Si Fabio Zerpa bajara de cualquiera de esos OVNIS que él imaginaba, nunca se podría dar cuenta que este Colón es el campeón del fútbol argentino. Tampoco se puedan dar cuenta hoy los terrestres. Porque, sacando la estrella bordada en oro en la camiseta, cuesta encontrar señales del merecido campéon de la Provincia de Santa Fe.
Ya van varias fechas de "F5" pero el reseteo no arranca para Colón. Ni de local ni de visitante. La pelota, por ahora, es éso: un objeto volador no identificado. No hay caso. Ni con los mejores (como Independiente), ni con los normales (como Newell's) ni frente al peor de los peores (como Arsenal).
El buen complemento contra Newell's no había resultado suficiente para un Eduardo Domínguez que tocaba algo atrás, modificaba otro algo en el medio y sólo ratificaba a la dupla Nicolás Leguizamón-Facundo Farías para intentar llegar al gol. Sin Goltz, expulsado, otra vez línea de cuatro. Otro tren para Castro y carné sin vencimiento para Aliendro-Lértora desde la base. De paso, claro está: si no es por el sorteo y la foto que ya nadie publica cuando tiran la moneda, ni nos dábamos cuenta que Bernardi estaba adentro de la cancha.
Lo único que mostró Colón en esos primeros 45 minutos olvidables en el Julio Humberto Grondona de Sarandí fue la famosa "suerte del campeón". Porque Arsenal, que se fue a las duchas con más de 400 minutos sin goles en ese primer tiempo, regaló un penal en los pies de Mazzola. Sin aceitar la puntería, el ex Unión la tiró a las nubes en las propias narices de Burián cuando iban apenas 20 minutos de pura lucha libre. El fútbol, bien gracias.
Después de ese toque de fortuna con el penal errado por Arsenal, la moneda cayó del otro lado. El posterior de Piovi no dio más, por lo que entró Mura a jugar de "4" y cruzó Eric Meza (fue mano suya en el penal) de "3". Igualmente queda claro que ningún equipo, salvo Brasil del '70, revoluciona desde atrás con los laterales. A favor del ex Estudiantes, dos centros al área por derecha. Como estaba Colón, cotizaban en Wall Street.
Ese primer tiempo empezaba a dejar claro que ya firmé en varias columnas de El Litoral: no había que arreglar los premios solamente. Ahora, hay que arreglar al equipo en sí.
El rival, Arsenal, llegaba casi arruinado a este partido con el campeón, a saber:
- Último en el torneo actual: apenas 7 puntos de 21 (en las diez fechas hasta antes de Colón)
- Peor equipo en la tabla anual 2021, con apenas 19 puntos en 23 fechas
- La defensa más goleada de la Argentina, con 18 tantos recibidos
- La delantera menos ofensiva de Primera: apenas 5 goles
En ese contexto, no había sido para nada bueno el bautismo de Israel Damonte: 0-3 con Racing de Avellaneda y 0-4 contra Rosario Central
De paso, en este mini-ciclo de cuatro partidos del reemplazante de Rondina, Arsenal no había marcado un solo gol antes de Colón.
¿Qué se podía destacar, a priori, como rescatable o positivo en medio de este tsunami de números que castigaba al Viaducto?. Que al menos, en los últimos 180 minutos de juego, contra Defensa primero y contra los tucumanos después, nadie le había hecho goles a ese colador que era el arco del "Arse". Al menos, algo era algo.
La experiencia de Papa (interminable, 39 años) en el fondo, la frescura de Farioli (ex Colón), el oficio de Miloc y que ya conocemos de Mazzola eran las credenciales que presentaba el equipo más flojito del fútbol criollo contra el campeón.
Sin embargo, siempre las limitaciones de Arsenal fueron mucho más que la apatía y la insoportable levedad del campeón argentino que es Colón.
El complemento no varió demasiado, aunque tres buenas pelotas de Burián (la última con los pies) se canjean por el balinazo que le sacó Medina a Pierotti estando tapado. Por ahí, por el lado del arquero, que se complicó con el sol en una pelota fácil del final, está lo mejorcito.
Sigue nublado Colón, en cuerpo, mente y alma. Perdió fútbol, perdió intensidad, perdió individualidades. Hoy, como están los diez de campo, da lo mismo que juegue cualquiera. Así, con el fútbol nublado, es imposible que se pueda ver la estrella. Imposible verla brillar.
Los cambios, como siempre en esta crisis de Colón que ahora ya alcanza de lleno al entrenador Eduardo Domínguez, no cambian nada. Poner a Pierotti cuando faltan diez minutos con jugadores parados parece un chiste. Dejar a Morelo en el banco es, directamente, el show del chiste.
Deberá hacer cirugía mayor el entrenador. No alcanza sólo con sacar a un pibe como Garcés. Hay que empezar a sacar a los grandes.
No se trata, desde la crítica, de faltarle el respeto a Colón. En todo caso el primero que no se está respetando como campeón es el propio Colón.
Costó 116 años alcanzar la gloria. Era un lindo momento para hacer brillar la estrella con grandeza. Así, con Colón insoportablemente nublado, nadie se está dando cuenta que el "Negro" de Santa Fe es el legítimo campeón de la Argentina.