Nadie dejó de ser hincha de Colón: una foto, el "Kempes" y un sentimiento sin fronteras
Las imágenes se viralizaron por redes sociales y demuestran el cariño de una familia por el club. Cómo se gestó la recreación de la foto y otras anécdotas vinculadas con el rojinegro.
Una foto, el Kempes, y una historia familiar pegada a Colón.
El 26 de junio de 1993 la hinchada de Colón le mostró al país que era capaz de movilizar 30 mil personas por un partido de fútbol. Y del ascenso. Pese al resultado deportivo, esa marea rojinegra sentó para todos los tiempos las bases de lo que años más tarde serían logros deportivos para el club santafesino. Aquel día, en el antiguo Chateu Carreras de Córdoba, el fotógrafo de El Litoral Alejandro Villar inmortalizó la postal que hasta el día de hoy se comparte en redes sociales. El diario, además de las cuestiones deportivas, le dio una caricia al pueblo sabalero: “Nadie dejará de ser hincha de Colón”, se publicó y nunca una frase fue tan cierta.
Junio de 1993. La postal que logró Alejandro Villar del estadio cordobés repleto de sabaleros.
Casi 30 años después, el miércoles 29 de 2022, el destino quiso que la hinchada rojinegra tenga que asistir al mismo estadio, renovado y con nuevo nombre pero en el mismo lugar. En el “Mario Alberto Kempes” no fueron 30 mil (por una cuestión de organización) pero sí unos 11.500. Así quedó reflejado en las espectaculares imágenes del drone de El Litoral comandado por Fernando Nicola. Efectivamente, nadie dejó que esa derrota deportiva ante Banfield del ‘93 corte el cariño de la gente para con el club. Todo lo contrario, fue un envión para seguir apoyando a la institución de barrio Centenario.
Desde el drone. La hinchada rojinegra este 2022 en el estadio Kempes por Copa Libertadores.
Todo este introito no es otra cosa que una presentación a la historia de un padre con su hijo, que asistieron a ambos partidos con las mismas ilusiones. En el ‘93, Marcelo y Juan tenían 29 y 8 años respectivamente, y atesoran entre sus recuerdos una fotografía que esta semana tomó estado público y que, en el marco del partido por Copa Libertadores pudieron recrear.
Juan (8) junto a su padre Marcelo (29) el 26 de junio de 1993.
—¿Qué te acordás del viaje a Córdoba en 1993?, preguntó El Litoral a Juan.
— Apenas tenía 8 años, muchos recuerdos de infancia y casi todos con una pelota, una remera casera de Colón hecha por una de mis tías abuelas (que tenía los colores al revés porque la copió de una foto) o con ambas cosas juntas. Preparamos todo para irnos el día anterior a Córdoba, y ya en la ciudad y la ruta veía el movimiento del pueblo sabalero. Venta de caballos para juntar guita, gente yendo en motos, era algo histórico. Ese día partimos temprano desde Río Ceballos, que es dónde parábamos para dormir, recorriendo los 30 kms que separan esa ciudad del estadio mundialista Chateau Carreras. Llegamos unas cuantas horas antes y ya las inmediaciones del estadio eran una marea rojinegra. La popular totalmente colapsada, mucha gente afuera con las entradas en la mano. Recorriendo las puertas de ingreso, uno de mis tíos ve que había un alambrado de unos 4 o 5 mts, que del otro lado daba a una explanada de cemento, por la que se podía acceder a la platea que hasta ese momento era para la gente de Banfield, pero no tenía prácticamente gente, y ya se habían corrido para el lado de la popular al ver la cantidad de gente de Colón que había afuera. Entonces uno de mis tíos se trepa por ese alambrado, ve que el panorama estaba bien como para que subamos los dos más chicos, los hacemos con mi primo y después sube uno de mis tíos. En ese momento llega un policía para pedirle que se baje, pero logran persuadirlo para que ‘mire para un costado y poder bajarse... pero del lado de adentro’. Ya con 4 de los 6 dentro, quedaban afuera mi viejo y uno de mis tíos. Cuando la policía empezó a organizar un poco la cosa para que la gente pueda entrar a ese sector, mi viejo abrazó del hombro a una embarazada para que la dejen pasar entre tanto tumulto (y aprovechó para mandarse él), y mi otro tío pasó cuando abrieron definitivamente los portones de ingreso. Ahí es dónde se da esa primera foto, en la larga espera por el partido. Si mal no recuerdo, el partido preliminar fue uno de glorias de Córdoba o algo por el estilo.
29 años después, padre e hijo siguiendo a Colón.
—¿Cómo surgió la idea de recrear la foto con tu viejo?
— Unos días antes del partido, la cuenta de Twitter @mutantesabalero publicó la foto vieja y nace la idea de recrear, sin decirle a mi viejo, esa imagen del recuerdo. A este viaje se sumaron mis hermanos Martín, que en el 93 tenía apenas 2 añitos y no viajó, y Joaquín, quién llegaría a nuestra familia recién en el 99'. Encargamos unos pilusos y no quedó más que buscar un lugar similar en la cancha y posar para reeditar esa foto. Después Twitter y el sentimiento del pueblo sabalero hizo su magia y se encargó de desparramarla para que llegue a muchos hinchas que como nosotros. Amamos y seguimos a Colón a todos lados, cueste lo que cueste, con la sangre y luto en el corazón.
Recorrer el continente con Colón
—¿Qué otros viajes se te vienen al recuerdo?
— Vamos a la cancha siempre en familia, con mi viejo y mis hermanos. Al mismo lugar hace más de 12 años, así que ya somos una familia con aquellos que mantienen sus lugares a nuestro alrededor desde hace tanto tiempo. Se me vienen a la mente los asados que preparamos para los partidos de las copas que jugó Colón años anteriores, como así también la organización de los viajes para ir a verlo a dónde se pueda, Chile, Perú y la tan ansiada final en Asunción. Con el partido en Chile pasó que mis viejos habían sacado un viaje en crucero a Brasil para toda la familia un año antes, y no pudimos ir al partido de ida en Santa Fe, así que jodí tanto que llegamos a mi casa, agarramos el auto y nos fuimos a Santiago. Tremendo.
—¿Alguna anécdota de la final de la Copa Sudamericana?
— En pleno viaje para ver a Colón en Paraguay le hicimos la despedida de soltera a mi hermana que se casaba el fin de semana siguiente. Fue en un hotel de Formosa porque decidimos hacer noche ahí. Fue muy gracioso.
La familia siguiendo a Colón. En Formosa previo a la final de la Copa Sudamericana.
También quedó para el recuerdo cuando fuimos a Perú por ese mismo torneo que nos quedamos paseando y en el medio del desierto buscamos un lugar con Internet para ver Colón vs. San Lorenzo.
Huacachina-Perú, en el medio del desierto y con un porrón en la mano y Colón en la tele!!!
— En este momento me acuerdo de dos partidos. En 1997 fuimos a la cancha de Ferro un día de semana luego del 5-1 a River, que nos fuimos cuando salimos de la escuela. Terminó 2-2 con goles de “Carucha” Müller y el “Chino” Aquino. Después, te puedo contar la tarde del partido ante Douglas Haig en Pergamino, que estando en la previa en un parque haciendo el asado se largó una tormenta terrible. Creo que ese fue el asado más sabalero que comí en mi vida, porque estaba negro de un lado y bien rojo del otro lado.
—¿Pisaste el césped del Brigadier?
— Recuerdo la primera vez que entré a la cancha, estar esperando a los jugadores en la puerta de los viejos vestuarios que estaban abajo de la platea Oeste, y que me agarre de la mano Chaparro para salir, justo uno de los jugadores que no era muy del agrado de mi viejo. Inolvidable.
—¿Cómo ves al equipo en la actualidad?
— Con respecto al presente del equipo, creo que venimos muy irregulares y se nota lo corto del plantel. Es un poco lógico dentro del fútbol argentino y el contexto, pero habiendo llegado hace tan poco a conseguir un campeonato, también es entendible que como hinchas pidamos un poco más.
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