carrera en el fútbol español.
No se entendió tanto la salida de Perlaza, que había sido el mejor en el primer tiempo. Pero en Colón apareció Bernardi, que ya había tenido algunos destellos en la parte inicial y que se convirtió en el jugador más claro y desequilibrante en el segundo. Y fue él, quien robando una pelota lo dejó solo, mano a mano a Wanchope Abila. Pero estaba claro que no era la tarde del delantero, que no ahorró energías para correrlas a todas y para exigir, pero cayó reiteradamente en posición adelantada y desperdició ocasiones realmente propicias, de esas que un delantero de su jerarquía no puede fallar.
Hizo “alguito” más Colón, si se permite la expresión, para ganar el partido. Fue entretenido, desafiaron el calor, no escatimaron entrega y esfuerzo, por momentos hubo buen fútbol pero nunca faltó la decisión de ambos por buscar los tres puntos. Daba la impresión de que estaba para cualquiera, pero en el balance final, la sensación es que Colón no supo aprovechar las ocasiones más claras en cantidad y calidad (aproximaciones incluidas). Es cierto que Buonanotte armó en la parte final una gran maniobra que terminó en un mano a mano tapado por Nacho Chicco, pero también es verdad que Colón tuvo una que fue más clara todavía (la de Wanchope) y otras que pudieron ser peligrosas y se extinguieron en el intento.
Al menos, este final de torneo, con las tres victorias logradas en serie, más la actuación ante Defensa y Justicia (creando muchas ocasiones) y este empate que pudo ser victoria ante Central, deja una imagen un poco más convincente para un año deportivo que no fue el esperado, mucho menos en este torneo de la Liga. Saralegui sacó más de la mitad de los puntos, fue lo que le prometió a los dirigentes, ¿qué pasará con él?, quién sabe…