Bajo la lupa: en el desconcierto, algo de Bernardi y Lértora más las atajadas de Chicco
Bernardi fue el que más complicó en el primer tiempo, Lértora se fue ovacionado por la gente cuando terminó el partido y el arquero tapó dos o tres pelotas difíciles y que eran goles.
Inestable y nebulosa como la tarde-noche. Así fue la actuación de Colón, que mostró su imagen más desdibujada en la Libertadores, acercándose al nivel de varios partidos del torneo local y alejándose de aquéllos encuentros en Santa Fe, de la fase inicial, que en definitiva se convirtieron en lo poco rescatable de este ciclo Falcioni que ya no tiene fundamento ni sostén para su continuidad.
Ignacio Chicco (6) tuvo tres atajadas notables, dos en el primer tiempo y una en el segundo, que eran goles seguros. Dos de ellas fueron a Girotti, que sin embargo se tomó revancha convirtiendo el primero de los goles de Talleres.
Otros dos jugadores para rescatar, fueron Lértora (6) y Bernardi (6). En este último caso, se convirtió en el único jugador capaz de desequilibrar en el mano; volcado por izquierda, fue lo más peligroso y punzante que tuvo Colón, demasiado repetitivo en el pelotazo largo buscando a Wanchope. Por su parte, Lértora entregó todo como siempre, recuperó, estuvo siempre bien ubicado en la cancha y empujó al equipo hacia adelante. Ya sin su socio ideal (Rodrigo Aliendro), igualmente se las ingenió para dejar una buena imagen antes de la partida a Tijuana.
Meza (5) arrancó el partido para ser figura, desbordó en dos o tres ocasiones a Enzo Díaz y lo mantuvo a raya, obligándolo a jugar replegado y sin proyectarse en demasía. Pero de a poco fue perdiendo influencia en el partido. Garcés (5) no estuvo seguro en el manejo de la pelota, pero impuso su temperamento para la marca en esa línea de tres “mentirosa” que armó Falcioni. Goltz (4) no tuvo un buen partido, se lo vio inseguro y superado cuando tuvo que defender en campo amplio en el segundo tiempo; Novillo (5) hizo la simple, no se complicó y se focalizó en marcar al jugador que se volcase por ese sector izquierda, relevando a Delgado (4), cuando éste se proyectó al ataque. Cuando Novillo salió para que ingrese Facundo Farías, las espaldas de Delgado se convirtieron en una invitación para que Talleres llegue mucho por ese sector.
En el medio, poco y nada de Álvarez (4), que sólo se limitó a ser una discreta rueda de auxilio en la marca para Lértora pero sin aportar casi nada a la hora del juego, más lo dicho de Bernardi y Lértora, que sin dudas se convirtieron en lo más destacado.
Arriba, el técnico se inclinó por armar la dupla Rodriguez-Ábila. Lo del Pulga (4) fue muy flojo, lo anticiparon siempre y apenas si pudo mostrar un par de destellos de su picardía e inteligencia. No metió pelotas de gol, no tuvo conexión con Wanchope y terminó siendo uno más cuando todos saben que no es uno más. Y Wanchope (5) exigió, quedó muchas veces en posición adelantada, aguantó la marca de los defensores rivales y en algunas oportunidades lo hizo muy bien y tuvo una situación clarísima en la que le faltó más velocidad en los últimos metros para que Rafael Pérez no le pellizque la pelota en el preciso momento en el que iba a definir ante Herrera.
De los cambios, es poco lo que se puede decir. Farías (5) buscó mucho la individual, se movió por todo el frente de ataque y no se quedó estacionado por derecha, como lo venía utilizando Falcioni. Muy poco de Pierotti, que entró a jugar de “8” y en última instancia metió a Acevedo cuando faltaban un par de minutos, sólo para que se pare de “9” teniendo en cuenta la cantidad exagerada e inútil de pelotazos que metió Colón en esa parte decisiva del partido.
Hay que rascar la olla para encontrar algo positivo en el rendimiento individual y colectivo de Colón. El equipo no funcionó, los números no le dan a Falcioni y las eliminaciones en Copa Libertadores y Copa Argentina han puesto a Colón en una situación a la que no se había acostumbrado en los últimos tiempos. Ahora hay que empezar a recuperar terreno en el torneo local, pero, para ello, hay que barajar y dar de nuevo. Y eso, lo nuevo, tiene que venir de la mano de un cambio de timón en el plantel profesional. Los síntomas son evidentes de que la situación no da para más.