Colón fue lo que los unió y el paso del tiempo no los separó
Godano, Wermer, Tabisi, Carmona, Vidal, Casaccio, Córdoba, Belén, Caballero, Juncos, Chena y el "Colo" Lavini, que ya era gerente del club cuando todos ellos jugaron, se juntaron para rememorar viejos y entrañables tiempos.
Varios de los que hoy se siguen juntando, compartiendo aquél plantel del 86-87 de Trigili. De pie: Wermer, Belén, Godano, Carnevali, Carmona y Juncos. Agachados: Héctor López, Javier López, Parodi, Caballero y "Quebracho" Gamarra. La cancha de Colón llena, como siempre.
"Cuando jugábamos, éramos pocos pero muy unidos. Y se formaban grandes grupos humanos. Todavía recuerdo aquellos asados que tanto servían para unir al grupo. Son recuerdos imborrables para nosotros. Vivimos un tiempo complicado en Colón, con el club en la B y con muchos problemas económicos. Pero parecía que todo eso nos fortalecía. Y fueron equipos que jugaron bien al fútbol y algunos se acuerdan de eso". No debe haber uno solo de los que integraron aquellos planteles que no piense de esa manera. Y que no tenga recuerdos que afloran de inmediato cuando aparece un jugador, un partido o lo que fuere, que los lleve a aquello que vivieron hace ya casi 40 años.
"Cada vez que nos juntamos, surgen anécdotas que hoy parecen increíbles", cuenta el Bicho Godano, todo un emblema en Colón por lo que fue como jugador, por lo que aportó luego desde la dirección técnica -más allá que su paso resultó esporádico en esa función- y por lo que dio luego cuando le tocó llegar al club en un momento complicado, como vicepresidente de Lalo Vega y asumiendo posteriormente la conducción del club.
En Coronda se juntaron. Daniel Wermer fue, al igual que el Bicho, alguien que logró ganarse el corazón y el respeto del hincha a puro pulmón y sacrificio, transformando los gestos de reprobación en otros de admiración a medida que fue transcurriendo el tiempo. Wermer-Godano fue una zaga central que le ganó al descreimiento de la gente. Y en el caso del Bicho, luego terminó convirtiéndose en un muy buen volante central, yendo "a contramano" de lo que habitualmente ocurre con aquéllos que pasan de un lugar a otro de la cancha: generalmente, el "5" pasa a la zaga y casi nunca el zaguero se convierte en volante central.
El "Caña" Belén era un faro de la defensa del sorprendente Argentino de Rosario de 1984 y de allí llegó a Colón para ser otro jugador muy querido por la gente. El Flaco fue una de las grandes contrataciones de 1985, cuando de la mano de la chequera de Joaquín Peirotén vinieron a Colón una serie de figuras (Carnevali, Puentedura, Victorino, Omar Alegre, Acosta Silva, Héctor López, Roma, Lazlo, entre otros), de los cuáles algunos triunfaron y otros no, pero el experimento no funcionó. Belén fue uno de los que se quedó y tuvo el merecido reconocimiento de la gente.
De arriba hacia abajo, Godano, Tabisi (semitapado), Vidal, Casaccio, Córdoba, el Caña Belén, Carmona, Wermer (abrazando a Chena), el muy querido "Colo" Lavini (invitado especialmente por los ex jugadores), Claudio Chena, Caballero y Juncos.
La humildad y el sacrificio de Sergio Juncos lo convirtió en otro de los jugadores queridos por la gente. Y ni hablar de Claudio Carmona, al que también se lo "paseó" en varias funciones dentro de la cancha (jugó de volante central, de volante por derecha con Godano y Bachino en el equipo de Trigili y también de zaguero central con Nito Veiga).
El mismo concepto que a Sergio Rubén Juncos le cabe a Roque Caballero, llegado de Rosario, quien rápidamente se ganó el cariño del hincha rojinegro y se fue ovacionado siempre de la cancha. Y en el grupo también está el "Pinza" Vidal, un "8" que formó parte de otro gran mediocampo con Pighín y Cococho Alvarez, al que se sumaba Cototo Balbuena como cuarto volante en 1984.
Quedan para el final los recuerdos para aquéllos pibes que llegaron a Primera con todas las ansias de ganarse un lugar. Muchos recordarán a Gabriel Tabisi, aquél marcador de punta que llegó junto a otros chicos surgidos de las inferiores, como Juanjo Ferrer, el Negrito Ortiz, Daniel Mozas, Valli, el Tato Enrique y el flaco Correa, entre otros, allá por la temporada 90-91 o el "Mecha" Claudio Córdoba, que cuando se armó el equipo de la temporada 88-89 ya venía en el plantel anterior y arrancó jugando, más allá de la llegada de grandes jugadores como Escobedo, Monti, el Patito Míguez (si hablamos de los marcadores de punta), a los que se sumaron Civarelli, Wirzt, Nicosia, Wolheim y Chaparro, entre muchos otros. más grandes figuras de Colón como Cachito Vera y el Zurdo Verdirame.
Y por último, dos "9" que todos recuerdan. Uno de ellos, Jorge Omar Casaccio, que compartió buenos planteles de finales de los 70 y principios de los 80, hasta que llegó el mal trago de 1981 y el descenso de categoría; el otro, un hijo pródigo de Colón, que llegó a Primera en el inicio del largo peregrinar por la B y mostró una calidad que lo llevó, luego, a jugar en varios equipos de Primera División: Claudio Chena. En aquél momento, las penurias económicas hicieron que se apostara a los pibes del club y fue así que Mercado, Pighín, Cototo Balbuena, Chena, Wermer y Godano, entre otros, supieron ponerle el pecho a la dura situación.
Fue tan fuerte aquella amistad nacida desde la humildad, las carencias y necesidades de esos tiempos, que los lazos se hicieron indestructibles. Por eso, casi 40 años después, no dejan pasar la oportunidad de verse las caras, recordar viejos tiempos, revivir increíbles anécdotas y darse cuenta de que el pasado sirvió para que la vida vuelva a juntarlos cada tanto par seguir emocionándose por lo vivido.
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