Aquéllos niños de 1905 nunca imaginaron ese “monstruo” que estaban creando. Aquélla madre que no dejó salir a jugar a la pelota a su hijo hasta que terminara de estudiar los viajes de las carabelas de Colón para descubrir América, tampoco imaginaba el sentimiento futuro que se venía por el sólo hecho de mencionar ese nombre. Aquél campito que fue su primera cancha acunó juegos del presente y un porvenir de grandeza en el futuro. Se fue haciendo pueblo, metiéndose en las entrañas de esa gente humilde que a veces encontraba – y encuentra – en Colón, un motivo de alegría y emoción.
Cuando le quitaron los terrenos de Bv. Zavalla y Moreno se encontró sin cancha. Pero Francisco Ghiano se encargó de instalarlo en el corazón del barrio Centenario, con la humildad de aquella tribunas de madera que luego se convirtieron en un gran estadio. Tan noble, que hasta sirvió de dique de contención para el avance implacable y mortal de las aguas del Salado, posiblemente salvando muchas vidas y hogares. Supo de malos momentos deportivos, pero resurgió, como siempre, para llegar a ser el campeón del fútbol argentino hace dos años. Y además, para provocar la movilización más impactante de hinchas al exterior en la final con Independiente del Valle en la Nueva Olla de Asunción del Paraguay.
Hoy, sus 118 años impide, por ejemplo, que se encuentren ídolos indiscutidos como lo tienen otras entidades. Desde Esteban Fuertes, pasando por Cococho Alvarez y hasta el mismísimo Pulga Rodríguez por su indiscutida incidencia en aquél logro de 2021 de la mano de Eduardo Domínguez, pueden sonar decenas de nombres de quienes se pusieron con hidalguía y calidad esa camiseta sangre y luto que despierta tanto amor y pasión en su gente.
Mirá tambiénAsí se vivió el festejo por los 118 años de Colón desde el drone de El LitoralLas caídas obligaron al rápido esfuerzo por levantarse. Y así fue, desafiando tempestades y fracasos momentáneos, el club siempre surgió, aún con más fuerza y con ese vigor que viene del empuje indiscutible de su gente. De esa hinchada seguidora y fiel que nunca “lo dejará tirado”, parafraseando al mejor jugador del mundo.
Colón es pueblo, es el canto y la esperanza de la gente humilde. Y cuando llegan estos momentos de celebración, siempre recuerdo a dos personas: a Angel José Gutiérrez y a Juan Carlos Romano. Gutiérrez, porque le dio, al estadio, el mote más espectacular y por el que se lo conoce en el mundo entero: Cementerio de los Elefantes, surgido a partir de la epopeya ante el Santos de Pelé, el mejor equipo y con el mejor jugador del mundo. Y Romano, porque desde su poesía pudo describir con absoluta sensibilidad y acierto, lo que es Colón, cuando dijo que en cada hogar humilde y con sabor a cosas simples y sencillas, siempre habrá una bandera rojinegra que flameará con orgullo. ¡Feliz cumpleaños, Colón!
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